Afganist¨¢n, un pe¨®n pro sovi¨¦tico bien colocado en la frontera con Ir¨¢n
La penetraci¨®n sovi¨¦tica en la pen¨ªnsula indost¨¢nica tuvo su mejor momento durante el mandato en la India de Indira Ghandi. Sin embargo, el acceso al poder de la pol¨ªtica, de clara no alineaci¨®n, de Moraeji Desai, en Nueva Delhi, coloc¨® a Mosc¨² en una posici¨®n de no preponderancia. Este paso atr¨¢s podr¨ªa ser compensado con la crisis iran¨ª y con el establecimiento en Afganist¨¢n de un r¨¦gimen adicto a Mosc¨², que deber¨ªa servir como cu?a para una futura influencia en su vecino paquistan¨ª
De todas formas, el r¨¦gimen pro sovi¨¦tico de Taraki dista a¨²n de estar convenientemente establecido. El tribalismo del pa¨ªs dificulta la labor centralista del Gobierno. Los musulmanes, mayor¨ªa en el pa¨ªs, se oponen a una f¨®rmula que creen importada y por ello no dejan de favorecer a una guerrilla, a¨²n primitiva, pero que con el apoyo exterior pr¨®ximo de Pakist¨¢n podr¨ªa conseguir un clima de revuelta permanente.El pasado 27 de abril, un golpe militar colocaba en el Gobierno afgano a Nur Mohamed Taraki, fundador del Partido Comunista, pro sovi¨¦tico. El levantamiento militar se efectu¨® ?con todos los riesgos que ello entra?a?, como afirm¨® el semanario del PC franc¨¦s, France-Nouvelle, reconociendo que el putsh militar hab¨ªa ocasionado v¨ªctimas, alrededor de 3.000 muertes, seg¨²n estimaciones occidentales.
La elecci¨®n de Taraki por los militares entra?a algunas sospechas. Diez d¨ªas antes del golpe de Estado, Akbar Kabir, l¨ªder de una facci¨®n del PC afgano, era asesinado. Pocas horas despu¨¦s, siete responsables comunistas eran arrestados ?por sospechas de complicidad en el asesinato? y Taraki era uno de ellos. Tanto la muerte de Kabir como los funerales fueron motivo de demostraciones contra el ?imperialismo norteamericano? e indirectamente contra Taraki, que hizo su carrera en Estados Unidos. Adem¨¢s, existe la convicci¨®n de que la muerte de Kabir sirvi¨® de detonador para el golpe, pero la investigaci¨®n sobre su asesinato se ha detenido con la llegada del nuevo r¨¦gimen.
La amistad entre la URSS y el nuevo Gobierno de Afganist¨¢n, m¨¢s que obedecer a circunstancias ideol¨®gicas del momento, es consecuencia del desarrollo de la historia desde la implantaci¨®n del poder bolchevique en Mosc¨².
En 1921 se firm¨® un tratado de amistad entre ambos pa¨ªses, que ser¨ªa ratificado diez a?os m¨¢s tarde por otro acuerdo de no agresi¨®n. No extra?a por ello que 45 minutos despu¨¦s de anunciarse oficialmente el triunfo del golpe militar, la URSS reconociera el nuevo r¨¦gimen. El inter¨¦s estrat¨¦gico de Afganist¨¢n para los sovi¨¦ticos lo hab¨ªa establecido Kruschev, en 1955, con la idea de crear, tarde o temprano, un Gobierno en Kabul, que admitiera ser un baluarte ?contra la expansi¨®n del imperialismo?. El motivo hist¨®rico que uni¨® a sovi¨¦ticos y afganos fue la guerra contra Gran Breta?a, pa¨ªs que intentaba el bloqueo al Gobierno de Lenin y manten¨ªa su dominio colonial en Kabul. A pesar de las declaraciones de Taraki, en el sentido de que su pa¨ªs ?no ser¨¢ un sat¨¦lite de la URSS?, no se puede negar la alianza entre Mosc¨² y Kabul, firmada t¨¢citamente por el primer ministro de Afganist¨¢n en la capital sovi¨¦tica el pasado diciembre, en el transcurso de una visita oficial. El car¨¢cter de no alineamiento del r¨¦gimen de Kabul queda en todo caso en entredicho, a la par de los casos de Cuba y Vietnam, cuyas relaciones con la Uni¨®n Sovi¨¦tica son algo m¨¢s que de cooperaci¨®n.
La URSS parece decidida a contrarrestar la p¨¦rdida de influencia en otras partes del Oriente Pr¨®ximo, como en la India. El primer ministro hind¨², Morarji Desai, expuso a Kosiguin y Brejnev durante su viaje a Mosc¨² la necesidad de que sovi¨¦ticos y norteamericanos abandonasen el Indico, siguiendo la ortodoxia de la conferencia de Bandung respecto a pa¨ªses no alineados.
Con un r¨¦gimen en Pakist¨¢n, cuando menos hostil al giro pro sovi¨¦tico de sus vecinos y una poblaci¨®n de 32.000 refugiados en las fronteras entre ambos pa¨ªses, oficiales contrarios a Taraki est¨¢n organizando bases guerrilleras para hacer frente al nuevo poder de Kabul.
Las informaciones sobre una presunta ayuda paquistan¨ª son dudosas y merecen m¨¢s respeto aquellas que apuntan hacia EEUU a la hora de suministrar apoyo a la guerrilla anticomunista, integrada por militantes del Partido Isl¨¢mico, primero en sufrir las consecuencias de la represi¨®n consiguiente al golpe de abril.
De acuerdo con noticias procedentes de las propias bases guerrilleras, las armas son precarias: pocos veh¨ªculos y viejos fusiles semiautom¨¢ticos.
La esperanza de los oficiales guerrilleros estriba en la cantidad de profesores, estudiantes universitarios e ingeneros, que dicen tener en sus filas a quienes se les preparar¨¢ convenientemente para hacerse cargo de los diferentes grupos que se formen en el futuro, porque el presente no es halag¨¹e?o. El Ej¨¦rcito regular afgano realiza peri¨®dicamente operaciones de castigo con aviones de bombardeo sobre los enclaves de la guerrilla.
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