Gran versi¨®n de "El Mes¨ªas" por Neville Marriner

El prestigio de Neville Marriner alcanza tal amplitud de onda que bien puede hablarse de popularidad. Ha contribuido a ella la larga serie de grabaciones discogr¨¢ficas con la Academy of St. Martin in the Fields, que Marriner fundara y dirigiera durante m¨¢s de una d¨¦cada. Es l¨®gico que con un grupo as¨ª, y al margen de los m¨¦ritos del maestro ingl¨¦s en cualquier tipo de repertorio, su nombre vaya unido a la m¨²sica barroca, que sabe traducir con excelente estilo y vitalidad actualizadora.No menos l¨®gico que el anuncio de uno de los grandes hit de la m¨²sica barroca, El Mes¨ªas, de Haendel, convocara una audiencia que sobrepas¨® hasta el l¨ªmite de lo posible la capacidad normal del teatro de la plaza de Oriente. Por otra parte, el cuadro de solistas fue de gran clase: la soprano Margaret Marshall, excelente de voz, t¨¦cnica y criterio; la mezzo Helen Watts, de la que basta enunciar su nombre como garant¨ªa de calidad; el tenor Anthony Rolfe Johnson, cuyos medios, tan bien manejados, son ideales para el oratorio, y el bajo Neil Howlett, cuya potencia y color se ven un tanto da?ados por un tr¨¦molo natural (como suced¨ªa a L¨¢zaro y Superv¨ªa, por citar dos grandes). En todo caso, un cuarteto de ?oratoristas? que se mueven en El Mes¨ªas con la naturaliclad de lo familiar y la frescura de lo cotidiano.

Protagonista principal¨ªsimo fue el Cero de RTV, que dirige Alberto Blancafort. Marriner pide mucho en el orden expresivo, en el de las agilidades vocales y en la consecuci¨®n de un estilo en el que se acent¨²a la herencia italiana de Haendel. El Coro respondi¨® en todo momento con presteza, vivacidad y un no s¨¦ qu¨¦ de alegr¨ªa, esa ?alegr¨ªa de hacer y vivir la m¨²sica? de que nos hablaba Rosalyn Tureck. Los profesores de la RTVE, en su conjunto y en sus cometidos solistas sonaron como una gran orquesta especializada. Ser¨ªa necesario citarlos a todos, uno a uno, en uni¨®n del clavecinista Luis Miguel Alvarez y el organista Mart¨ªnez Solaesa. Y es que Neville Marriner dinamiza el ?barroco?, sabedor de que ah¨ª est¨¢ gran parte de su raz¨®n de ser; hace cantar en alto, muy aireadas, las l¨ªneas mel¨®dicas, subraya los ?acentos? por elevaci¨®n y confiere a las dos partes de El Mes¨ªas una unidad total que habita en las mil referencias y similitudes del material tem¨¢tico. En Marriner la m¨²sica se hace, como escribe Eugenio Montes, ?madre de la melancol¨ªa y la alegr¨ªa?, al discurrir de una continuidad casi biol¨®gica. Triunfo largo, total, apote¨®sico.