Cincuenta aniversario del vuelo del "Jes¨²s del Gran Poder"
Hoy hace cincuenta a?os que un avi¨®n Breguet, tipo Gran Raid, totalmente construido en Espa?a y bautizado con el nombre de Jes¨²s del Gran Poder, despeg¨® de Sevilla. Dos hombres a bordo, los capitanes Ignacio Jim¨¦nez Mart¨ªn y Francisco Iglesias Brage, se dispon¨ªan al intento de superar los l¨ªmites de vuelo trasatl¨¢ntico, establecidos en 7.188 kil¨®metros. Si bien el vuelo proyectado, Sevilla-R¨ªo de Janeiro, no lleg¨® a completarse, dos d¨ªas despu¨¦s, en la ma?ana del 26 de abril, los pilotos tomaban tierra en Bah¨ªa (Brasil). Otro r¨¦cord en la historia de la aviaci¨®n, protagonizado esta vez por espa?oles, hab¨ªa sido batido.
La revista de aeron¨¢utica A¨¦rea, en su n¨²mero de julio de 1929, describe as¨ª el inicio de la haza?a: ?Sin alharacas, calladamente, tan en silencio que s¨®lo los jefes de aer¨®dromo y algunos amigos particulares de los pilotos se hallaban en Tablada, se dispuso a partir el hermoso avi¨®n en la tarde del 14 de marzo pasado.? Era Domingo de Ramos y el sol sevillano picaba con intensidad, seg¨²n relato de la ¨¦poca. Se sac¨® el ?aparato del hangar, siendo arrastrado por una secci¨®n de soldados de la base y conducido hasta la. pista, a unos dos kil¨®metros y medio de distancia.?Una vez el aparato en condiciones de vuelo -prosigue la descripci¨®n de A¨¦rea-, fueron colocadas,en las cabinas dos cestas que conten¨ªan pl¨¢tanos, d¨¢tiles, higos, termos con leche y yemas de huevo y aguas minerales, destinados estos alimentos para las necesidades durante el vuelo. Tambi¨¦n dispusieron la colocaci¨®n de varios botes de ceregumil, que constituye un elemento bastante nutritivo. Llegado el momento de la gran emoci¨®n, los que van a partir se despiden de los presentes, suben a sus puestos. Recomendaciones de unos, consejos de otros. De pronto, el motor que trepida, la h¨¦lice que gira vertiginosa, el aparato que se arrastra, recorre la pista en toda su longitud sin lograr despegarse. Un momento de suspensi¨®n en el latir de los corazones. Avanza ligero el Jes¨²s del Gran Poder, dejando tras de s¨ª una nube de polvo. Da unos saltos breves. Ahora se desprende el pat¨ªn de cola. ?
Para los pioneros, cada despegue era una aventura, como lo sigue siendo, en parte, hoy, para los amantes del vuelo o para los simples pasajeros de los aviones comerciales, cuyo inconsciente no acaba de aceptar a¨²n bien la idea de que el hombre puede volar. Este temor, mezclado de emoci¨®n, es descrito por el cronista de la ¨¦poca, que prosigue as¨ª su relato: ??Ha despegado ya? No se ve bien. Avanza por el campo verde, fuera de la pista. Viene derecho a los hangares, como si fuera a embestirlos. De pronto, un grito, cien gritos. Aplausos, vivas que no pueden o¨ªr los bravos aeronautas. Ya est¨¢ el Jes¨²s del Gran Poder sobre Sevilla. Son las cinco y cuarenta y dos de la tarde exactamente... Majestuosamente dio la vuelta sobre la ciudad, siendo saludado entusiastam ente por el gent¨ªo que llenaba las calles, presenciando las primeras procesiones. El cura p¨¢rroco de la parroquia del Omnium Sanctorum, que llevaba la presidencia de la cofrad¨ªa de la Virgen de la Cena, al pasar sobre la venerada imagen, dedic¨® una oraci¨®n y un rezo impetrando de la Sant¨ªsima Virgen un viaje feliz a los pilotos. Sobre la vega de Triana enderezaron el rumbo y, pasando sobre Coria del R¨ªo, se perdi¨® en la lejan¨ªa el ave mec¨¢nica, ungida de ilusi¨®n, ansiosa de gloria. ?
Seis mil quinientos kil¨®metros
El avi¨®n llevaba a bordo un total de 4.215 litros de gasolina y 326 de aceite. Los navegantes del aire, una vez tomada altura, hasta llegar al mar, costearon la parte occidental de Africa, consumiendo unos 92 litros por hora. Seg¨²n el cronista, los pilotos debieron vencer un gran temporal de lluvias y vientos fuertes ?que fue m¨¢s peligroso por la oscuridad reinante, pues era ya plena noche?. Despu¨¦s de ello, el gran salto. La costa ejerce cierto poder psicol¨®gico sobre los navegantes del aire. Pero todo tiene su fin: ?Ya al llegar a Dakar y Cabo Verde se lanzaron animosos a pleno Atl¨¢ntico, dispuestos a dar el salto formidable de uno a otro continente. Un viento alislo favorable al principio facilit¨® la marcha de la mec¨¢nica ave, pero al llegar a las calmas propias del Ecuador volvieron a presentarse chubascds y nubes muy espesas que imposibilitaron en absoluto la visibilidad y las observaciones astron¨®micas, hasta que les fue posible rectificar el rumbo con la observaci¨®n de la marcha de un buque procedente de Natal. El aparato respond¨ªa admirablemente al esfuerzo exigido, y la resistencia fisica de los pilotos no era menor, y con m¨¢s tes¨®n mantenida; pero el temporal encontrado redujo la velocidad, por su viento en contra, a menos de cien kil¨®metros por hora, siendo la del avi¨®n superiora 180.?Una luz anunci¨® a los pilotos la presencia de tierra. Una luz en la noche brumosa: era el faro de Natal. Otra publicaci¨®n especializada de la ¨¦poca describe as¨ª la llegada: ?A las 10.30 de la ma?ana del 26, el Jes¨²s del Gran Poder aterrizaba en el aer¨®dromo de la ciudad brasile?a de Bah¨ªa, cuando ya comenzaba a circular el rumor de una cat¨¢strofe m¨¢s y de otras dos v¨ªctimas de la aviaci¨®n. ? Se trata ahora de Alas, revista quincenal de aeron¨¢utica, que en su n¨²mero de 1 de abril de 1929 cuenta c¨®mo la falta de gasolina hab¨ªa puesto a los aviadores espa?oles en la precisi¨®n de tomar tierra. El capit¨¢n Jim¨¦nez ten¨ªa fiebre y se sent¨ªa realmente mal. ?La poblaci¨®n de Bah¨ªa -narra Alas-, con profunda satisfacci¨®n, vio c¨®mo un soberbio avi¨®n describla un inmenso c¨ªrculo sobre la ciudad y se posaba y magn¨ªficamente en el aer¨®dromo de Casamary.? El salto hab¨ªa concluido. Un salto de 6.550 kil¨®metros, una etapa m¨¢s, por parte del hombre, en la conquista del espacio y en la superaci¨®n de los l¨ªmites.
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