La entrada en vigor del Sistema Monetario Europeo abre la posibilidad de una unidad europea
?En un primer tiempo cabe pensar que si en Europa occidental se crea una zona de estabilidad monetaria, este hecho favorecer¨¢ tambi¨¦n a la peseta espa?ola?, estimaba d¨ªas pasados, durante un breve viaje a Par¨ªs, el ministro de Hacienda, Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, al evocar el Sistema Monetario Europeo (SME). El Consejo de Europa, que re¨²ne en Par¨ªs hasta hoy a mediod¨ªa a los jefes de Estado y de Gobierno de los nueve de la Comunidad Econ¨®mica Europea (CEE), decidi¨® ayer, al iniciarse su treceava cumbre desde que el Consejo fue creado en 1974, la puesta en vigor del SME.
El presidente de la Rep¨²blica Francesa, Valery Gisca¨ªd d'Estaing, en tanto que presidente de esta cumbre del Consejo de Europa, anunci¨® el arranque oficial, hoy martes, del SME. De antemano, el premier brit¨¢nico, se?or Callagham, hab¨ªa reiterado la decisi¨®n de su pa¨ªs de mantenerse al margen, por considerar indispensable la ?congelaci¨®n de los precios agr¨ªcolas?. La financiaci¨®n del Mercado Com¨²n agr¨ªcola estiman los ingleses que les lesiona gravemente y, por otra parte, su ?disidencia comunitaria se explica tambi¨¦n por problemas de pol¨ªtica interior (elecciones generales), sobre los que incide una opini¨®n p¨²blica que a¨²n no ha digerido su adhesi¨®n a la CEE.Cuando esta ma?ana se abran los mercados de cambio del ¨¢rea de la Comunidad entrar¨¢ en juego la ?nueva unidad de cuenta? (ECU), que servir¨¢ de divisa en esta zona de Europa occidental. Esto no quiere decir que desaparezcan las divisas nacionales, sino que se establece entre ellas un lazo de solidaridad a trav¨¦s del ECU que por ahora durante mucho tiempo s¨®lo servir¨¢ a los bancos centrales de los pa¨ªses de la CEE para la liquidaci¨®n de sus cuentas. Ayer, en Par¨ªs, el Consejo de Europa lo ¨²nico que ha hecho es oficializar el SME, ya que su formulaci¨®n se inici¨® en la reuni¨®n de Copenhague y fue elaborado, paso a paso, en las de Bremen y Bruselas. Su objetivo global consiste en crear una zona de estabilidad monetaria, capaz de resistir a las tempestades que desencadenan las subidas y bajadas del d¨®lar y, con ello, garantizar una unificaci¨®n permanente que permita el desarrollo normal de los intercambios comerciales y, en consecuencia, las inversiones a largo plazo. El ?bailoteo? constante del valor de las monedas perturba la econom¨ªa occidental, sobre todo desde que la subida del petr¨®leo, en 1973, desencaden¨® la crisis.
Segunda edici¨®n
En la pr¨¢ctica, el SME es la segunda edici¨®n de lo que se llam¨® la ?serpiente monetaria?. ?Tendr¨¢ m¨¢s y mejor vida el SME? En principio, la idea de crear una zona de estabilidad monetaria, apadrinada por alemanes y franceses, es favorablemente acogida en Europa occidental. Sobre las posibilidades de ¨¦xito, los expertos se reservan las opiniones hasta que surja la primera prueba de fuego. Por ejemplo: el alza del petr¨®leo, como consecuencia de la crisis iran¨ª, no se conoce con exactitud, pero ser¨¢ elevada. A partir de este momento, el aumento de la carest¨ªa petrol¨ªfera provocar¨¢ el mismo fen¨®meno en las dem¨¢s materias primas (carb¨®n, gas natural, etc¨¦tera) y, acto seguido, esto repercutir¨¢, en primer lugar, en el aumento de la inflaci¨®n y en el de los d¨¦ficit comerciales. Entonces se ver¨¢ el alcance de la solidaridad creada oficialmente ayer, en Par¨ªs, por el ECU, teniendo en cuenta que el nuevo sistema monetario implica un rigor econ¨®mico compartido y que actualmente las tasas de inflaci¨®n en Italia y en Francia triplican la alemana. De entrada, el SME, con la ausencia brit¨¢nica y el racaneo italiano, comienza cojeando. Los hechos dictaminar¨¢n sobre la historia de este nuevo intento de comunidad monetaria patrocinado por los se?ores Giscard y Schmidt, y que, en tedo caso, por ahora se estima restaura el eje Par¨ªs Bonn, que una vez m¨¢s se manifiesta deseoso de consolidarse como el motor europeo.
La entrada en vigor del SME en un primer tiempo, m¨¢s o menos largo, no debiera incidir en la peseta, orientada hacia el d¨®lar y ligada, por su comercio importante con la CEE, a las monedas comunitarias. Un ¨¦xito fulgurante en la pr¨¢ctica del SME adelantar¨ªa el problema de la adaptaci¨®n de la divisa espa?ola, pero esto no es previsible inmediatamente. Por una parte, el SME cojea de entrada, a pesar de sus buenas intenciones, y, por otra, con el rabillo del ojo no pierde de vista la evoluci¨®n del d¨®lar, con el que ha de confrontarse y al que no est¨¢ seguro de doblegar.
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