Elogio de T¨¤pies
Nos movemos en los estrechos l¨ªmites de una cultura ciegamente historicista. Parece como si todo acontecimiento se justificara por su aportaci¨®n a la historia y, viceversa, fuera la historia la que en ¨²ltima instancia justificara el valor de cualquier acontecimiento. Si ello es cierto para lo general, lo es de manera mucho m¨¢s oprimente para la historia del arte, en especial para la de este siglo. No quiero decir que las etiquetas carezcan de utilidad. Aparte de su uso manual¨ªstico y acad¨¦mico, en muchos casos es cierto que el mayor timbre de gloria al que pueden aspirar muchas obras es el de haber estado ligadas a un movimiento determinado. Sin embargo, lo que confiere fuste cultural a un movimiento determinado no es sino la importancia individual de los mejores que en alg¨²n momento han estado ligados a ¨¦l.A prop¨®sito de la obra de T¨¤pies se emplean hasta la saciedad un reducido n¨²mero de adscripciones: surrealista en sus comienzos, luego informalista, mat¨¦rico, expresionista, etc¨¦tera. No creo que a la obra de T¨¤pies la importancia le venga dada por la mayor o menor pertinencia con que esos adjetivos le puedan ser aplicados. Al contrario, si alguno de esos adjetivos puede tener un significado m¨¢s profundo del que todo el mundo entiende es precisamente porque son m¨¢s o menos adecuados para designar aspectos parciales de alg¨²n momento de la obra de un pintor de su importancia. Dicho con palabras m¨¢s claras: la importancia que, por ejemplo, Dau al Set pueda tener, m¨¢s all¨¢ de su lugar en los manuales, le viene dada por la importancia efectiva que la obra de T¨¤pies ha alcanzado en 1979.
Alguien ha dicho que el repertorio formal del arte moderno estaba ya completo en 1914. Dentro de los l¨ªmites de la boutade, podemos tomarlo como cierto. El ¨²nico criterio efectivo que puede darnos la importancia de una obra no ser¨¢ pues la mayor o menor originalidad absoluta de sus im¨¢genes, sino el proyecto intelectual al que se subordinan con acierto y la perseverancia con que ese proyecto es desarrollado, ampliado, puesto a prueba, confrontado con las corrientes Intelectuales que atraviesan una ¨¦poca. La mayor o menor actualidad que disfrute en un momento dado depende de los avatares que conforman esa actualidad, muchos de los cuales poco o nada tienen que ver con las cuestiones de verdadera importancia que subyacen en la cultura de una ¨¦poca determinada. La importancia de la obra de T¨¤pies creo que viene dada, as¨ª pues, porque es atravesada y atraviesa las cuestiones fundamentales de nuestra cultura.
Ante una nueva exposici¨®n de T¨¤pies lo primero que habr¨ªa que recomendar a quien fuera a verla es, si no una cura de humildad, s¨ª una voluntad pasiva, receptiva ante las nuevas obras que a la contemplaci¨®n se ofrecen. La pintura, como tantas veces se ha dicho, puede ser un medio de conocimiento, un medio de acceso al conocimiento general a trav¨¦s del conocimiento de lo que a la pintura es espec¨ªfico. Ahora bien, la pintura puede encontrar un obst¨¢culo insalvable en su camino: que aquel a quien va dirigida, en principio a todos, se niegue a participar de ese conocimiento.
Qui¨¦n no ha escuchado en m¨²ltiples ocasiones la cantilena, especie de prueba de pertenencia al peque?o mundo del arte: ?T¨¤pies hace lo de siempre.? Esto no es cierto, su ¨²ltima exposici¨®n es suficiente prueba de lo contrario.
La pintura requiere un tiempo de percepci¨®n distinto al impuesto por los medios mec¨¢nicos de reproducci¨®n de la imagen. Por otra parte, cuando son muy pocos los artistas sobre los que reposa la expectativa de una comunidad, la esperanza de ¨¦sta puede verse defraudada al solicitar de ellos lo que tambi¨¦n a otros les corresponde ofrecer y de hecho no ofrecen, aunque nadie proteste por ello. Se tiene una falsa imagen ¨¦pica del artista de nuestro tiempo como inventor infatigable, pero, cuando se asiste con alguna proximidad al proceso de creaci¨®n, puede verse lo poco de cierto que hay en esa imagen. En contra de la idea recibida, los momentos de invenci¨®n en un artista son pocos, lentos, frutos de una prolongada acumulaci¨®n de energ¨ªas y tentativas. No quiero decir con ello que T¨¤pies, no sea un artista inventivo.
El d¨ªa siguiente al de su inauguraci¨®n en Barcelona, T¨¤pies cumpl¨ªa 55 a?os. En esta exposici¨®n nos hallamos, pues, ante la obra de un artista en plena madurez. La calidad de su obra nadie la discute, aunque sean menos los que se detienen a contemplarla. T¨¤pies ha pintado mucho estos a?os, con ganas, la t¨®nica general de una exposici¨®n tan amplia es bastante alta y algunos de los cuadros expuestos pueden figurar entre los mejores suyos. T¨¤pies, trabaja a partir de nociones incorporadas a la esfera de la cultura por los movimientos de las vanguardias hist¨®ricas, prestando especial atenci¨®n a figuras de dif¨ªcil clasificaci¨®n, como Paul Klee. Muchas de estas nociones que ten¨ªan un sentido original negativo son empleadas por ¨¦l con un sentido afirmativo, dentro de una est¨¦tica sint¨¦tica y original, abierta a las tradiciones m¨¢s remotas y diversas. Esta est¨¦tica sustentada por una filosof¨ªa muy personal, consistente, ecl¨¦ctica, eminentemente ¨¦tica. Contra cualquier formalismo, T¨¤pies tiene una concepci¨®n trascendente de la creaci¨®n art¨ªstica.
Huye de la distinci¨®n entre figurativo y abstracto al admitir la posibilidad de un simbolismo muy amplio. En T¨¤pies no hay una jerarqu¨ªa de materiales, todos los emplea, desde los m¨¢s tradicionales hasta los m¨¢s diversos objetos, viejos y nuevos. A prop¨®sito de su obra no se puede hablar, sin embargo, ni de pura picturalidad ni de ready-made. Frecuentemente trabaja con una materia tridimensional: esos bajorrelieves no suponen una problem¨¢tica escult¨®rica, sino que m¨¢s bien se trata de una respuesta a la problem¨¢tica del ilusionismo bidimensional, para no caer en el callej¨®n sin salida de la pintura plana y la ret¨®rica de sus limitaciones. Cuanto trabaja con objetos, se halla cerca del poema-objeto surrealista, pero la an¨¦cdota ha sido reducida al m¨ªnimo. Frecuentemente incorpora textos, pero el sentido literario de ¨¦stos, aun cuando refuerce de diverso modo el de la obra, se halla subordinado al pl¨¢stico. La ejecuci¨®n de T¨¢pies es r¨¢pida, as¨ª lo requieren muchas veces los materiales; con los que trabaja, que no admiten rectificaci¨®n. Hay en su obra un automatismo relativo. Trabaja a partir de peque?os esbozos o ideas, im¨¢genes muy generales que pueden dar lugar a varios cuadros muy distintos entre s¨ª, realizados en fechas alejadas.
T¨¢pies, como hemos dicho, es un artista inventivo, pero de una manera ni espectacular ni excluyente. Trabaja simult¨¢neamente en diversos registros, con distintos procedimientos, con una deliberada voluntad de reconsideraci¨®n, a la luz de los nuevos hallazgos, de su obra anterior. Si as¨ª podemos decirlo, el lenguaje de T¨¤pies se halla perpetuamente abierto, las nuevas obras modifican el sentido de la anteriores, el sentido global del ?sistema?. M¨¢s que de c¨®digos lenguajes o sistemas hay que hablar de po¨¦tica, en un sentido muy amplio. Una imagen sugerente de ese modo de conformarse su obra ser¨ªa una espiral, r¨ªo plana, no regular, tal vez con varios centros.
No hay en su pintura un aspecto de la realidad excluido o excluyente. Podr¨ªa hablarse de una realidad ca¨®tica, en el sentido en que pueden serlo las sensaciones. As¨ª dir¨ªamos que las referencias a la realidad son m¨¢s bien sensitivas, sugerentes o evocadoras que discursivas, aunque en ocasiones tambi¨¦n lo sean. El valor pl¨¢stico es el que en ¨²ltima instancia rige la ordenaci¨®n de estos datos en cada cuadro.
Vista en relaci¨®n con per¨ªodos anteriores, la obra actual de T¨¤pies se dir¨ªa que atraviesa por un momento recapitulador y sint¨¦tico. De alg¨²n modo, vuelve a trabajar con la claridad y simplicidad de sus mejores momentos. La m¨¢xima tensi¨®n significativa, la mayor ambig¨¹edad es creada en su obra actual con el m¨ªnimo de elementos. Parece verse una mayor inclinaci¨®n a la ordenaci¨®n y a la armon¨ªa de los elementos que se hacen intervenir en cada cuadro.
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