Reloj de reflexiones
Hoy nos toca reflexionar, asfixiados de palabras, fotos y programas, enceguecidos con los colores partidarios y publicitarios. Es d¨ªa laboral, de modo que la reflexi¨®n ha de hacerse en marcha, mientras se sorbe el caf¨¦ a toda prisa o se intenta despegar con agua fr¨ªa los p¨¢rpados grapados de lega?as. Entre siete y media y ocho y media de la ma?ana, miles y miles de personas entran o salen de Madrid, agobiadas por atascos, intentando llevar a cabo cada d¨ªa la mediocre epopeya de llegar a su trabajo a trav¨¦s de un tr¨¢fico estancado.Entre siete y media y ocho y media de la ma?ana, por ejemplo, la carretera de Andaluc¨ªa se colapsa a la entrada de la ciudad con coches casi vac¨ªos y autobuses repletos, son somnolientos hombres y mujeres que vienen desde sus barrios-dormitorio (Villaverde, las Carolinas, todo eso) hacia esa cita obligada con el reloj empresarial. Entre siete y media y ocho y media, los autobuses y camionetas aprisonados en el tap¨®n abren sus puertas vomitando a todos los ocupantes, y la autopista se convierte en un marat¨®n esforzado de miles de personas entre veh¨ªculos parados, porque no hay aceras en la autopista y la gente ha de abrirse paso a trav¨¦s de los autom¨®viles que cubren el horizonte: ah¨ª van, hormigueantes, corriendo por vericuetos de asfalto. A ambos lados de la carretera est¨¢n los cementerios de autom¨®viles, latas retorcidas que parecen llamar o burlarse de los coches estancados, que a estas horas todo Madrid parece un cementerio de Arrabal, dicho sea con may¨²scula o min¨²scula, y los hombres y mujeres que se apresuran entre los veh¨ªculos, apeados de sus autobuses in¨²tiles parecen supervivientes de una cat¨¢strofe min¨²scula y diaria All¨¢ van, afan¨¢ndose en cubrir a toda velocidad uno o dos kil¨®metros de tap¨®n urbano, para alcanzar el Metro de Legazpi a pie, y llegar as¨ª casi a tiempo al trabajo: es una carrera que hay que emprender cada d¨ªa, una carrera sin premio ni triunfo. Y hoy han de reflexionar mientras galopan.
El reloj de f¨¢brica o de oficina marca sin parar segundos en contra, en contra de las meditaciones, de la reflexi¨®n y de uno mismo. En los doce ¨²ltimos meses ha aumentado en un cuarto de mill¨®n el n¨²mero de parados, y es el nuestro un galopar tan desquiciado que esas 250.000 personas inactivas se ven obligadas a echar de menos el reloj tirano y las carreras matinales. Hoy toca jornada de reflexi¨®n, y los que tienen empleo reflexionan tambi¨¦n sobre la sutil campa?a antihuelgas que parece haberse emprendido, en esta ¨²ltima semana electoral, los conflictos han disminuido y por los medios de comunicaci¨®n se nos informa que los huelguistas son perezosos y harto insolidarios, porque hoy toca d¨ªa de reflexi¨®n y todos se afanan en servir bien al reloj, en ser discretos y obedientes. Detr¨¢s de las carreras quedan matrimonios en equilibrio precario, relaciones personales envenenadas por las prisas, amistades perdidas porque la ciudad se para y agota a los amigos. Atr¨¢s quedan las letras del piso a plazos -parquet en zonas nobles- y quedan los ni?os jugando entre los coches porque el asfalto se ha comido el ¨²ltimo ¨¢rbol de la temporada y ya no hay zonas verdes; atr¨¢s queda el abuelo, que vamos a tener que meterle en un asilo porque se ha olvidado de su nombre y se pierde cada ma?ana por calles enemigas, la boca un punto babeante y los ojos indefensos, ese abuelo a quien nadie puede cuidar durante el d¨ªa porque es necesario galopar hacia el trabajo. Atr¨¢s queda un amante rutinario y al cual uno no sabe c¨®mo rescatar del tedio, y un embarazo a destiempo, y atr¨¢s va quedando, incluso, el autob¨²s que te ha tra¨ªdo de Villaverde, exang¨¹e sobre la carretera, abandonado ,y preso del tap¨®n. El Metro de Legazpi est¨¢ ya cerca y el reloj te espera para morderte el pico de la tarjeta y la meditaci¨®n de hoy, que hoy toca reflexionar y habr¨ªa que preguntarse sobre qu¨¦.
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