El conde de Montecristo
Con los amigos siempre pasan cosas raras y kafkianas. Kafka ten¨ªa, por ejemplo, aquel amigo bajito que le obligaba a ¨¦l, por timidez, a caminar con las rodillas dobladas, como un Groucho pat¨¦tico, por el celuloide rancio de Viena. 0 aquel amigo alt¨ªsimo (ya no recuerdo) que se doblaba por las rodillas para caminar junto al mediano y mediocre Kafka, produci¨¦ndole a ¨¦l gran embarazo, naturalmente. La amistad es el sentimiento m¨¢s delicado, contradictorio y confuso, despu¨¦s del amor. Quiz¨¢ el amor s¨®lo sea amistad m¨¢s kamasutra.Al presidente Su¨¢rez, por ejemplo, no le pasa eso. Su¨¢rez tiene amigos de una pieza, inarrugables, indesmayables, que est¨¢n siempre igual, como Mart¨ªn Villa, que es siempre bajito, o como Abril Martorell, que es siempre mal afeitado. Por eso Su¨¢rez va a ganar las elecciones, porque tiene unos amigos s¨®lidos, seguros, y por eso dice que estas elecciones son presidencialistas: porque ¨¦l es el presidente nato de sus amigos. Y porque encima, ahora, le recomiendan los obispos en sus oraciones y s¨ªnodos.
Bueno, pues todo este montaje amistoso /obispal es el que a m¨ª, en cambio, me crea problemas de amistad y de identidad: Jos¨¦ Mart¨ªn, un suponer, o sea el actor, que es un catal¨¢n culto, un amigo amable, un actor con erudici¨®n bastante superior a la media de nuestros actores, Pepe Mart¨ªn, digo, se me metamorfo sea trienalmente en Conde de Montecristo, en Edmundo Dant¨¦s, por obra y moviola de la televisi¨®n, como cuando el amigo de Kafka fue a buscarle y le encontr¨® convertido en cochinilla. Le echo el canuto a Pepe:
-?Cenamos esta noche, t¨ªo?
-Imposible. Tengo que matar mucha gente.
Y me lo dice con la voz de Edmundo Dant¨¦s, que a su vez suena a un Alejandro Dumas programado electr¨®nicamente por P¨¦rez Puig o as¨ª. ?C¨®mo puede ser uno amigo de un se?or que peri¨®dicamente sale a la calle de peluca blanca, espada al cinto y mangas de farol, y se pone a pegar saltos el¨¢sticos entre el personal? Yo con Pepe Mart¨ªn comentaba los editoriales de este peri¨®dico, habl¨¢bamos de ligues, exagerando siempre un poco, que para eso est¨¢n los amigos, y tom¨¢bamos unos cubatas haciendo la cr¨ªtica constructiva/ destructiva de los partidos de izquierda, que los de derechas ni los miramos.
Pero hete aqu¨ª que, por mor de .la programaci¨®n y el ahorro, le tengo otra vez en la tele de Conde de Montecristo, corriendo lances, y habl¨¢ndome de vos, come, Onetti. A Onetti se lo paso, porque tengo menos confianza y es; hispanoamericano, pero a Pepe no. Es como si mi amiga la progre se me metamorfosease trimestralmente en Heidi, la Dama de las Camelias o la se?ora Roper.
A ver qui¨¦n sofalda a Heidi, que es tan ni?a, a ver qui¨¦n le arrima taller a Margarita, que es tan tuberculosa, a ver qui¨¦n se trabaja a misstres Roper, que es tan vieja. Bueno, pues pienso que esta paralizaci¨®n de la amistad, este alto en mi vida que impone Televisi¨®n Espa?ola con las reprogramaciones peri¨®dicas y casi menstruales del Conde de Contecristo, esta vuelta al pasado de nuestra amistad, es el caso personal de un fen¨®meno general: la mineralizaci¨®n de la sensibilidad espectadora en modelos anticuados, la fosilizaci¨®n de la imagen en diez a?os atr¨¢s, la paralizaci¨®n de la vida espa?ola en un tiempo sin tiempo, all¨¢ cuando, con Franco, ¨¦ramos m¨¢s j¨®venes.
-Lo hacen por ahorrar.
No, no lo hacen por ahorrar. Eso ser¨ªa un entendimiento materialista de la Historia, y en Prado del Rey no son materialistas ni marxistas. Lo hacen porque han descubierto el retorno del personaje, no a la manera din¨¢mica y genial que lo descubri¨® Balzac, sino a la manera horterizante y democratainmovilista que usa TVE.
Montecrisito y zarzuela. Todos mis amigos y amigas convertidos en estatuas de sal y mujer de Lot (tengo escrito que la mujer de Lot, en sal, es el monumento a la frigidez). Ando perdido estos d¨ªas entre buenos amigos y bellas amigas que se me hieratizan en un gesto falso del pasado zarzuelero de Espa?a o el pasado de capa y espada. Pero s¨¦ que no es una conjura de Prado del Rey contra m¨ª. Peor: es una conjura contra Espa?a.
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