Las elecciones en el Pa¨ªs Vasco
LAS URNAS han hablado en Guip¨²zcoa y Vizcaya con un lenguaje inquietante que contradice vaticinios anteriores que ahora se muestran como simples expresiones de deseos. La izquierda abertzale ha obtenido en esas dos provincias m¨¢s de 2 10.000 votos, lo que significa casi un 17% del censo; dentro de esa cifra, los sufragios de Herri Batasuna, alineada con las posiciones pol¨ªticas de ETA militar, representan a unos 137.000 ciudadanos, esto es, aproximadamente, el 10% de la poblaci¨®n censada. Si a las cifras del nacionalismo radical se le suman los 235.000 votos del moderado PNV, el resultado es una mayor¨ªa en favor de las diversas corrientes nacionalistas, hist¨®ricamente provenientes de un tronco com¨²n.En un comentario a prop¨®sito del sondeo de Sofemasa -que en este terreno levant¨® una liebre bien significativa, al igual que en las intenciones de voto en Andaluc¨ªa y en el descalabro de CD-, se?alamos que un resultado electoral de esas caracter¨ªsticas invalidaba los supuestos de hecho sobre los que descansaban algunas de nuestras valoraciones acerca de la cuesti¨®n vasca. Nuestras reiteradas afirmaciones de que el terrorismo de ETA encontraba cada vez menos respaldo popular se muestran ahora, desgraciadamente, err¨®neas; y nuestro pron¨®stico -basado en el an¨¢lisis del voto negativo en el refer¨¦ndum- de que el nacionalismo radical no podr¨ªa sobrepasar el porcentaje del 10% sobre el censo total en las cuatro provincias, tambi¨¦n ha sido desmentido por los hechos. Esa alteraci¨®n de los datos no priva, por supuesto, de vigencia a los juicios de valor, ¨¦ticos y pol¨ªticos, que pueden formularse sobre los asesinatos terroristas, tanto m¨¢s aborrecibles cuanto que sirven, adem¨¢s, para intoxicar de odio y de irracionalidad a los sectores sociales que los aprueben y para ahondar la brecha de incomprensi¨®n y xenofobia entre dos comunidades con derecho a convivir en un mismo territorio. Sin embargo, los resultados electorales obligan a una nueva reflexi¨®n sobre el significado de un movimiento con caracter¨ªsticas populistas y sobre las condiciones que han engendrado no s¨®lo la violencia asesina organizada, sino el apoyo social que recibe.
Ni que decir tiene que corresponde a los dos grandes partidos de la vida nacional el peso principal de esa tarea, en la que forzosamente se incluye la rectificaci¨®n de las incomprensiones y los errores que hayan cometido. Sin embargo, las primeras reacciones del Gobierno y del PSOE no son muy esperanzadoras. El ministro del Interior, en una rueda de prensa, ha entrado en el debate como un elefante en una cacharrer¨ªa; irrupci¨®n tanto m¨¢s peligrosa cuanto que su nombre suena como futuro ministro para las Regiones. Convertir en sin¨®nimos, a efectos de legalidad, el independentismo y el terrorismo no es verdaderamente admisible. Y la doctrina de que no tienen sitio en las Cortes los partidarios de la autodeterminaci¨®n de Euskadi significa confundir la Constituci¨®n con los Principios del Movimiento y un Estado pluralista y parlamentario con un r¨¦gimen totalitario. Es como si, en el momento en que hay que hacer lo imposible por evitar la casi segura retirada de los diputados de Herri Batasuna del Congreso, el propio ministro del Interior les mostrara la puerta con gesto imperioso. El candidato de UCD electo por Vizcaya tambi¨¦n ha echado su paletada de arena para edificaci¨®n del nuevo bunker. La afirmaci¨®n del se?or Rodr¨ªguez Sahag¨²n de que UCD y Herri Batasuna son los ¨²nicos partidos con verdadera entidad en el Pa¨ªs Vasco resulta una jactancia excesiva, quiz¨¢ nacida en la euforia tras la meritoria obtenci¨®n de un dif¨ªcil esca?o. Otra cosa nos llevar¨ªa a concluir que el actual ministro de Industria es un sembrador de vientos que pueden desencadenar tempestades como la que azota al Ulster desde hace a?os. Finalmente, el adem¨¢n del Gobierno de arrojar sobre el PSOE la carga entera del mal funcionamiento del Consejo General Vasco durante el ¨²ltimo a?o no est¨¢ exento de raz¨®n, pero tambi¨¦n es preciso reconocer la cortedad, tardanza y racaneo que han presidido la pol¨ªtica estatal hacia la preautonom¨ªa vasca.
Por otro lado, quiz¨¢ la necesidad de sacar fuerzas de flaqueza para alentar a sus bases sirva para explicar la resistencia de la direcci¨®n del PSOE a reconocer p¨²blicamente sus propias culpas en el descalabro general de la cuesti¨®n vasca y su baja como partido. La derrota de la candidatura comunista en Vizcaya, que pese a la leve ganancia de sufragios no ha logrado un solo esca?o, da motivos para pensar que toda la izquierda con implantaci¨®n nacional, y no s¨®lo los socialistas, ha cometido errores en Euskadi; porque el comportamiento de Roberto Lertxundi a lo largo de este ¨²ltimo a?o ha sido un ejemplo de valor y de coherencia en la defensa de unas posiciones aparentemente correctas, y muchas veces lo hemos dicho as¨ª. Ahora bien, el PSOE tiene, por tradici¨®n hist¨®rica y por base electoral, muchas mayores responsabilidades en el Pa¨ªs Vasco. Sus celos competitivos respecto al PNV le llevaron a la estrategia de aliarse con UCD para ocupar la presidencia del Consejo General Vasco, cargo que el se?or Rubial, pese a sus indudables m¨¦ritos pol¨ªticos en el pasado, convirti¨® en un sill¨®n vac¨ªo. La desdichada intervenci¨®n del candidato por Guip¨²zcoa en el debate televisivo sobre el terrorismo s¨®lo puede explicarse, a la vista de los resultados del 1 de marzo, como una tentativa en toda regla de suicidio electoral. El err¨¢tico curso del se?or Benegas en la cuesti¨®n de las negociaciones con ETA probablemente ha contribuido a deteriorar la posici¨®n del PSOE, tanto en los sectores que deseaban esa pol¨ªtica (y a los que ha decepcionado que sea abandonada) como en los electores que la consideraban indeseable (y que desconfiaron del partido que inicialmente la propuso).
En m¨¢s de una ocasi¨®n hemos insistido en que las medidas policiales contra el terrorismo -que es preciso continuar- s¨®lo tienen sentido en el marco de unas medidas pol¨ªticas que le confieran no s¨®lo sentido democr¨¢tico, sino que aseguren la sinceridad de las promesas de autonom¨ªa y la profundidad y amplitud de las instituciones de autogobierno. El PNV es el principal interlocutor en esa negociaci¨®n, pero no el ¨²nico. El proyecto de Estatuto de Autonom¨ªa finalizado pocos d¨ªas antes de la disoluci¨®n de las anteriores Cortes fue aprobado no s¨®lo por el nacionalismo vasco moderado y por los socialistas, sino, tambi¨¦n, por Euskadiko Ezkerra, la coalici¨®n de la izquierda abertzale emparentada con ETA pol¨ªtico-militar. El Estatuto de Autonom¨ªa del Pa¨ªs Vasco debe ser abordado por las nuevas Cortes de forma urgente y prioritaria. Y es muy importante que nadie convierta su debate en una historia entre buenos y malos desde ning¨²n lado. El cuerpo pol¨ªtico de la naci¨®n debe ser consciente del verdadero problema planteado en el Pa¨ªs Vasco y deseamos que nuestros parlamentarios no traten de plantear el asunto con las caracter¨ªsticas de enfrentamiento civil que contienen las declaraciones de los dos ministros que comentamos, m¨¢s propias, en todo caso, para decirlas si se quiere en una campa?a electoral que despu¨¦s de ganar unas elecciones. ?Y Herri Batasuna? Quiz¨¢ movidos por la convicci¨®n de que la ausencia de una salida pol¨ªtica a la situaci¨®n vasca y el empecinamiento en una soluci¨®n militar nos arrastrar¨ªa a todos -empezando por los que el jueves votaron a esas candidaturas- a la cat¨¢strofe, nos resistimos a admitir la posibilidad de que la irracionalidad, emocionalismo y rigidez doctrinaria de ese movimiento no fueran reabsorbidos, en favor de la democracia y la v¨ªa pac¨ªfica, por un verdadero r¨¦gimen de autogobierno para el Pa¨ªs Vasco. Pero mentir¨ªamos s¨ª dij¨¦ramos que somos optimistas respecto a la reconducci¨®n del tema, la detenci¨®n del terrorismo y la sustituci¨®n de la lucha armada por el debate pol¨ªtico. Si el terrorismo contin¨²a, el Estado tiene la obligaci¨®n de defender a los ciudadanos del bandolerismo asesino. Si para en su actividad, los espa?oles deben saber afrontar en toda su dimensi¨®n el problema pol¨ªtico y de convivencia planteado en el Pa¨ªs Vasco, del que debe salirse mediante una soluci¨®n negociada en las Cortes: el Estatuto de Autonom¨ªa.
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