Luis Riaza: "El poder se mantiene con fascinaci¨®n y violencia"

La segunda obra de la programaci¨®n del Centro Dram¨¢tico Nacional en la sala Bellas Artes, de Madrid, se estren¨® anoche: Retrato de dama con perrito, de Luis Riaza, interpretada por Pato Guijar, Berta Riaza, Imanol Arias y Socorro Anad¨®n, con escenograf¨ªa de Andrea d'Odorico y direcci¨®n esc¨¦nica de Miguel Narros. El dramaturgo declar¨® a EL PA?S que la obra plantea las relaciones de una clase social que intenta mantenerse en el poder a base de fascinaci¨®n y violencia. ?El mundo podrido de la decadencia tiene un fuerte sabor pol¨ªtico.?

La producci¨®n dram¨¢tica de Luis Riaza (Madrid, 1925) se ha representado por grupos y en festivales de teatro independiente, sobre todo en el Festival de Sitges, donde se estrenaron Los mu?ecos (1968); Las jaulas (1970); El Fernando (1971), con textos de varios autores; Los c¨ªrculos (1972); El desv¨¢n de los machos y el s¨®tano de las hembras, con cuatro montajes diferentes a partir de 1974, y El palacio de los monos (1978). Tiene publicadas Representaci¨®n de don Juan Tenorio por el carro de las meretrices ambulantes (1973) y Drama de la dama que lava entre las blancas llamas (1974). El dramaturgo, funcionario de Correos desde hace treinta a?os, empez¨® escribiendo poes¨ªa. Tiene el premio Guip¨²zcoa 1966 por Como la ara?a, como la anaconda, y el premio Vizcaya 1968 por Libro de cuentos, adem¨¢s de la obra Nuevo infierno divino (1973), t¨ªtulos que permanecen in¨¦ditos a causa de las censuras.El nombre de Luis Riaza figura en el apartado del ?nuevo teatro espa?ol?, un grupo de dramaturgos que se diferencian de la anterior ?generaci¨®n realista? en los contenidos tem¨¢ticos y en la forma teatral. Gran parte de ellos asumieron recientemente la denuncia de la marginaci¨®n de los autores espa?oles en la programaci¨®n de los teatros. Riaza acepta sin entusiasmo la etiqueta de ?teatro underground?, identificado con las obras de Francisco Nieva y Miguel Romero Esteo, que tienen en com¨²n la b¨²squeda de un nuevo lenguaje.

?En mi caso -se?ala Luis Riaza-, sin minimizar el contenido, busco la eterna fusi¨®n entre contenido y forma. La ¨²nica manera de revolucionar el arte ha sido a lo largo de la historia a trav¨¦s del cambio de las formas, ya que los contenidos son casi siempre conocidos. Los lectores han identificado, a pesar de las diferencias, el teatro de Romero Esteo o el de Nieva con el m¨ªo, ya que nuestra preocupaci¨®n b¨¢sica incide en un cambio del lenguaje y la forma teatral. El teatro se expresa a trav¨¦s de signos menos mediatizados; es m¨¢s vital un signo-actos que un signo-letra o un signo-imagen. Mi enfrentamiento con el teatro es una salvaci¨®n personal, expresar los demonios y problemas del ser humano a trav¨¦s de un medio que est¨¢ m¨¢s cerca de mis posibilidades de expresi¨®n.?

En Retrato de dama con perrito, como el resto de su producci¨®n, domina como tema general el problema del poder. ?Las relaciones del poder con los individuos que est¨¢n sometidos y, sobre todo, la utilizaci¨®n de la fascinaci¨®n de la enajenaci¨®n del signo que utiliza este poder para someter y mantener su hegemon¨ªa. Una de las lecturas m¨¢s inmediatas de la obra estrenada, una obra m¨¢gica con trasfondo pol¨ªtico, ser¨ªa las relaciones de una clase social que intenta mantenerse en el poder a base de la fascinaci¨®n, y cuando ¨¦sta deja de funcionar se acude a la violencia. En este ?drama de la dama pudri¨¦ndose?, el personaje de la dama pertenece a una clase en decadencia, muy viscontiano, que intenta pervivir a trav¨¦s de las bellas formas y la toma de poder. La idea inicial es el nacimiento del fascismo. Cuando la ideolog¨ªa de una clase ha dejado de funcionar como fascinaci¨®n recurre a la violencia. Es un teatro de sensibilidad po¨¦tica, pero cimentado en una realidad social y humana, una sociedad cuyos valores sabemos que son injustos, pero que tienen una validez po¨¦tica. El mundo podrido de la decadencia tiene un fuerte sabor po¨¦tico.?

Con el recuerdo de su inicial dedicaci¨®n a la poes¨ªa, Luis Riaza considera que el teatro en Espa?a no lo han escrito los ?dramaturgos oficiales?, sino los poetas. Pone el ejemplo de Lorca y Alberti, consolidados frente a Benavente o Arniches. ?Si busco un lenguaje barroco en mi obra es para "contestarlo". Presento y al mismo tiempo denuncio un lenguaje riquisinico, dentro de la tradici¨®n espa?ola, y acudo al lenguaje popular. En mi teatro los personajes son il¨®gicos, no del todo emblem¨¢ticos. El autor es muy libre de expresarse y el p¨²blico es muy libre de interpretar, como en una "obra abierta".