De los sondeos a las urnas
Un sondeo de opini¨®n no es una profec¨ªa, sino un an¨¢lisis del estado de ¨¢nimo del electorado. Por eso, cualquier valor a?adido que se le quiera dar al estudio de Sofemasa que hoy publica EL PAIS, y del que se desprende una hipot¨¦tica composici¨®n del pr¨®ximo Parlamento, ser¨¢ de la exclusiva responsabilidad ajena. No estamos diciendo -ni Sofemasa ni EL PAIS- qu¨¦ va a pasar, sino qu¨¦ grandes tendencias van a mover las urnas del pr¨®ximo jueves y c¨®mo pueden influir en la distribuci¨®n aproximada de esca?os.Los candidatos y partidos m¨¢s perjudicados por los sondeos han tratado durante la campa?a que hoy termina de demostrar que casi todos los sondeos son mentira, est¨¢n manipulados o t¨¦cnicamente mal hechos. En definitiva, que no son, fiables. Aparte de esas cr¨ªticas a prop¨®sito de todo tipo de sondeos, se han esgrimido acusaciones espec¨ªficas contra la encuesta publicada por EL PAIS al comienzo de la campa?a. Algunos aluden a lo limitado de la muestra y la imposibil?dad de suministrar, con esos datos, an¨¢lisis regionales precisos.
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De los sondeos a las urnas
(Viene de primera p¨¢gina)
A LOS expertos corresponde dilucidar esa cuesti¨®n. Por lo dem¨¢s, la imputaci¨®n hecha p¨²blica, desde la derecha y la izquierda, de que la encuesta hab¨ªa sido conscientemente manipulada dentro o fuera, de EL PAIS nos parece tan pobre creemos apenas merece respuesta.. Nosotros confiamos en, la solvencia t¨¦cnica y la responsabilidad profesional de la empresa que hemos contratado y somos conscientes de nuestro absoluto deseo de objetividad e independencia en el an¨¢lisis de los. resultados. Creemos,. adem¨¢s, como es obvio, que este tipo de encuestas influyen en la opini¨®n p¨²blica. ?C¨®mo no han de influir? Los electores tienen en ella un elemento de juicio para decidir finalmente su voto. Y eso, en un pa¨ªs con tan peque?a tradici¨®n electoral como el nuestro, resulta esencialmente valioso; sobre todo porque una vez reconocida su influencia es dif¨ªcil, en cambio, determinar en qu¨¦ direcci¨®n se ha de volcar ¨¦sta.
Tanto creemos que influyen los sondeos en la opini¨®n p¨²blica que hemos de basar hoy la nuestra propia sobre la encuesta que publicamos. Pero vaya por, delante una aseveraci¨®n. No entendemos que sea procedente por nuestra parte hacer ninguna recomendaci¨®n espec¨ªfica del voto en favor o en contra de ning¨²n partido. Los grandes diarios independientes acostumbran a veces a hacer expl¨ªcito su apoyo a posiciones determinadas en los momentos electorales. Pero hace falta una sociedad madura democr¨¢ticamente -y la libertad de prensa es una instituci¨®n de la democracia- para que el cuerpo pol¨ªtico y social, las ¨¦lites y clases dirigentes y los propios lectores de un diario acepten esa recomendaci¨®n como la expresi¨®n de un criterio y no el fruto de un soborno o de una veleidad. La propia historia de las reacciones a las encuestas, que antes se?al¨¢bamos, lo pone de relieve. No somos. adem¨¢s, un diario para unas elecciones, aunquehemos sido y seremos beligerantes en la defensa de las instituciones democr¨¢ticas y en el respeto a las minor¨ªas de cualquier signo. Presumimos que eso puede hacerse tanto desde la izquierda como desde el centro o la derecha. y que ser¨ªa falaz hacer catastrofismo del triunfo o la derrota de nadie en unas elecciones como las que abordamos. La democracia en este pa¨ªs no depende de un partido, sino de todos, y ni siquiera s¨®lo de los partidos. El pr¨®ximo jueves no se juega Espa?a un riesgo institucional. resuelto ya en las urnas con el refer¨¦ndum y por resolver en muchos ¨¢mbitos del comportamiento social, pero no esencial ni primordialmente en el Parlamento. Lo que se juega Espa?a el pr¨®ximo jueves es una manera y un contenido concreto de hacer las leyes y de gobernar. Y sobre ese criterio debe basarse cualquier voto razonable.
Vamos entonces con los resultados de la encuesta de Sofemasa y los comentarios que merece. Uno de los datos, tal vez el m¨¢s significativo y revelador, puede servir de paso como bot¨®n de muestra de nuestro deseo de independencia. Las cifras para el Pa¨ªs Vasco contradicen y desmienten cuantos vaticinios y tomas de posici¨®n ha hecho este peri¨®dico sobre las posibilidades electorales de la izquierda abertzale. No s¨®lo en Guip¨²zcoa, Euskadiko Ezkerra y Herri Batasuna superar¨ªan con creces el 10% del censo electoral y obtendr¨ªan, juntos, m¨¢s votos que el PNV, sus resultados ser¨ªan casi tan halag¨¹e?os en Vizcaya y relativamente elevados en Alava y Navarra. Si estas intenciones de voto se confirman, el panorama de fuerzas pol¨ªticas dibujado por las elecciones de junio de 1977 en Euskadi sufrir¨ªa un cambio radical. El PSOE habr¨ªa perdido posiciones, pero ser¨ªa sobre todo el PNV quien tendr¨ªa que hacer una revisi¨®n a fondo de su estrategia. La ambig¨¹edad -no reconocida por ellos- de los nacionalistas dem¨®crata-cristianos en el ¨²ltimo a?o y medio no s¨®lo no parece que vaya a darles la hegemon¨ªa, sino que puede ser considerada, de forma retrospectiva, como una fuente de alimentaci¨®n del nacionalismo radical. El PNV ha forzado su intransigencia por no perder los votos de los independentistas y de los simpatizantes de ETA que le hab¨ªan favorecido en junio de 1977. Si las cifras del sondeo se hacen realidad pueden encontrarse con la desagradable sorpresa de que han estado trabajando para sus propios contrincantes.
El espectacular crecimiento de la izquierda abertzale parece as¨ª remedar la conocida figura de la profec¨ªa autocumplida. Sus votos nacer¨¢n de la irritaci¨®n que produce la presencia masiva de las Fuerzas de Orden P¨²blico en el Pa¨ªs Vasco y de la parsimonia y cortedad de las medidas de preautonom¨ªa; a su vez, ese endurecimiento de la pol¨ªtica de orden p¨²blico ha sido consecuencia de los cr¨ªmenes y atentados de ETA militar y de los secuestros y extorsiones de ETA pol¨ªtico-militar, justificados por Herri Batasuna, disculpados por Euskadiko Ezkerra y explicados ?hist¨®ricamente? por el PNV. En cualquier caso, todo ello es intranquilizador y preocupante. Pues, junto al crecimiento de los abertzales, se contempla la casi desaparici¨®n del partido del Gobierno en el Pa¨ªs Vasco y una considerable baja del principal partido de la oposici¨®n. Aun si las previsiones de la encuesta no se cumplen es bastante claro que existe un deterioro de la cuesti¨®n vasca que puede generar las m¨¢s serias dificultades en la inmediata andadura de las nuevas Cortes. El sondeo ha sido realizado, adem¨¢s, en un momento de creciente actividad terrorista en el Norte, coincidiendo con una cruel oleada de asesinatos y secuestros y ante la imperturbabilidad a que nos tienen acostumbrados las instituciones y fuerzas sociales vascas de mayor influencia. Coincidiendo tambi¨¦n con esa estupidez pol¨ªtica con que corona de errores la gesti¨®n gubernamental en el tema vasco y que consiste en la detenci¨®n -en plena campa?a- de un candidato como Telesforo Monz¨®n. sin duda un separatista nato pero tambi¨¦n un hombre d e prestigio intelectual, un viejo pacifista y una persona enferma que puede ir ahora de la c¨¢rcel a su esca?o de diputado.
Pero todo ello no har¨¢ desaparecer el hecho de que una parte importante y mayoritaria del Pa¨ªs Vasco seguir¨¢ votando al nacionalismo tradicional y a opciones de signo ?espa?olista?. Ni tampoco, por ser m¨¢s crecido, vamos a considerar m¨¢s disculpable la aberraci¨®n antidemocr¨¢tica del apoyo a la violencia armada o menos condenable el intento de enfrentar a la poblaci¨®n de habla euskera con el resto del pa¨ªs y con los trabajadores inmigrantes.
Por lo dem¨¢s, el sondeo muestra que no hay grandes cambios b¨¢sicos en la distribuci¨®n de las fuerzas pol¨ªticas. El bipartidismo imperfecto que funciona desde hace casi dos a?os en nuestro pa¨ªs va a ser ratificado por la decisi¨®n de las urnas. Este bipartidismo, en el que UCD y PSOE juegan un papel predominante, reparti¨¦ndose por el momento el 60% del voto popular y el 80% de la representaci¨®n parlamentaria, no es fruto del sistema electoral, que, aun corregido, es el de la proporcionalidad, sino de los deseos del electorado.
De los otros dos grandes partidos que se configuraron en las elecciones de 1977, uno ha desaparecido sin que su sustituto visible (CD) parezca que pueda obtener las mismas posiciones en votos y esca?os. La derecha autoritaria de AP se ha fugado hacia la ultraderecha pi?arista, que ha de encontrar aposento en el Congreso, y la derecha moderada, quiz¨¢ por la rentabilizaci¨®n del voto, parece querer seguir afincada en UCD. Coalici¨®n Democr¨¢tica puede resultar as¨ª emparedada entre Su¨¢rez y el fascismo ,y no es dif¨ªcil de prever que a, un plazo corto exista alg¨²n tipo de pacto entre UCD y CD. S¨®lo motivaciones personales hacen entender las diferencias que expliquen la presencia de personas como Areilza y Osorio en un equipo diferente al de Garrigues o Landelino Lavilla.
Las intenciones de voto del PCE parecen augurarle resultados, aunque no espectaculares, superiores a los obtenidos el 15 de junio. La inteligencia y el comportamiento responsable de los comunistas desde su legalizaci¨®n les pueden hacer acreedores de una ganancia que hubiera podido ser mayor si no pesaran sobre sus siglas los recuerdos de otras ¨¦pocas y una campa?a escorada excesivamente en contra del PSOE.
Por lo dem¨¢s, ya hemos dicho que no pensamos recomendar voto espec¨ªfico alguno, pero si creemos necesario hacer una llamada a la responsabilidad de votar. Quienes defendemos la democracia parlamentaria no podemos ser insensibles ante las actitudes de tibieza o despreocupaci¨®n en momentos tan serios para la vida del pa¨ªs. Hemos querido. dar, y pensamos que en gran parte lo hemos conseguido, la mayor abundancia posible de datos y de elementos de juicio para que nuestros lectores puedan hacerse su propia opini¨®n. La conciencia de cada cual, sus definiciones ideol¨®gicas y sus an¨¢lisis de los programas y de los equipos debe mover su opci¨®n. En la claridad repetida de que no existe partido ni coalici¨®n que pueda recabar para s¨ª los triunfos de la democracia de todos y de que una mala gesti¨®n, en una democracia, puede ser siempre motivo de la ca¨ªda de un Gobierno, pero no de todo el sistema.
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