1985: comienza la revoluci¨®n microelectr¨®nica
Un microprocesador consistente en una microplaqueta o pastilla de silicio, sumamente fina, de 1,60 cent¨ªmetros, aproximadamente, es considerado como la innovaci¨®n m¨¢s revolucionaria del presente siglo, representando un invento casi tan importante como el de la rueda, se afirma en el trabajo La revoluci¨®n microelectr¨®nica, publicado por el bolet¨ªn Informaci¨®n- OIT, de la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo.
Empresarios y trabajadores coinciden en la ?extrema complejidad? que supone hacer una evaluaci¨®n futurol¨®gica de los problemas de desempleo que puede crear la ?revoluci¨®n microelectr¨®nica?, pero sin dejar de prevenir que las microplaquetas causar¨¢n ?tensi¨®n laboral y social ?.El informe de la OIT explica este ?fen¨®meno? tecnol¨®gico de la siguiente manera: ?En cada microplaqueta se impome y trata el ¨¢cido en un circuito microsc¨®pico, convirti¨¦ndola en una especie de computador rudimentario capaz de aImacenar una enorme cantidad de datos. En 1960, la capacidad de una microplaqueta del tama?o de una u?a era de diez elementos de informaci¨®n. El a?o pasado, de 30.000, lo cual permit¨ªa ejecutar en un minuto varios millones de operaciones programadas. Las microplaquetas, de integraci¨®n en gran escala, que comenzar¨¢n a comercializarse en 1981 tendr¨¢n capacidad para 100.000 elementos de informaci¨®n y las que est¨¢n proyect¨¢ndose para mediados del pr¨®ximo decenio, para m¨¢s de un mill¨®n de elementos de informaci¨®n. Como muchos microcircuitos que se utilizan en los computadores para funciones l¨®gicas y de memoria, se estima que la potencia de un microcomputador de una microplaqueta, equivaldr¨¢ en 1985 a la de un equipo que hace veinticinco a?os ocupaba todo el espacio de una habitaci¨®n.?
Los costes de este ?Milagro? tecnol¨®gico han disminuido con la misma rapidez que su perfeccionamiento, y es as¨ª que una ejecuci¨®n de instrucci¨®n -evaluados los costes en libras esterlinas- que en 1960 costaba diez libras esterlinas (unas 1.410 pesetas) se redujo a cerca de un penique (unas catorce pesetas) en 1970, y en la actualidad -seg¨²n la misma fuente- tiene un coste de 0,01 peniques, aproximadamente.
El Instituto de Tecnolog¨ªa de Massachusetts afirma que, ?si el progreso t¨¦cnico de la industria automotriz hubiera seguido el mismo ritmo que el de la electr¨®nica, un Rolls Royce tendr¨ªa actualmente un coste de producci¨®n de 2,50 d¨®lares ( 170 pesetas) y podr¨ªa hacer quinientos kil¨®metros con un litro de gasolina.
Seg¨²n estimaciones de expertos brit¨¢nicos -se?ala la OIT- los Gobiernos europeos gastar¨¢n por s¨ª solos, en el pr¨®ximo quinquenio, m¨¢s de quinientos millones de d¨®lares en el intento de seguir el paso de la revoluci¨®n microelectr¨®nica. Francia y Gran Breta?a ya han asignado m¨¢s de 130 millones de d¨®lares (uno 9.100 millones de pesetas) cada uno para tal fin, y la Rep¨²blica Federal de Alemania prepara una inversi¨®n de casi cuarenta millones en, los pr¨®ximos cinco a?os. Tambi¨¦n se espera que Estados Unidos y Jap¨®n le consagren, de esta fecha a 1983, hasta 574 millones y 766 millones de d¨®lares respectivamente.
Los Gobiernos saben -se afirma en el informe de la OIT- que la microelectr¨®nica puede tener un impacto espectacular sobre la econom¨ªa Y la sociedad, lo que ha dado lugar a acaloradas controversias, agreg¨¢ndose que a las advertencias de que las microplaquetas aumentaran el desempleo, se compensara mediante la creaci¨®n de nuevos puestos de trabajo, sobre todo en el sector de los servicios. Sin embargo, la generalidad de los juicios admite que la revoluci¨®n microelectr¨®nica plantea un dif¨ªcil dilema a la industria y a la mano de obra.
La televisi¨®n transmitir¨¢ diarios y revistas directamente a los hogares, permitiendo que cada cual elija su material de lectura pulsando un bot¨®n. Peque?as pantallas, de un tama?o no mayor que el de los actuales relojes de pulsera, dar¨¢n una dimensi¨®n visual a las conversaciones telef¨®nicas. Entre los numerosos prodigios previstos por los futur¨®logos de los a?os cincuenta, que la microelectr¨®nica est¨¢ introduciendo a un ritmo alucinante, figuran los robots industriales, las plantas totalmente automatizadas, los audioimpresores y los autom¨®viles manejados por computadores.
?Es dif¨ªcil pensar en actividades que tarde o temprano no resulten afectadas?, sostiene J. A. Coates, presidente de la comisi¨®n internacional del trabajo de la Confederaci¨®n de Industrias Brit¨¢nicas, y a?ade que ?esto ocurrir¨¢ por la urgente necesidad de aumentar la productividad para mantener la capacidad de competir, satisfaciendo al mismo tiempo las aspiraciones sociales de una poblaci¨®n mejor formada, que ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil de atender con la ayuda de la tecnolog¨ªa de los microprocesadores que sin ella?.
Algunos estudios revelan que entre los sectores especialmente afectados por la nueva tecnolog¨ªa figurar¨¢n la energ¨ªa, la banca, la agricultura, la pesca, la elaboraci¨®n de alimentos, el transporte, las telecomunicaciones, las industrias fabril y automotriz, la producci¨®n de art¨ªculos el¨¦ctricos para el hoolar y los servicios.
Tambi¨¦n se considera que la presencia de las microplaquetas se har¨¢ sentir cada vez m¨¢s no s¨®lo en la industria, sino en los trabajos de oficina y administrativos.
Antoine Laval, secretario confederal de la Confederaci¨®n General del Trabajo (Francia, sostiene que, mientras la tecnolog¨ªa de los grandes computadores, tal como la conocemos, exige disponer de considerables medios financieros y de expertos capaces de comunicarse con los computadores e interpretar la informaci¨®n, el advenimiento de la microelectr¨®nica causar¨¢ un completo trastorno en las t¨¦cnicas de informaci¨®n, a la vez que continuar¨¢ en descenso el costo de los microprocesadores. ?Adem¨¢s ser¨¢ posible -a?ade Laval- desarrollar un lenguaje sencillo de comunicaci¨®n, que todo el mundo pueda aprender.? Concluyendo que esto ?dar¨¢ f¨¢cil acceso a los bancos de datos, por medio de una vasta red de comunicaciones que utilizar¨¢ el cable, la radio y los sat¨¦lites para poner la informaci¨®n al alcance de cualquiera, produci¨¦ndose una transformaci¨®n fant¨¢stica de nuestra manera de aprender y nuestras ideas. ?
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