La g¨¦nesis del consenso
La Constituci¨®n aprobada por las Cortes ha sido el resultado de lo que se ha llamado, no con demasiada propiedad, ?consenso?. Es decir, su texto no responde a lo que quer¨ªa ninguno de los partidos representados en el Congreso y, secundariamente, en el Senado. Se ha mantenido una voluntad de coincidencia, de manera que la Constituci¨®n fuese, al menos, aceptable para todos los partidos parlamentarios, y se ha supuesto que esto quer¨ªa decir, tambi¨¦n, para la naci¨®n en su conjunto. Sobre la justificaci¨®n y los l¨ªmites del consenso se ha escrito mucho, pero en todo caso es agua pasada: la Constituci¨®n est¨¢ hecha, aprobada, refrendada, promulgada; es el texto legal capital vigente, y va a servir de marco para nuestra vida p¨²blica.Para lo que no sirve es para orientarnos sobre los partidos a la hora de darles nuestros votos, porque en ella no se expresa el contenido pol¨ªtico de ninguno de ellos, su voluntad particular, su programa efectivo, no simplemente nominal. ?C¨®mo hacerlo? ?C¨®mo saber lo que de verdad lleva cada partido en su vientre, lo que ser¨¢ su pol¨ªtica real si alcanza el poder?
Hay un m¨¦todo bastante sencillo, que propongo a los electores espa?oles, sobre todo a los que no pertenecen a ning¨²n partido y van a decidir su voto en vista de las circunstancias. Adelantar¨¦ mi opini¨®n de que es el voto m¨¢s interesante: el que no est¨¢ ya comprometido; el que se puede rectificar de una elecci¨®n a otra; el que se f¨ªa m¨¢s de la calidad de las personas y de la conducta que de un nombre o una etiqueta o una receta simplista.
Agregar¨¦ que es el voto m¨¢s importante, porque es el mayoritario. Tengo innumerables reservas sobre los ?sondeos? y encuestas, que se hacen siempre sobre muestras insuficientes, y casi siempre con m¨¦todos y garant¨ªas discutibles; pero todos coinciden en que los ?indecisos? est¨¢n entre el 30% y el 40%. (Dicho entre par¨¦ntesis, esa denominaci¨®n es ya indicio de la tendenciosidad de los sondeos -o de su impropiedad ling¨¹¨ªstica, por calcar la palabra inglesa undecided, sin entenderla muy bien-; ?indeciso? es un t¨¦rmino psicol¨®gico, y parece indicar debilidad de car¨¢cter o inmadurez; si se dijera ?no decididos?, la cosa presentar¨ªa otro aspecto: los ?no decididos? -se entiende, no decididos todav¨ªa, antes de la campa?a electoral- pueden ser personas en¨¦rgicas y de ideas claras, que no votan autom¨¢ticamente, seducidas por una etiqueta o un eslogan, sino que esperan a ver de qu¨¦ se trata.)
Pero lo m¨¢s interesante es que los sondeos acusan lo que, sin necesidad de estad¨ªsticas, me parec¨ªa evidente: que la inmensa mayor¨ªa de los espa?oles no est¨¢n afiliados a ning¨²n partido. En una encuesta que acaba de publicarse se lee: ?Est¨¢n afiliados 6,5%; no est¨¢n afiliados, 91,5%; no contestan, 2%.? Aqu¨ª no aparece indecisi¨®n: los afiliados a todos los partidos juntos apenas podr¨ªan modificar los resultados de las elecciones; es decir, que el resultado de ¨¦stas depende de los no afiliados, que tienen libre su voto y lo dar¨¢n al que crean que lo merece (o que lo merece m¨¢s que el resto). Por eso, cuando oigo hablar de ?partidos de masas?, no se me ocurre m¨¢s que repetir la famosa frase del Tenorio: ?Si es broma, puede pasar.?
Esto explica tambi¨¦n un fen¨®meno curioso: que los partidos m¨¢s ?militantes?, m¨¢s activos y disciplinados, traten de provocar en la opini¨®n general -por medio de los peri¨®dicos, por ejemplo- una actitud de escepticismo, des¨¢nimo, desconfianza. ?Por qu¨¦? Porque con lo que principalmente cuentan es con sus afiliados y simpatizantes pr¨®ximos (afiliados ?indirectos?, podr¨ªamos decir); esos van a votar por ellos en todo caso y sin falta; si el des¨¢nimo cunde y la abstenci¨®n se generaliza, ser¨¢ entre los ?no comprometidos?, y esto, naturalmente, favorecer¨¢ a los partidos que conf¨ªan en un n¨²cleo de militantes disciplinados. En general, disuade de votar el que piensa que el probable votante no va a votar al partido del desanimador.
Pero dec¨ªa que hay un m¨¦todo para averiguar lo que los partidos llevan dentro, lo que quieren, lo que har¨¢n el d¨ªa que puedan, lo que podemos esperar de unos u otros. Para explicarlo, perm¨ªtaseme recordar un poco las nociones de mec¨¢nica del bachillerato.
Si se aplican a un punto varias fuerzas, de diversas intensidades y sentidos, ello equivale a que se aplicara una fuerza ¨²nica, cuya intensidad y sentido depende de los de las que est¨¢n realmente actuando. Esta fuerza se llama la resultante. Si se tira, por ejemplo, de un peso, aplic¨¢ndole dos fuerzas de distinta magnitud y cuya tracci¨®n no tiene el mismo sentido, es lo mismo que si una fuerza mayor tirase de ¨¦l en una direcci¨®n que no es la de ninguna de las dos fuerzas anteriores. Todos saben que si se representan las fuerzas por vectores que forman dos lados de un paralelogramo, la resultante es la diagonal de esa figura geom¨¦trica.
Pues bien, la Constituci¨®n del 6 de diciembre de 1978 es la diagonal de un paralelogramo pol¨ªtico, la resultante de las fuerzas pol¨ªticas de todos los partidos parlamentarios. Si ahora, el 1 de marzo de 1979, nos interesan estos partidos, para decidir entre ellos, tenemos que pasar de la resultante a las fuerzas actuantes, del consenso a las voluntades que lo han producido.
Esto es lo que llamo la g¨¦nesis del consenso. Se ha llegado a ¨¦l despu¨¦s de que cada uno de los partidos ha hecho sus propuestas: votos particulares, enmiendas, explicaciones de voto. No es ning¨²n misterio: todo est¨¢ en las actas del Congreso y el Senado, impreso en los Boletines Oficiales de las Cortes. No hay m¨¢s que ver qu¨¦ propon¨ªa, re specto a cada punto importante para el porvenir de Espa?a, UCD, el PSOE, el Partido Comunista, Alianza Popular, la Entesa dels Catalans, el Partido Nacionalista Vasco, Euskadiko Ezkerra, cada uno de los partidos catalanes, etc¨¦tera. Qu¨¦ texto constitucional quer¨ªa cada uno de estos grupos que resultase triunfante; en qu¨¦ direcci¨®n y sentido iban sus votos particulares, sus enmiendas, qu¨¦ figura pol¨ªtica compon¨ªa el conjunto de esas actuaciones. Eso es lo que constituye elprograma real de cada uno de los partidos, la configuraci¨®n que ha intentado dar a Espa?a, que va a seguir intentando dar, que conseguir¨¢ en la medida en que logre la mayor¨ªa.
Cada partido, si es honesto, si no pretende enga?ar a los electores, deber¨ªa reunir las l¨ªneas capitales de su actuaci¨®n parlamentaria en las Cortes anteriores y presentarlas a la opini¨®n. Si los partidos creen que est¨¢n en lo cierto, deben apresurarse a mostrar su verdadero contenido. Si alguno no lo hace, lo oculta o lo desfigura, nada m¨¢s f¨¢cil para sus adversarios o rivales que mostrar el ocultamiento o la falsificaci¨®n.
Tenemos que aprender los m¨¦todos de la democracia, que nunca hab¨ªamos dominado y que, en todo caso, la inmensa mayor¨ªa de los espa?oles no ha tenido ocasi¨®n de ensayar. Hay que inventarlos, precisarlos y, sobre todo, usarlos eficazmente. Como no soy hombre de partido, como me interesa m¨¢s Espa?a que todos los partidos juntos, y ¨¦stos solamente en la medida en que sirvan a sus intereses superiores, como mi oficio y mi vocaci¨®n son pensar sobre las cosas, me atrevo a proponer este m¨¦todo: el an¨¢lisis de la g¨¦nesis del consenso.
La Constituci¨®n es muy larga y est¨¢ llena de detalles t¨¦cnicos y de procedimiento; la legislaci¨®n de este tiempo pasado ha sido frondosa, y gran parte de su contenido queda fuera de la competencia y los intereses del elector medio. Hay que reducirse a aquellos puntos en que se ha formulado una interpretaci¨®n pol¨ªtica de Espa?a. Enumerar¨¦ unos cuantos.
Soberan¨ªa, sujeto de ella y nombre de ese sujeto. Espa?a como naci¨®n (o no). Aceptaci¨®n de las autonom¨ªas, nombre de las comunidades aut¨®nomas y relaciones con el conjunto de la naci¨®n. Lengua com¨²n y lenguas particulares de Espa?a (y sus denominaciones y derechos).
Forma pol¨ªtica de Espa?a (Monarqu¨ªa, Rep¨²blica, etc¨¦tera). Estructura del Estado. Figura y facultades del Rey.
Derechos y libertades. Garant¨ªas de todos ellos. Libertad de expresi¨®n, reuni¨®n, asociaci¨®n, religi¨®n, ense?anza, huelga (laboral o pol¨ªtica), despido, etc¨¦tera. Respeto a la vida.
Seguridad, prevenci¨®n o supresi¨®n de la violencia, garant¨ªas jur¨ªdicas para detenidos y procesados, castigo eficaz de los delincuentes, etc¨¦tera. Configuraci¨®n de la familia y la moral p¨²blica.
Organizaci¨®n econ¨®mica (mercado, iniciativa privada, intervencionismo, colectivizaci¨®n, nacionalizaciones, estatismo, leyes fiscales, regulaci¨®n de las relaciones laborales, medidas relacionadas con la inflaci¨®n, el paro, la empresa privada, etc¨¦tera).
Cultura, salvaguarda del patrimonio hist¨®rico y art¨ªstico, relaciones entre el Estado y las comunidades aut¨®nomas, instituciones de ense?anza, libertad de ense?anza, libertad acad¨¦mica, financiaci¨®n de la docencia, etc¨¦tera.
No son m¨¢s que unos cuantos ejemplos. Creo que entre ellos est¨¢n los que m¨¢s importan a todos los espa?oles, de cualquier edad, sexo, condici¨®n, profesi¨®n, opiniones. Aquellos sobre los cuales todos tienen que pensar, estimar, querer o no querer. Si el d¨ªa 1 de marzo los espa?oles votan despu¨¦s de haber pensado una hora sobre esto, dos cosas me parecen seguras: 1) Votar¨¢n todos los que f¨ªsicamente puedan. 2) La democracia tendr¨¢ v¨ªa libre para hacer entre todos una Espa?a interesante.
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