Nuevo periodismo amarillo
Insisten en que el viejo periodismo ha muerto y que viva el nuevo periodismo, que no hay salvaci¨®n profesional fuera de las iglesias del Esquire, Open City, The New York Times o The New Yorker, con misa conventual concelebrada por Truman y Capote, Tom Wolfe, Norman Mailer, Charles Bukowski y el chico que una vez cont¨® el viaje de los Rollings, Stones.Nos pasamos la temporada cultural entre funerales y bautizos. Anuncian la esquela de Wilhem Reich, que sucumbi¨® de orgasmo planificado contra reloj, y mientras nos enlutamos para el responso, llega una in vitaci¨®n para presentar el nuevo desorden amoroso. Un d¨ªa notifican oficialmente el doble parricidio de Marx y Freud, y al siguiente, la feliz parida de los muchachos del Gulag y de la antipsiquiatria; llegamos a la puesta de largo de los homicidas ap¨®crifos y en lugar de los nuevos fil¨®sofos encontrarnos emperifollados a los nuevos rom¨¢nticos y el cad¨¢ver todav¨ªa caliente de la Lacan semidevorado por los nuevos freudianos. Sobre los funerales de la novela grande podr¨ªa contar mil noveler¨ªas; la ¨²ltima noticia fue el hallazgo de la nueva prosadora, artilugio de creaci¨®n literaria consistente en la autom¨¢tica vuelta del rev¨¦s de las normas ortogr¨¢ficas, de las reglas sint¨¢cticas, de la ret¨®rica al viso y del tratado de la argumentaci¨®n; pero en el coctel inaugural de la m¨¢quina nos comunican la gloriosa resurrecci¨®n de Faulkner, Graham Greene, la serie negra y el boom latinoamericano.
Y yo qu¨¦ s¨¦ lo que es el nuevo periodismo o qui¨¦nes son Ios nuevos periodistas de por aqu¨ª. Si la etiqueta ¨¦sa se escribe con may¨²sculas, supongo que los preguntadores se referir¨¢n a esa media docena de yanquis entrados en a?os que suelen traducir los de Anagramas, J¨²car y Tusquets, y que all¨¢ por los principios de la d¨¦cada del desencanto utilizaron los trucos viejos de la narraci¨®n literaria y de la construcci¨®n cinematogr¨¢fica para contar en peri¨®dicos y revistas lo que se les pasaba por debajo de los teletipos. Con descaro, mala leche, mucho di¨¢logo naturalista y profusa utilizaci¨®n de esa zona de la m¨¢quina de escribir que anda por la parte superior del teclado, los signos no alfab¨¦ticos precisamente. El Divino Impertinente le dicen a Tom Wolfe; pero por esta provincia del imperio todav¨ªa seguimos con el modelo del Divino Impaciente. O sea, que ya me contar¨¢n.
Se escribe sobre el Nuevo Periodismo porque no se hace periodismo nuevo. Pasa lo mismo con otros g¨¦neros narrativos en crisis: cuando la filosof¨ªa s¨®lo habla de la filosof¨ªa, y la psiqu¨ªatr¨ªa de los muelles del div¨¢n, y la literatura de la lingu¨ªstica, y la cr¨ªtica de la metodolog¨ªa, mal asunto, porque entramos en plena territorialidad del sadomasoquismo, cuya l¨®gica fatal es el funeral de tercera.
El ¨²nico periodismo que aqu¨ª merece el modificador de ?nuevo?, miren, es el que practican los chicos de Ediciones Zeta: el yellow submarine de la profesi¨®n que va camino de convertirse en el Titanic. Hemos descubierto el amarillismo con medio siglo de retraso, y si alg¨²n reproche ha de hac¨¦rsele a este periodismo, es que no resulta lo suficientemente sensacional..., suele atacar lo que todo el mundo ataca.: el Palmar de Troya, las escuchas telef¨®nicas, el tr¨¢fico de armas, la corrupci¨®n franquista, las cosas de la televisi¨®n o la moral victoriana. Es un amarillismo de lo s¨®lito que muestra lo que hasta ahora estaba oculto por rid¨ªculas censuras, pero no eran un secreto para nadie: las tetas de Marisol o de Carolina de M¨®naco, las cuentas de Prado del Rey o las infiltraciones polic¨ªacas. Un, sensacionalismo de voyeurs y para de contar.
Precisamente el Nuevo Periodismo americano surge como dial¨¦ctica superaci¨®n de la prensa amarilla. Acaso para llegar a Tom Wolfe y Norman Mailer haya que pasar antes por Eliseo Bayo y Luis Cantero, de la misma manera que para llegar a la normalidad hist¨®rica hay que pasar por Abril Martorell y Landelino Lavilla.
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