Una oportunidad hist¨®rica
Secretario de Organizaci¨®n del PSOEHoy se inicia la campa?a electoral para elegir nuevos representantes en las c¨¢maras legislativas.
Desde hace dos a?os, los socialistas venimos insistiendo en la necesidad de convocar unas elecciones generales al final del proceso constituyente. Por muchas razones que se quieran dar ahora, la verdad es que todos -salvo los socialistas- se opon¨ªan a estas elecciones.
Algunos, aquellos a los que menos satisfacen las consultas populares, alegan que el pueblo est¨¢ ya cansado de votar. Afirmaci¨®n parad¨®jica si atendemos a los a?os de forzado ayuno electoral de nuestro pueblo.
Para m¨ª que el pueblo espa?ol posee una capacidad electoral muy considerable, porque unas elecciones, para un partido socialista, significan mucho m¨¢s que una mera llamada a acudir al colegio electoral. Es un eslab¨®n m¨¢s de la tarea de aproximaci¨®n al pueblo, de invitaci¨®n a la participaci¨®n popular en la cosa p¨²blica. Y el pueblo quiere participar.
La derecha pol¨ªtica crey¨® que la transici¨®n podr¨ªa hacerse sin necesidad de descabalgar a las figuras de la dictadura. En su opini¨®n, bastaba una remodelaci¨®n exterior de la imagen del poder para suplantar el desmontaje del aparato burocr¨¢tico-pol¨ªtico de la dictadura. A esta operaci¨®n se lanzaron Su¨¢rez y Fraga, pero sin acuerdo previo: m¨¢s bien con la hostilidad derivada de las humillaciones pasadas.
La conclusi¨®n, al paso del tiempo, se ofrece con claridad. Los inventores del centro han fracasado en su intento de calmar las ansias de cambio de la poblaci¨®n. Despu¨¦s de muchos a?os de espera, de resignaci¨®n ante los problemas, los trabajadores, los funcionarios, los campesinos, los peque?os propietarios y comerciantes han soportado con estoicidad y responsabilidad una etapa transitoria en la que la necesidad de sedimentar las formas democr¨¢ticas exig¨ªan el sacrificio de aplazar ciertas mejoras directas, inmediatas, de urgencia y necesidad. Y ello lo hac¨ªan a trueque de unos cambios estructurales que garantizaran a medio plazo una situaci¨®n m¨¢s justa a trav¨¦s de un proceso de democratizaci¨®n del pa¨ªs. Sin embargo, nada de esto ha sido propiciado por el Gobierno de UCD.
Por el contrario, la naci¨®n ha comprobado con horror que algunos problemas seculares de nuestra realidad permanec¨ªan intactos y que otros se agravaban con la gesti¨®n del Gabinete del se?or Su¨¢rez.
Los dos problemas m¨¢s graves que atentan contra la vida de la colectividad, el paro y el terrorismo, tienen su expresi¨®n m¨¢s significada en el Sur -hambre en Andaluc¨ªa- y en el Norte -golpeteo de balas en Euskadi.
Para m¨¢s de un mill¨®n de espa?oles, el derecho al trabajo, reconocido en la Constituci¨®n, no existe. S¨®lo en 1978 el n¨²mero de parados se ha incrementado en 250.000. Veinte mil parados m¨¢s por cada mes de Gobierno UCD.
La incapacidad del equipo (?) gubernamental para dar soluci¨®n a los conflictos que plantea un preocupante deterioro de la seguridad ciudadana, con la extensi¨®n del terrorismo y la generalizaci¨®n de la delincuencia, muestran una vez m¨¢s lo que la historia siempre ilustra. Un partido no se inventa, no se improvisa. A¨²n menos se puede fabricar con desechos de la situaci¨®n anterior. La experiencia de renovar la fachada de la dictadura con detalles formales de peluquer¨ªa y vestuario de los l¨ªderes que no se forjaron en la democracia, sino contra ella, ten¨ªa naturalmente que ofrecer la cara del fracaso. Ahora el pueblo la tiene delante y puede aprovechar la fecha del 1.? de marzo para tomar sus precauciones, no insistiendo en f¨®rmulas agotadas.
El pueblo espa?ol quiere cambiar la vida, quiere un nuevo proyecto de vida que se cimente sobre los valores superiores de libertad, justicia e igualdad. Y esto es posible.
Bastar¨¢ con terminar la labor comenzada en junio de 1977. Entonces, a s¨®lo tres meses de la legalizaci¨®n del Partido Socialista, ¨¦ste obtuvo el apoyo de m¨¢s de cinco millones de ciudadanos. Durante casi dos a?os, los socialistas han realizado un trabajo encaminado a sumar a su proyecto de vida a m¨¢s amplios sectores de poblaci¨®n.
,Contra esta posibilidad, los profesionales del miedo zarandean el rechazo de algunos sectores ante la alternativa de un Gobierno dirigido por los socialistas. Argumentaci¨®n insostenible ante las cifras que proporcionan los ¨²ltimos sondeos: m¨¢s de un 75% de espa?oles expresan una recepci¨®n favorable ante la posibilidad de gesti¨®n socialista de Gobierno.
Es cierto que las encuestas arrojan datos favorables al PSOE sobre el resto de las fuerzas pol¨ªticas. Posiblemente estemos ante una ocasi¨®n inmejorable para que el pueblo conf¨ªe al Partido Socialista la Administraci¨®n del Estado, en una situaci¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica que exige una voluntad de cambio capaz de conectar con la aspiraci¨®n popular.
Combatir el paro, democratizar la Administraci¨®n p¨²blica, terminar con el fen¨®meno terrorista, controlar el alza de los precios, atender a los sectores sociales m¨¢s abandonados (j¨®venes, ancianos, mujeres, poblaci¨®n rural, marginados sociales), potenciar una eficaz pol¨ªtica sanitaria, concretar y desarrollar el proceso auton¨®mico, proporcionar sistemas de promoci¨®n cultural, garantizar viviendas suficientes y dignas, facilitar el retorno de los emigrantes, conseguir una ense?anza eficiente y gratuita para todos, reformar la estructura agraria, eliminar el caciquismo, poner al servicio de la colectividad los medios de comunicaci¨®n social, en especial la televisi¨®n, son algunas de las tareas que est¨¢ exigiendo ya, sin demora, el pueblo espa?ol y que, a su vez, exige un Gobierno capacitado t¨¦cnicamente, con un programa eficaz y con voluntad de transformaci¨®n de la realidad socioecon¨®mica para conseguir la justicia y la igualdad.
A este desaf¨ªo hist¨®rico, el PSOE acude con un siglo de pr¨¢ctica pol¨ªtica presidida por la honradez y la firmeza, y con un cuadro de hombres y mujeres, l¨ªderes y militantes, al servicio de nuestro castigado pa¨ªs, conscientes de que asumir en estos momentos una tarea de Gobierno representa una seria responsabilidad.
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