Ha muerto Bruno Coquatrix, empresario del Olimpia
Fue autor de una decena de operetas ligeras y de m¨¢s de 350 canciones charmantes, como la titulada Iciar o el arabesco fr¨¢gil de un sue?o de la medianoche. Fue empresario de aquel cuerpo invisible y desvencijado, manantial de una voz borracha de locura dolorosa y de alegr¨ªa, de nombre Edith Piaf, pero la facha de labrador robusto de Bruno Coquatrix, muerto de infarto, el domingo ¨²ltimo, en Par¨ªs, a los 68 a?os, ha pasado al ¨¢lbum de la historia del Par¨ªs fet¨¦n, condenado y seductor como la del emperador del Olimpia.Nacido en la ciudad norte?a de Ronchin, Bruno Coquatrix trabaj¨® desde muy joven para el music-hall, primero como director de una orquesta de jazz, y despu¨¦s como compositor. Escribi¨® m¨¢s de trescientas canciones y compuso, asimismo, la m¨²sica de una decena de operetas.
Desde hace un cuarto de siglo, la historia de este music-hall, c¨¦lebre en el mundo entero, se ha confundido con la historia de la canci¨®n francesa, inventada, descubierta y programada por el que tambi¨¦n fue alcalde de otro lugar charmant, la villa normanda de Cabourg con su Grand Hotel, revivificado por Coquatrix y, que fue el paridero, estilo belle ¨¦poque monumental, en el que Marcel Proust sufri¨® y goz¨® todas sus hambres imposibles de homosexual y de monstruo En busca del tienipo perdido.
La ¨²ltima resurrecci¨®n de Josefina Baker, el estallido en 1962 de un muchacho esmirriado llamado Johnny Hallyday, el calambrazo de monsieur 100 voltios, alias Gilbert Becaud, los Beatles, Bob Dylan, Ives Montand, Dalida, Jacques Brel, Brassens, el llorad¨ªsimo Claude Fran?ois, Charles Trenet, Tom Jones. Jerry Lewis, Aznavour, etc¨¦tera, mil veces hasta completar el censo de toda la fauna de lo que hoy se ha convertido en el show-business, quiz¨¢ no hubiese existido o quiz¨¢ hubiese sido algo m¨¢s importante o m¨¢s miserable de no ser por la magia de Bruno Coquatrix, que, de bache en bache econ¨®mico, con su olfato de perro polic¨ªa para husmear una garganta, un estilo, una presencia, resucit¨® el music-hall e hizo del Olimpia el templo europeo por el que deb¨ªa pasearse todo el que aspiraba a ser en el mundo de la canci¨®n.
Hace pocos d¨ªas, ya acechado por la tragedia final, dec¨ªa a una amiga que ?la pol¨ªtica es lo ¨²nico tan apasionante como el espect¨¢culo. Y es que, en definitiva, es lo mismo?. Por es¨® se dedic¨® a alcalde de Cabourg, en donde ya le tiraban piedras ¨²ltimamente porque estaba entregando el bello pueblo a las desalmadas empresas constructoras de esas torres que dan dinero. Por ello tambi¨¦n, quiz¨¢, sus veinticinco a?os de reinado en el Olimpia estuvieron abiertos a la canci¨®n pol¨ªtica espa?ola del antifranquismo. Raimon, Paco Ib¨¢?ez, Joan Manuel Serrat y el mundo del exilio espa?ol en la capital francesa no olvidar¨¢n aquellas tardes domingueras del Olimpia, abarrotado de sue?os de libertad atizados por canciones.
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