Crispaci¨®n en EL PAIS
Cuando se fund¨® EL PAIS vi en ¨¦l, igual que muchos, una esperanza de que por fin iba a haber en Espa?a un peri¨®dico liberal y responsable, abierto e independiente, que nos liberara de tantos excesos de la pol¨ªtica de ?informaci¨®n? que hab¨ªamos padecido. Para demostrar mi simpat¨ªa me hice accionista y publiqu¨¦, de tarde en tarde, alguna peque?a cosa.Muchas de esas esperanzas se transformaron cumplidamente en realidades y el peri¨®dico ha contra¨ªdo m¨¦ritos indiscutibles. Pero desde hace alg¨²n tiempo, se lo confieso, me preocupa profundamente. Lo veo crispado, reaccionando con tics y maniqueismos gochistas a las primeras de cambio. Por ejemplo, por mucho que se pueda disentir de tales o cuales cosas o personas de UCD, si uno trata de mantenerse independiente (como reza el t¨ªtulo del peri¨®dico), por fuerza han de desagradarle editoriales que contienen m¨¢s insultos que razonamientos (hasta de nazis se habla). Ni m¨¢s ni menos que como en tiempos me desagrad¨® alguno, particularmente injusto, dirigido contra el profesor Tierno. Otras veces, los editoriales fulminan mandamientos como Dios en el Sina¨ª; as¨ª, los dirigidos ahora a Su¨¢rez a prop¨®sito del Pa¨ªs Vasco. ?Como si de su evidente y lamentable inacci¨®n no tuvieran su parte de culpa las izquierdas, que lo han tenido maniatado desde siempre en ese asunto y ahora todav¨ªa siguen saliendo en manifestaci¨®n con esos otros se?ores!
Lo peor todav¨ªa de esa crispaci¨®n de EL PAIS, es que parece reflejar la del pa¨ªs en general o, por mejor decir, la de su clase pol¨ªtica. Detestable se?al. Ya ha sido p¨¦si mo negocio la lucha por el poder entre izquierdas y derechas, que, entre otras cosas, ha dejado que el problema vasco engorde hasta convertirse en el problema nacio nal n¨²mero uno. Si ahora esa lucha se dobla con slogans, tics y fobias de descarga autom¨¢tica (yo dir¨ªa que pre-racional), no s¨¦ a d¨®nde vamos a parar. No es momento adecuado para nada de eso, sino para resolver problemas en los que Espa?a se lo juega todo, Para ¨¦sos s¨ª que har¨ªa falta un consenso de verdad: de los pol¨ªticos y de los peri¨®dicos. Podr¨ªan, en cambio, unos y otros haberse ahorrado toda esa mala sangre que se han hecho a prop¨®sito de la famosa cuesti¨®n de la investidura, que al resto del pa¨ªs nos ten¨ªa sin cuidado que fuera antes o despu¨¦s, de una forma u otra. Y a prop¨®sito de tantas cosas personales y de tejas abajo.
?No podr¨ªa EL PAIS ayudarnos a todos recobrando el temple de sus mejores momentos?
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