Elecciones en el Colegio de Abogados
LAS ELECCIONES para la Junta del Colegio de Abogados de Madrid, que se celebrar¨¢n ma?ana, reabren impensablemente, pero ahora con las posiciones cambiadas, el clima de politizaci¨®n con que sol¨ªan plantearse y resolverse durante el anterior r¨¦gimen. Durante aquel periodo, el pluralismo pol¨ªtico, expulsados de las instituciones del Estado, buscaba los menores resquicios para penetrar de alguna forma en la sociedad civil. Los colegios profesionales fueron as¨ª un verdadero campo de batalla para las diversas opciones pol¨ªticas e ideol¨®gicas, que no ten¨ªan otra forma de manifestarse legalmente y que utilizaban ese terreno para medir sus fuerzas entre s¨ª y para constituir, en ocasiones, un frente com¨²n contra el mundo oficial. El r¨¦gimen se defend¨ªa de esas ofensivas mediante ¨®rdenes pol¨ªticas.Todav¨ªa esta vivo en la memoria de todos el recuerdo de las movilizaciones de los empleados a sueldo del sindicalismo vertical, que s¨®lo hac¨ªan acto de presencia en el Colegio de Abogados para votar en contra de candidaturas en las que se agrupaban dem¨®cratas del m¨¢s diverso signo.A partir de las elecciones generales de junio de 1971, y todav¨ªa con mayor raz¨®n, despu¨¦s del refrendo popular de la Constituci¨®n, la actividad pol¨ªtica se ha desplazada al campo abierto de la competici¨®n entre los partidos. Por esa raz¨®n, el compromiso alcanzado en el Colegio de Abogados de Madrid para formar una candidatura, encabezada por el se?or PedroI, en el que est¨¢n representadas las principales corrientes deol¨®gicas y pol¨ªticas de signo democr¨¢tico, es un elogiable esfuerzo para reducir al m¨ªnimo las pugnas interpartidistas, garantizar que la voz de todos pueda ser escuchada en la Junta, y consagrar la mayor parte del trabajo a objetivos propiamente profesionales.
La limitaci¨®n del acuerdo a Ios grupos que se hallan inequivocamente dentro del arco constitucional es absolutamente inevitable, puesto que la actitud de aceptaci¨®n o de rechazo, a la Constituci¨®n condiciona decisivamente a la manera de entender una profesi¨®n ¨ªntimamente ligada a los principios sobre los que descansa la legalidad. Despu¨¦s de aprobada la nueva Norma Fundamental, quienes la acatan de forma clara y sin dobIes intenciones dif¨ªcilmente podr¨ªan ponerse de acuerdo para su defensa y desarrollo, con quienes a?oran la legislaci¨®n del pasado. Un Estado de derecho que descansa en la soberan¨ªa popular, en las instituciones representativas y en las libertades es algo sustancialmente distinto del viejo aparato de poder que utilizaba la t¨¦cnica jur¨ªdica, vaciada de sentido de la justicia y de respeto por los derechos individuales, para sus incontrolados prop¨®sitos. Y, paralelamente, los hombres de leyes que respetan y aceptan la Constituci¨®n se apoyan en principios ¨¦ticos y jur¨ªdicos diametralmente diferentes de los que sustentaban las Leyes Fundamentales del pasado.
Ahora bien, los adversarios del r¨¦gimen democr¨¢tico han aprendido muy r¨¢pidamente las reglas de juego del nuevo sistema han asimilado la experiencia, de sus derrotas en otros terrenos electorales, y est¨¢n dispuestos a recurrir a planteamientos quiz¨¢ menos n¨ªtidos pero tal vez m¨¢s eficaces. As¨ª, para las elecciones de ma?ana han sacado de los arcones la bandera del profesionalismo como procedimiento id¨®neo para tratar de conseguir votos que nunca lograr¨ªan si acudieran a las urnas con su ideolog¨ªa y su programa al descubierto. Estos representantes de la derecha autoritaria, que se amparan para mayor confusi¨®n, bajo el ilustre apellido liberal que encabeza su candidatura, acusan, al tiempo, a sus oponentes, de hacer pol¨ªtica, cuando de lo que se trata en realidad es de una lucha electoral entre dos formas distintas y opuestas de enjuiciar y valorar la Constituci¨®n. La candidatura de Pedrol congrega, a letrados de ideas democr¨¢ticas que se proponen minimizar las pugnas partidistas para dar apoyo y respaldo, como colegio profesional, al desarrollo de la Constituci¨®n. La candidatura, que se le enfrenta, aunque invoque la pureza del profesionalismo, a juzgar, por el historial pol¨ªtico, y personal de la mayor¨ªa de sus componentes, no representa otra cosa que los objetivos pol¨ªticos y partidistas de signo m¨¢s conservador. Los abogados madrile?os no deben ser insensibles a este reto. Acudir a votar es la mejor garant¨ªa de que la respuesta de las urnas, gane quien gane, ser¨¢ verdaderamente democr¨¢tica.
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