En Puebla, la Iglesia latinoamericana no se mostr¨® conservadora y miedosa
Para quienes como EL PAIS hemos vivido minuto por minuto este peque?o ?concilio? de la Iglesia cat¨®lica en Latinoam¨¦rica, que dentro de poco contar¨¢ con la mitad de los cat¨®licos del mundo, algunos puntos claves aparecen cada vez m¨¢s claros, junto con una serie de ambig¨¹edades y contradicciones. Entre esos aspectos n¨ªtidos figura la necesidad de que la Iglesia de los pobres recobrase la dignidad perdida.
La pregunta que se hac¨ªa en v¨ªsperas de Puebla era si esta III Conferencia General de los Obispos de Am¨¦rica Latina podr¨ªa significar la condena de aquella conferencia anterior celebrada en Medell¨ªn, donde por vez primera la Iglesia tom¨® conciencia de vivir en un continente de ?injusticia institucionalizada? y que esta injusticia era fruto no s¨®lo del ego¨ªsmo de algunos ricos, sino de una estructura econ¨®mica, social y pol¨ªtica de tipo capitalista, que imped¨ªa a los latinoamericanos vivir con dignidad su experiencia humana, base indispensable y previa para una predicaci¨®n de la dignidad cristiana.Terminada esta III Conferencia se puede decir que en Puebla ha sucedido lo mismo que en Medell¨ªn. All¨ª se esperaba mucho entonces del discurso de Pablo VI, considerado socialmente ?progresista?, y poco de la reuni¨®n de obispos a la cual se la daba sobre todo un car¨¢cter rutinario. Ocurri¨® todo lo contrario: Pablo VI pronunci¨® un discurso conservador, mientras los obispos tomaron ?milagrosamente? conciencia de que era necesario dar un signo prof¨¦tico que devolviera a la Iglesia de los pobres y de los oprimidos su credibilidad perdida.
Se repiti¨® el esquema de Medell¨ªn
En Puebla todo hac¨ªa pensar que el nuevo papa polaco ?venido del socialismo? y dispuesto a situar en primer plano la ?colegialidad? ir¨ªa a Puebla con la ¨²nica misi¨®n de decirles a los obispos que se dejaran llevar por el esp¨ªritu, que buscasen juntos y en plena libertad las respuestas nuevas a los problemas nuevos de aquel continente donde desde la ¨²ltima conferencia de Medell¨ªn ha crecido el hambre, la tortura y la explotaci¨®n.Se tem¨ªa, al mismo tiempo, que la Iglesia de Am¨¦rica Latina podr¨ªa presentarse esta vez conservadora y miedosa. Todo lo hac¨ªa prever: el documento preparatorio, que supon¨ªa la condena de Medell¨ªn; las presiones de una parte de la curia romana para frenar lo que quedaba vivo de Medell¨ªn, sobre todo en la base cristiana, y la acci¨®n reaccionaria del secretario general del CELAM, monse?or L¨®pez Trujillo, contra la ?teolog¨ªa de la liberaci¨®n?.
Pero se repiti¨® el esquema de Medell¨ªn: el Papa pronunci¨® en Puebla un discurso que fue un jarro de agua fr¨ªa para los obispos m¨¢s abiertos. Todas las esperanzas de que el papa Wojtyla iba a Puebla a ?liberarles del esquema conservador preparado por el grupo Trujillo? se quedaron en agua de borrajas. Pero, como en Medell¨ªn, los obispos se manifestaron mucho m¨¢s abiertos y libres de lo que se pod¨ªa imaginar, a pesar de las presiones dur¨ªsimas por parte de los sectores conservadores y m¨¢s comprometidos con la Curia y con algunos reg¨ªmenes del continente.
A pesar de los golpes de mano para intentar una condena de la ?teolog¨ªa de la liberaci¨®n? y poner fin a las aperturas de Medell¨ªn, lo cierto es que el texto aprobado por unanimidad, con un s¨®lo voto en blanco, es un documento que hasta los observadores m¨¢s cr¨ªticos y de izquierdas han calificado de ?grito de liberaci¨®n?. As¨ª lo ha hecho, por ejemplo, el escritor cat¨®lico italiano Raniero la Valle, que en las elecciones de junio de 1976 figur¨® en las listas del Partido Comunista italiano (PCI).
Los observadores laicos, como el comentarista del diario radical socialista La Repubblica, de Roma, han escrito que es ?dif¨ªcil encontrar un documento episcopal colectivo que diga m¨¢s que el documento aprobado en Puebla?.
La "teolog¨ªa de la liberaci¨®n"
Quiz¨¢ la cosa m¨¢s importante de Puebla es que los obispos han producido un documento propuesto por el Papa en su discurso inaugural. Una cosa semejante dec¨ªan ya en Puebla algunos observadores europeos, seg¨²n los cuales hubiese sido imposible en la mayor parte de los episcopados de otros continentes, como el europeo, los cuales normalmente ?son m¨¢s papistas que el papa?.Es verdad que en el documento ha quedado excluida la frase que reconoc¨ªa impl¨ªcitamente valores positivos a la ?teolog¨ªa de la liberaci¨®n?, y que fue excluida mediante un golpe de mano de 52 obispos conservadores que presentaron a la asamblea un voto ambiguo, ya que se trataba de votar, no la frase que no les gustaba e ellos, sino una verdadera moci¨®n sobre la validez global de toda la teolog¨ªa de la liberaci¨®n?. A pesar de todo, 52 obispos votaron a favor. El consultor teol¨®gico del padre Arrupe, el jesuita italiano, padre Sorge, director de Civilta Cattolica, confi¨® a EL PAIS que este voto ha sido el test m¨¢s importante de Puebla, ya que demuestra que, por lo menos, un tercio del episcopado de Am¨¦rica Latina apoya plenamente a los ?te¨®logos de la liberaci¨®n?. Pero si es cierto que el texto se ha quedado sin esta frase, tambi¨¦n lo es que todo el documento est¨¢ impregnado de la sustancia y del contenido de esta doctrina de la ?liberaci¨®n?, de la que nace un muy serio compromiso para todos los cristianos en la lucha contra todo lo que significa opresi¨®n, no s¨®lo espiritual, sino tambi¨¦n ?econ¨®mica, social, pol¨ªtica y cultural?.
Es verdad que el documento ha pagado tambi¨¦n el tributo al discurso del Papa y que, hablando de Cristo, recalca las frases de Wojtyla de que no fue un ?l¨ªder pol¨ªtico? ni un ?revolucionario ?, y es cierto que ha quedado en el texto una imagen de marxismo vieja y que no tiene en cuenta la evoluci¨®n de los partidos comunistas europeos.
Social, no privada
Peto es tambi¨¦n importante que se remacha que la acci¨®n de Cristo en el mundo no es ?privada? sino ?social?, que se repite el concepto fundamental de Medell¨ªn, que hab¨ªa desaparecido en el texto preparatorio sobre ?injusticia institucionalizada?, en el. que se condena abiertamente la ideolog¨ªa de la ?seguridad nacional? y, sobre todo, que no se ha lanzado, como se tem¨ªa y como quiz¨¢ hubiese gustado m¨¢s a Juan Pablo II un proyecto de sociedad cristiana, de tercera v¨ªa, o de legitimaci¨®n de los partidos pol¨ªticos inspirados en el cristianismo.Esto, unido a la llamada a ?solidaridad con los sufrimientos y las aspiraciones del pueblo? y a la afirmaci¨®n de la ?colegialidad?, atrevi¨¦ndose a ir m¨¢s all¨¢ del discurso del Papa, es algo muy positivo que en v¨ªsperas de la conferencia no se hubiese atrevido a profetizar ning¨²n observador ni de lejos.
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