La derecha y Historia
Catedr¨¢tico de Historia de Espa?a en la Universidad de Pau (Francia)
La derecha ignora la historia. La ignora o la deforma. Tal vez pudiera parecer extremosa mi afirmaci¨®n, dado el uso y abuso que la derecha hispana hizo de algunas tradiciones. Pero cre¨® mitos, sin aprender historia.
Hoy, cuando nuestra derecha -mala perdedora- se desgarra las vestiduras ante el pacto de socialistas y comunistas, que permite que los ayuntamientos del 70 % de espa?oles est¨¦n dirigidos por la izquierda, resuena con acritud la cantilena, ya vieja, con carga peyorativa, de ?eso es frentepopulismo... Ya est¨¢ aqu¨ª el Frente Popular?.
Que a un conservador o a un banquero no le agrade el Frente Popular ni la unidad social-comunista, me parece leg¨ªtimo y hasta natural. Pero que al emitir ese juicio se hagan mangas y capirotes de la historia lo creo menos leg¨ªtimo. Porque ?se puede saber qu¨¦ fue el Frente Popular? Pues una alianza de los partidos obreros (PSOE y PCE, fundamentalmente) con partidos de izquierda democr¨¢tica (sociol¨®gicamente, de peque?a y mediana burgues¨ªa). Y fue -?qu¨¦ duda cabe?- un estado de ¨¢nimo, una corriente multitudinaria.
Eso es una cosa y otra es la unidad de acci¨®n de socialistas y comunistas, que precedi¨® al Frente Popular. En Francia, el pacto de unidad de acci¨®n SFIO-PCF es de 27 de julio de 1934; el Frente Popular, en su forma de ?rassemblement?, nace el 14 de julio de 1935. En Espa?a, la unidad de acci¨®n cuaja con la entrada del PCE en las Alianzas Obreras, el 9 de septiembre de 1934; el Frente Popular se constituye el 15 de enero de 1936. Confundir ambas cosas es hacer gala de una ignorancia hist¨®rica, cuyas consecuencias desbordan el dominio de la erudici¨®n.
Las cosas no quedan ah¨ª; un candidato frustrado ha dicho hace poco, abominando del pacto entre socialistas y comunistas, que nada semejante se hace en Europa occidental. Tal vez ignore o quiera ignorar que el m¨¦todo de desistirse por el candidato de uno de los dos partidos mejor situado para la segunda vuelta electoral es una pr¨¢ctica habitual de socialistas y comunistas franceses, por muy mal que se lleven las direcciones de sus partidos. As¨ª ha ocurrido hace un mes (y as¨ª ha ganado la izquierda las elecciones cantonales) y as¨ª ocurre desde hace veinte a?os. Guy Mollet, en los ¨²ltimos a?os de su vida, sigui¨® siendo alcalde de Arras gracias a la aportaci¨®n (considerable) de votos comunistas.
Claro que el bloque de clases dominantes ha procurado siempre convencer a una parte de los trabajadores de que eso de la unidad es muy malo. En efecto, lo es: para ese mismo bloque.
Se olvida, con frecuencia, que Munich simboliz¨® eso mismo a nivel internacional; que la ruptura del Frente Popular franc¨¦s y de la unidad obrera fue la que condujo a la ?dr?le de guerre? y al desplome de junio de 1940, que permiti¨® el paseo militar de las ?panzerdivisionen?. La derecha siempre tiene necesidad de que se rompa esa uni¨®n; hasta para terminar la guerra civil espa?ola, por una capitulaci¨®n incondicional, fue preciso que hubiese antes Munich y que se rompiese la unidad (aunque dos meses despu¨¦s fueran a parar, indistintamente, con un carnet o con otro, a las c¨¢rceles y a los paredones).
Porque en Espa?a no hay nada m¨¢s parecido a un obrero comunista de C¨®rdoba o de Badajoz que un obrero socialista de Badajoz o de C¨®rdoba. Cierto es que caciques, terratenientes y guardias nunca tuvieron la sutileza de distinguir entre ellos (ni tampoco esos patronos catalanes que amenazaban hace poco con desinvertir ?si se votaba marxista?). Porque esa derecha tambi¨¦n sabe unirse, y entonces no le parece tan mal. Pero, ?es que no se acuerdan de aquel ?frente popular al rev¨¦s? vertebrado por la CEDA en que, por un lado, se iba hasta los lerrouxistas, y por otro, hasta la extrema derecha, TYRE? ?Qu¨¦ fueron las candidaturas autototituladas contrarrevolucionarias en 1933 y 1936? En 1933, por ejemplo, la izquierda se mantuvo desunida. He aqu¨ª un ejemplo entre otros: en Badajoz y provincia, el ?frente antipopular de derecha? obtiene diecis¨¦is diputados, y los socialistas, tres; la simple adici¨®n de los votos republicanos de izquierda y comunistas hubiera hecho cambiar el resultado en proporci¨®n inversa. An¨¢logo fen¨®meno se dio en Asturias y en Murcia (segunda vuelta).
De esa historia, la de nuestro tiempo y de nuestros padres, la derecha sabe poco. O no quiere saber. Prefiere la del Imperio, y de ¨¦l se queda siempre con Pizarro, y no con el padre Las Casas. A la historia de los dos ¨²ltimos siglos la ha reemplazado por mitos. Entre ellos est¨¢ el de un Frente Popular demon¨ªaco y antiespa?ol, De que el Frente Popular surgi¨® cuando los batallones pardos amenazaban a la clase obrera, s¨ª, pero tambi¨¦n todos los valores de la cultura occidental, de eso ?ni palabra!; de que significaba una estrategia defensiva, tratando precisamente de extender las alianzas de clase, de que signific¨® que la cuesti¨®n crucial europea pasase a ser ?democracia o fascismo?..., de eso, ?nada!
En 1935, lo ?moderado? era defender la pol¨ªtica del Frente Popular; otros, como Largo Caballero, prefer¨ªan limitarse a la unidad obrera, aunque luego acept¨® el FP como pacto circunstancial con la peque?a burgues¨ªa. Pero nuestra derecha lo confunde todo e ignora esos matices. Tal vez, el personal pol¨ªtico del bloque de poder no tiene toda la culpa; es gente que fue a los colegios (de pago) y a la universidad durante el franquismo y, ya se sabe, ?si se perdi¨® Cuba fue por culpa de los masones?, y todo por el estilo. En aquellas c¨¢tedras de Historia Contempor¨¢nea se ignor¨® lo que hab¨ªan sido el Frente Popular, los partidos y sindicatos obreros y.... ?para qu¨¦ seguir?, hasta lo que fueron Giner o Aza?a. Desde all¨ª se colabor¨® en la forja de mitos, por convicci¨®n, Dor comodidad o por temor y..., ?qu¨¦ poco ha cambiado todo eso! Todav¨ªa hay quien escribe, refiri¨¦ndose a las postrimer¨ªas de nuestro siglo XIX, ?que la lucha de clases existi¨® en la medida en que el marxismo la inocul¨® en la conciencia obrera? (!!!). Pero como esto es demasiado fuerte, hay otra derecha que prefiere ignorar sencillamente la historia. Lo cual no deja de resultar c¨®modo a la hora de aconsejar a esa inmensa mayor¨ªa que tiene que vender diariamente su fuerza de trabajo, que lo bueno es seguir desunidos. Me sospecho que acabar¨¢n no haci¨¦ndoles caso.
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