La serie de televisi¨®n "Holocausto" provoca en la RFA un debate nacional sobre el nazismo
Catorce millones de alemanes, por t¨¦rmino medio, han seguido durante cuatro d¨ªas la transmisi¨®n televisada de la serie norteamericana Holocausto. A lo largo de los cuatro d¨ªas programados, m¨¢s un d¨ªa intrmedio de descanso, m¨¢s de 30.000 alemanes han hecho llegar por tel¨¦fono sus impresiones sobre esta serie y sus recuerdos del periodo nazi. El n¨²mero de cartas y telegramas ha sido a¨²n muy superior, tanto que la direcci¨®n del tercer canal de la televisi¨®n alemana ha decidido mantener la central de recepci¨®n de llamadas y comunicaciones postales durante un d¨ªa m¨¢s. El enorme inter¨¦s despertado por la serie ha movido al tiempo a emisoras de radio, como la Bayerisch Rundfunk, a dedicar este fin de semana nuevos espacios de discusi¨®n. La tensi¨®n a que durante cuatro d¨ªas se ha visto sometida la sociedad alemana ha tenido m¨²ltiples manifestaciones: apenas concluy¨®, a primera hora de la madrugada de ayer, la emisi¨®n del cuarto cap¨ªtulo de Holocausto (t¨¦rmino que los alemanes han preferido traducir como Cat¨¢strofe, en lugar de Inmolaci¨®n por el fuego, seg¨²n su origen griego), un hombre de 38 a?os trat¨® de matarse ante la central de la televisi¨®n que emiti¨® la serie, en Colonia, al grito: ??No se ha perseguido consecuentemente a los nazis! ?Respecto a la tem¨¢tica de las comunicaciones de los televidentes y del coloquio de expertos llevado a cabo cada d¨ªa tras cada cap¨ªtulo, en las prinieras han dominado dos posiciones: ?No sab¨ªamos nada de todo aquello?, confesi¨®n de la mayor parte de los alemanes, y ?Esta pel¨ªcula s¨®lo pretende difamar al pueblo alem¨¢n?. El control de llamadas apenas ha registrado manifestaciones de antiguos miembros de las SS y dem¨¢s grupos paramilitares nazis. En la primera noche de programaci¨®n, grupos neonazis dinamitaron dos repetidores de televisi¨®n.
En cuanto a los diferentes equipos de expertos que analizaron cada noche el correspondiente cap¨ªtulo y la problem¨¢tica que planteaba, se procur¨® que estuviesen integrados por antiguos prisioneros de campo. de exterminio, jud¨ªos en todos los casos de los expertos seleccionados, y por historiadores y polit¨®logos lo m¨¢s n¨¦utros posible. Faltaron, sin embargo, los autores de best-sellers discutidos, como Hitler, una carrera e Historia de los alemanes, libro este criticado negativamente en el coloquio por la tesis que defiende respecto de los campos de concentraci¨®n. Aparte peque?os errores hist¨®ricos, telespectadores y expertos han coincidido un¨¢nimemente en valorar Holocausto como un reflejo muy aproximado de lo ocurrido con los jud¨ªos durante el nazismo. Una historiadora hebrea, ex prisionera en Auschwitz, Reante Harprecht, insisti¨® en que la realidad fue mucho m¨¢s tr¨¢gica.
En cuanto a la visi¨®n que reflejaron los comunicantes espont¨¢neos, al final del ¨²ltimo coloquio, parte de los expertos insisti¨® en lamentar que no se hab¨ªa llegado al fondo del problema y que la mayor parte de las llamadas telef¨®nicas se limitaban a buscar culpables e inocentes, pero no causas. Una pregunta clave, sobre qui¨¦n y qu¨¦ empresa de Hamburgo fabric¨® el Cicl¨®n B, empleado en las c¨¢maras de gas como medio eficaz de exterminio, recibi¨® una respuesta concisa, marginando plenamente la realidad de fondo: el papel de los grandes consorcios alemanes que financiaron el establecimiento de la dictadura nazi. Tan s¨®lo dos historiadores hicieron hincapi¨¦ en que el origen del terror nazi debe buscarse en las ?leyes de Nuremberg? y en la campa?a de erradicaci¨®n y aislamiento de jud¨ªos, gitanos, comunistas, socialdem¨®cratas y cristianos militantes, y que la situaci¨®n especialmente dif¨ªcil de estos grupos era notoria a todo el pueblo alem¨¢n.
En este sentido se analizaron las ¨²ltimas palabras que se pronuncian en la serie Holocausto. Un personaje secundario concluye: ?He visto y no he hecho nada en contra de lo que vi.? Igualmente discutida fue la posici¨®n de quienes trataron de salvar la reputaci¨®n de las SS, segregando de ella a los ?comandos de fusilamiento?. Para un analista, 15.000 vigilantes en los campos de exterminio son muchos como para pensar que no trascendi¨® hasta el final el verdadero cometido de estos lugares. Otro punto de vista que no pareci¨® imponerse fue el de un experto que trat¨® de convencer de que el antisemitismo alem¨¢n no revisti¨® caracteres particularizantes distintos a los del resto de Europa.
Un interlocutor a?adi¨® que no existe parang¨®n alguno en ning¨²n otro pa¨ªs de las ?leyes de Nuremberg? y de su aplicaci¨®n posterior. Para el historiador hebreo Jehuda Bauer, ?es demasiado f¨¢cil culpar a los pol¨ªticos, salvando a los dem¨¢s?.
Incluso Holocausto parece incurrir en esta postura. Seg¨²n el profesor Bauer, los jefes de las SS dan la impresi¨®n de obedecer ¨®rdenes, sin mucho convencimiento de que la ?soluci¨®n final? fuese un m¨¦todo adecuado.
Holocausto ha dejado al descubierto en la Rep¨²blica Federal de Alemania todo un proceso psicol¨®gico que ahora puede recibir un tratamiento adecuado, si se prosigue el an¨¢lisis sereno de las causas del nazismo, un r¨¦gimen que, al fin y al cabo, se impuso con los votos del pueblo alem¨¢n y que fue derribado por las armas aliadas. Esta conclusi¨®n ha sido un¨¢nime, entre televidentes y peritos. Sin embargo, no todos los pol¨ªticos alemanes actuales han parecido comprenderlo. Durante el debate parlamentario de la pasada semana, mientras los socialdem¨®cratas y liberales han apoyado la iniciativa que ha representado la operaci¨®n Holocausto, el jefe democristiano, Helmut Kohl, dijo que este serial va a contribuir a enfrentar a los nietos con los abuelos. S¨¦ cumplan o no los temores del l¨ªder conservador, lo cierto es que, a pesar de la hora elegida para la transmisi¨®n de Holocausto -a las nueve de la noche-, el 70% de los alemanes mayores de diecis¨¦is a?os ha seguido fielmente la programaci¨®n y el largo coloquio que cada d¨ªa termin¨® hacia la una de la madrugada.
Babelia
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