El Atl¨¦tico consigui¨® en Sevilla el positivo que perdi¨® ante el Rayo
La tarea -rotundamente anticasera- del catal¨¢n Miguel P¨¦rez, el p¨¦simo estado de? terreno de juego del S¨¢richez Pizju¨¢n, y una atiortunada defensiva -basada en los otros dos f¨¢ctores- permitieron al Atl¨¦tico arrancar un punto en una cancha m¨¢s que dif¨ªcil. El p¨²blico sevillista, sobreponi¨¦ndose al impacto irnoral que supuso el gol de Rubio reci¨¦n iniciado el encuentro, ech¨® a su equipo para adelante, m¨¢s que nada por reacci¨®n contra las violencias de Rub¨¦n Cano -que mand¨® a Gallego a una cl¨ªnica con conmoci¨®n cerebral- y Arteche, vigilante implacable e impotente de un Montero genial, pero intermitente.La primera parte se hizo corta para los espectadores, porque hubo salsa, calor, color y goles. Lluvia, tambi¨¦n. A las dianas de Rubio y Scotta -en pleno zafarrancho del Sevilla- hay que a?adir el penalti errado por Ja¨¦n en segunda instancia, ya que en la primera ejecuci¨®n Rubio -el sevillano- hab¨ªa invadido el ¨¢rea rojiblanca. Navarro tambi¨¦n se movi¨®. Al penalti, s¨²mese la presi¨®n constante, tenaz, infatigable, de un Sevilla lanzado. Los madrile?os dejaron solamente a Rub¨¦n Cano adelante como aguij¨®n hostil, hosco y pele¨®n. Atr¨¢s, los hombres de Szusza hicieron un muro el¨¢stico en los aleda?os de su ¨¢rea. Cada tiro a puerta de la vanguardia de Carriega tropezaba con la pierna de un atl¨¦tico. Pereira, superados los fallos que originaron el tanto de Scotta y la ca¨ªda de Bertoni en el ¨¢rea, inici¨® un per¨ªodo de dominio absoluto, de cerrojo en todos los balones que a ¨¦l llegaban, hasta ser incluso providencial en algunas situaciones. Scotta puso k-o a Rubio en un tiro libre de gran potencia, que hall¨® la barrera en su camino. Los laterales sevillistas repart¨ªan todo lo habido y por haber. Y Miguel P¨¦rez -desbordado por el ambiente y los jugadores- comenz¨® a inhibirse en favor del Atl¨¦tico. Mientras, Navarro -garantizada su seguridad por el medio campo pele¨®n que hab¨ªa compuesto Szusza- daba muestras de buena colocaci¨®n y firmeza.
El Sevilla trat¨® de resolver tras el descanso con m¨¢s coraz¨®n que cabeza: Rubio se perd¨ªa en el fango; Ja¨¦n se encerraba en sus ?batallitas? personales con unos y otros y Juan Carlos cumpl¨ªa una actuaci¨®n gris. El peligro blanco estaba atr¨¢s -un Gustavo inseguro, silbado- y adelante -obuses espor¨¢dicos de Scotta, genialidades a r¨¢fagas de Montero y Bertoni- Szusza orden¨® la defensiva ¨²ltima apoyado en los frecuentes cortes de juego que Miguel P¨¦rez provocaba siempre -falta y falta- en favor de los rojiblancos. Los de Carriega se iban desgastando progresivamente por la lucha sostenida -hubo otro tiro lejano de Ja¨¦n a la madera- y no ten¨ªan ya claridad de ideas. Por fin, Szusza relev¨® a Arteche, a quien los regateos de Montero ten¨ªan al borde de la desesperaci¨®n. Ruiz cumpli¨® discretamente en los minutos que jug¨®.
Y entre lluvia, clima apasionado y oleadas sin orden del Sevilla se consumi¨® el partido. Pereira fue se?or de su ¨¢rea en toda esta mitad final. Robi y Guzm¨¢n fueron agigant¨¢ndose poco a poco ante un medio campo exhausto, el sevillista. Cuando finaliz¨® el juego, el Atl¨¦tico estaba mucho m¨¢s fresco que el Sevilla y en mejor disposici¨®n atacante. Miguel P¨¦rez tuvo que ver en el empate. Pero tambi¨¦n -y sobre todo- ese af¨¢n loco, desordenado del Sevilla que quiso ganar como fuese. La astucia atl¨¦tica pudo m¨¢s esta vez.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.