La angustia de Mauritania
MAURITANIA QUERRIA realizar ese sue?o dorado de los pa¨ªses rodeados de conflictos: estar a bien con todos. Con los saharauis del Frente Polisario, con Argelia, con Marruecos. Con los pa¨ªses extracontinentales inmiscuidos en el tema. Es, en realidad, v¨ªctima de todos. De los ataques armados polisarios, de las amenazas de Argelia, de la gran presi¨®n de Marruecos, de las reservas de Francia.Marruecos quiso una vez anexionarse Mauritania, sobre la base de mapas hist¨®ricos que esgrim¨ªa el fan¨¢tico nacionalista Allal el Fassi -secretario general del Istiqlal- en los que figuraba hasta Andaluc¨ªa. En un tiempo, formaban un solo gran Imperio. Se olvidaba decir, sin embargo, que el Imperio se llamaba mauritano y ten¨ªa su cabeza en Mauritania (maur o mauri es la etimolog¨ªa de moro). Mojtar Uld Dad¨¢, jefe del Estado mauritano, era una especie de enemigo p¨²bl¨ªco n¨²mero uno -n¨²mero dos, m¨¢s bien: el primero era Ben Bella, de Argelia, y luego su sucesor Bumedian- en Marruecos. Hasta que pact¨®. El pacto llev¨® a Mauritania a una situaci¨®n inestable: se produjo un golpe de Estado militar -los eternos coroneles- en julio de 1978, que condujo a los saharauis a modificar su posici¨®n, y a decidir un alto el fuego con Mauritania. Varios incidentes -las ?revoluciones de palacio?- han ido despu¨¦s modificando al r¨¦gimen. No todos procedentes del exterior: la pobreza end¨¦mica del pa¨ªs act¨²a con fuerza y tambi¨¦n los problemas de razas y religiones. El 30 de marzo dimit¨ªan los diecisiete miembros negros del Consejo Nacional Consultivo por la falta de proporci¨®n en la representaci¨®n de su raza (81 descendientes de ¨¢rabes). Unos d¨ªas despu¨¦s, el 6 de abril, un nuevo golpe interior reduc¨ªa los plenos poderes del coronel Saleck, nombraba un nuevo primer ministro -Buseif- y un Comit¨¦ Militar de Salvaci¨®n Nacional, heredero del anterior, pero con dos miembros m¨¢s, entre ellos el propio Buseif. El sentido parece ser el de una mayor aproximaci¨®n a Marruecos -que mantiene tropas en el territorio mauritano-, quiz¨¢ como reacci¨®n contra las presiones del sucesor de Bumedian en Argelia, y porque se ve hostilizado en sus dos extremos, en el del norte por los guerrilleros del Polisario, y en el del sur por el Senegal, que apoya a los mauritanos negros en sus reivindicaciones y que desear¨ªa ver dividido el territorio mauritano. La amenaza de la desaparici¨®n de Mauritania como naci¨®n es bastante seria; el sur podr¨ªa aproximarse al Senegal, el norte se lo disputar¨ªan Marruecos y el grupo saharaui-argelino.
En esta tragedia general, Buseif, nuevo primer ministro, intentar¨¢ -si dura, lo que dure- contrapesar las amenazas con la amistad de Marruecos, pero sin comprometerse en ella hasta el punto de que el Polisario reanude sus ataques. El Frente ha advertido ya que el nuevo Gobierno mauritano puede ?amenazar la din¨¢mica de la paz?. Buseif trata de salir de su avispero pol¨ªtico-militar con una actividad diplom¨¢tica creciente: relaciones con Francia -para mantener la ayuda militar francesa; pero Francia quiere, por todos los medios, no comprometerse demasiado directamente en el tema saharaui-, entendimiento con Senegal, conversaciones con los Polisarios -promete seriamente abrir paso al refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n preconizado por la ONU, pero los saharauis creen que en la actual situaci¨®n las poblaciones no tienen libertad para votar-, y una larga visita a Marruecos, al que ha ofrecido ya como tributo la liberaci¨®n de todos los ministros de Uld Dad¨¢ y que estaban encarcelados desde el golpe de Estado del 10 de julio del a?o pasado, y probablemente la del propio Uld Dad¨¢: ya se considera por el nuevo Gobierno que sus ?errores? se deb¨ªan, sobre todo, a que estaba ?demasiado fatigado? y que es injusto acusarle de todo.
La situaci¨®n de Mauritania sigue siendo demasiado complicada, los factores de su angustia pol¨ªtica y econ¨®mica escapan a su control, los centros de decisi¨®n sobre sus principales problemas est¨¢n m¨¢s all¨¢ de su territorio; Mauritania es una naci¨®n a la deriva.
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