Gobernar
CUANDO EN repetidas ocasiones nos pronunciamos por la necesidad de realizar elecciones generales fue con la convicci¨®n de que la situaci¨®n del pa¨ªs exig¨ªa la existencia de un Ejecutivo con apoyo parlamentario capaz de hacer frente a los graves problemas que tenemos planteados. En efecto, contra los que dec¨ªan que las elecciones no hab¨ªan de servir para nada, estim¨¢bamos que, al final, eran la ¨²nica manera de salir del per¨ªodo constituyente y ofrecer a los espa?oles un tiempo dilatado de gobernaci¨®n estable. Pues bien, las elecciones se han realizado, las gan¨® el partido del Gobierno y han configurado de nuevo una oposici¨®n poderosa representada en el PSOE. Entonces, ahora es el tiempo de gobernar.Pero, desgraciadamente, no resulta as¨ª. Dos semanas despu¨¦s de celebradas las elecciones generales la izquierda se ha sumido en el desconcierto de sus resultados y la derecha en un triunfalismo revestido de voracidad. No hemos escuchado todav¨ªa una sola declaraci¨®n pol¨ªtica que permita intuir qu¨¦ pretende hacer el Gobierno de UCD, cu¨¢les van a ser las grandes l¨ªneas de su actitud y los perfiles de sus decisiones. Pero asistimos, en cambio, al rigod¨®n interminable de la lucha por la investidura, la cartera ministerial o la prebenda duradera. Mientras tanto, la situaci¨®n en el Pa¨ªs Vasco se deteriora a ojos vista, sin que una voz responsable nos haga saber que el Gobierno es consciente del cambio cualitativo que las elecciones han supuesto en Euskadi o que est¨¢ dispuesto, como debiera, a establecer un di¨¢logo que permita la pacificaci¨®n de aquellas provincias. Los precios se disparan ante el silencio administrativo, poniendo en peligro toda la pol¨ªtica de saneamiento econ¨®mico comenzada hace dos a?os y que tanto esfuerzo ha costado a los espa?oles. La pol¨ªtica exterior se sume en el misterio y el desconcierto: vemos desvanecerse la oportunidad de Am¨¦rica Latina, complicarse a ojos vista nuestras relaciones con los pa¨ªses ¨¢rabes, trenzarse de dificultades los problemas de la pesca y de inc¨®gnitas las negociaciones con la CEE. Las obras p¨²blicas permanecen paradas, la sanidad y la ense?anza siguen sin respuestas. El Gobierno calla. porque no hay Gobierno, porque s¨®lo hay un run run de nombres en busca de poltronas, de sumas aritm¨¦ticas de votos, de sueldos y de encargos oficiales.
Gobernar. He ah¨ª la palabra m¨¢gica y deseada por un pa¨ªs sin gobernaci¨®n desde hace meses. Sin oposici¨®n tambi¨¦n. Gobernar significa tomar decisiones, aceptar riesgos, imaginar salidas, crear actividad. El espect¨¢culo rid¨ªculo y cruento de los ministrables defendiendo a dentelladas humildes y reprimidas el premio a su pasada fidelidad es s¨®lo comparable al manto de silencio y falta de autocr¨ªtica con que el principal partido de la Oposici¨®n se ha revestido despu¨¦s del 1 de marzo. Ya sabemos que hay unos plazos para la constituci¨®n de las Cortes, unas elecciones municipales en marcha y un calendario a seguir. Pero es preciso no enga?arse. La paralizaci¨®n de la vida p¨²blica y administrativa se debe hoy, sobre todo, al pavor no exteriorizado de muchos de los aspirantes al cargo que no quieren decir nada que haga poner en peligro su brillante futuro. Y hay que se?alar que esto de los gui?os y las sonrisas o los recaditos a terceros, a ver si se acuerdan de m¨ª y me hacen algo, eran cosas del antiguo r¨¦gimen. La democracia exige algo que, indudablemente, muchos de los nuevos flamantes diputados no saben bien qu¨¦ cosa significa: hacer pol¨ªtica.
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