Los OVNI: una histor¨ªa de guerra fr¨ªa terror y esperanza
Desde las primeras visiones hasta hoy, la fisonom¨ªa de los marcianos y el mensaje atribuido al OVNI han ido variando radicalmente: de terror a teolog¨ªa. Pasado el primer momento de p¨¢nico, inmediatamente explotado comercialmente por el cine catastrofista norteamericano (con La guerra de las galaxias o Marte invade la Tierra, por ejemplo), la sugesti¨®n OVNI ha conocido variaciones fundamentales. La influencia del cine made in USA era perfectamente identificable en los primeros testimonios por la caracterizaci¨®n t¨ªpicamente hollywoodiana de los extraterrestres. En esa primera ¨¦poca del OVNI, los marcianos fueron sucesivamente presentados como ara?as gigantescas y voraces, enanos malignos transistorizados con cabeza de caracol rematada por dos antenas (y, presumiblemente, tambi¨¦n de piel viscosa), extra?os hom¨²nculos mec¨¢nicos con un parentesco inmediato con el robot, o humanoides de aviesas intenciones dotados de un ¨²nico ojo frontal, reedici¨®n del c¨ªclope de la mitolog¨ªa griega aunque diferenciado de aqu¨¦l por el hecho de ser enanos y porque el secreto de su poder no resid¨ªa en su corpulencia, sino en su intranquilizante capacidad t¨¦cnica.Es curioso observar c¨®mo casi todos los modelos zool¨®gicos en los que se inspiraba el marciano primitivolen¨ªan un algo de mec¨¢nico: las antenas del caracol parec¨ªan relacionarse con la electr¨®nica, y las articulaciones de la ara?a compromet¨ªan a la mec¨¢nica. 0 sea, el OVNI, avistado a gran escala por primera vez a partir de los a?os 45-50, reproduc¨ªa en el mito del marciano el terror hacia una tecnolog¨ªa que ya hab¨ªa demostrado su capacidad destructiva en las guerras mundiales, Hiroshima y Nagasaki: el OVNI era la amenaza tecnol¨®gica. Ninguna de estas versiones ocultaba la actitud de repugnancia y miedo con la que el inquilino de la Tierra acog¨ªa la noticia de civilizaciones extraterrestres. El marciano era terror¨ªfico porque era un prodigio tecnol¨®gico, expresi¨®n de una ciencia asociada ya a la capacidad destructiva. Y nuestra repugnancia se expres¨® a trav¨¦s de una caracterizaci¨®n del marciano llamado a estereotiparlo y hacerlo inconfundiblemente repelente.
Los marcianos, contrahechos, enanos y depiel verde, con un ojo central circunvalado por unos p¨¢rpados espesos, evocaba sin posibilidad de error aquel otro animal (tambi¨¦n el zoo mec¨¢nico, con movimientos compulsivos carentes de la armon¨ªa animal), y fundamentalmente repugnante, que es el sapo. La terminaci¨®n de las extremidades de los marcianos cinematogr¨¢ficos, subrayaba el parecido al insinuar apenas cuatro dedos gruesos unidos por una membrana. El marciano-caracol, el marciano-sapo o el marciano-ara?a solicitaban en nuestros sentidos un gesto de repugnancia que se potenciaba gracias a otras caracter¨ªsticas complementarias, como el color verde y la piel rugosa, llamados a sugerirnos un animal incluso repelente al tacto, baboso. Y, en fin, la ara?a aterciopelada era tambi¨¦n una met¨¢fora eficaz, en cuanto que esta otra inquietante fisonom¨ªa del marciano ten¨ªa m¨¦rito de describir perfectamente sus indeseables intenciones.
Por ¨²ltimo, otras versiones m¨¢s aisladas insist¨ªan en la descripci¨®n del marciano primitivo, seg¨²n unas caracter¨ªsticas faciales y corporales que evocaban a otro animal fundamentalmente repelente, como la rata. La frecuencia con la que el marciano made in Hollywood se nos presentaba con extremidades acabadas en un garfio mec¨¢nico a modo de pezu?a, reforzaba la asociaci¨®n, Curiosamente, ranas, ara?as y ratones han sido lo animales m¨¢s frecuente y m¨¢s logradamente imitados por la jugueter¨ªa mec¨¢nica moderna, puesto que su estilo mec¨¢nico de locomoci¨®n, a base de gestos nerviosos, los hacen mucho m¨¢s f¨¢cilmente reproducibles por la mec¨¢nica que cualquier otro animal dotado de armon¨ªa de movimientos. Tambi¨¦n la jugueter¨ªa-filos¨®fica-c¨®smica (la sugesti¨®n-OVNI) encontrar¨ªa en estas criaturas zoo-mec¨¢nicas la caricatura de sus terrores tecnol¨®gicos.
Excluyendo apenas algunos de estos prototipos, aparatosamente cinematogr¨¢ficos, el hecho ser¨ªa que, seg¨²n los primeros testigos oculares, los marcianos sorprendidos in fraganti en la Tierra respond¨ªan casi siempre a los modelos hollywoodianos. Durante la primera fase del ONVI, los marcianos fueron invariablemente hom¨²nculos verdes. Pero desde 1945 hasta hoy iban a producirse en todo el mundo unos cincuenta millones de visiones (seg¨²n el Congreso de GrenobIe), y u natal cantidad de apariciones no podr¨ªa menos que dar lugar a una enorme diversidad de testimonios, mucho m¨¢s trat¨¢ndose de un hecho subjetivo como ¨¦ste. Los testimonios no lograr¨ªan nunca uniformarse y cada nueva visi¨®n conllevar¨ªa una sorpresa: tanto la nave como la fisonom¨ªa de los tripulantes difer¨ªa en la ¨²ltima versi¨®n de las versiones precedentes, aun cuando el dato unificador de todos los primeros testimonios fuera invariablemente el de la naturaleza repelente de nuestros vecinos de galaxia. Esa variedad de presencias hizo suponer a los expertos que m¨¢s de un planeta nos ten¨ªa bajo observaci¨®n, con lo cual todas las contradicciones del fen¨®meno OVNI lograban por fin resolverse: las naves eran distintas porque proced¨ªan de planetas distintos con diferente tecnolog¨ªa, y el mismo discurso era aplicable a la fisonom¨ªa de los pilotos.
A remolque de la "guerra fr¨ªa"
Y si la fisonom¨ªa del marciano (naves y criaturas) era vivamente discutida, tambi¨¦n lo fue la procedencia del OVNI. A remolque de la guerra fr¨ªa no tard¨® en prosperar la idea de la procedencia sovi¨¦tica del OVNI. Ya Hollywood hab¨ªa asociado el OVNI a la idea del terror y el holocausto at¨®mico, de forma que a la propaganda estatal EEUU no le quedaba m¨¢s que desarrollar la ecuaci¨®n y ligar el OVNI a la carrera armamentista y, en fin, a la URSS, o amenaza comunista. Probablemente, ¨¦sta fue la etapa m¨¢s terrestre del OVNI, que entonces aparece vinculado a nuestros conflictos planetarios ya unos intereses pol¨ªtico-ropagand¨ªsticos tan concretos como terrestres. Por lo mismo fue tambi¨¦n la etapa menos m¨¢gica del OVNI, cuyo misterio se resolv¨ªa finalmente en casa. Los poderes de la Tierra se apoderan del dios- OVNI y lo desacralizan. A cambio aumenta la credibilidad del OVNI, reducido ya a una criatura mec¨¢nica que adquiere l¨®gica de la guerra fr¨ªa y de la carrera armamentista. Por lo dem¨¢s no era dif¨ªcil aceptar que los platillos voladores, inquietantes y misteriosos, procedieran de la URSS: ?de aquel mundo sovi¨¦tico -como escribe ir¨®nicamente Roland Barthesprivado de claras intenciones, herm¨¦tico y misterioso como otro laneta?.El OVNi vendr¨¢ as¨ª a integrarse en el arsenal norteamericano de la guerra r¨ªa como demostraci¨®n definitiva de la perversidad sovi¨¦tica y de sus prop¨®sitos de hegemon¨ªa universal. Sorprendentemente, la fisonom¨ªa del extraterrestre cambia de improviso: las grandes agencias informativas norteamericanas dejan de enviar despachos y descripciones hollywoodianas de los marcianos sorprendidos infraganti, pues todo el mundo sabe que los sovi¨¦ticos, aun siendo comunista a su modo, tienen caracter¨ªsticas fisicas m¨¢s o menos semejantes a las nuestras; la credibilidad del OVNI-sovi¨¦tico exig¨ªa la ruptura con los viejos clich¨¦s hollywoodianos, con los enanos cabezudos, los hom¨²nculos verdes y todas las dem¨¢s criaturas caprichosas de la prehistoria del OVNI, que ya hab¨ªa sido incorporado a nuestro mundo. Disminuir¨¢n, por tanto, las descripciones del extraterrestre y en cambio aumentar¨¢n los testimonios sobre visiones de naves.
Esta segunda fase del OVNI empieza a palidecer al mismo ritmo que Estados Unidos y la Uni¨®n Sovi¨¦tica inician su pol¨ªtica de coexistencia. El relajamiento de la tensi¨®n internacional, facilit¨®, ya a mediados de los a?os sesenta, el desarrollo del mito-OVNI en otras direcciones. Estados Unidos renuncian entonces a las formas m¨¢s burdas de la propaganda antisovi¨¦tica y en ese contexto prescinden del OVNI como argumento anti-bolchevique. Con ello, los platillos volantes se liberan de la hipoteca pol¨ªtica y pueden volar m¨¢s a su antojo. Deshechada su procedencia terrestre, el OVNI vuela nuevamente en un espacio m¨¢gico: ?de d¨®nde viene, qu¨¦ quiere? En realidad, la hip¨®tesis de su procedencia marciana data de esta tercera ¨¦poca. Marte, dios de la guerra, ya no expresa la misi¨®n pac¨ªfica que en esta fase se atribuir¨¢ al OVNI, pero la localizaci¨®n de Marte como patria del platillo volante es una simple elecci¨®n espacial que tiene la virtud de disociar el disco volante de la realidad terreste, cual es requisito fundamental para el rescate de su sugesti¨®n m¨¢gica: ni la URSS ni EEUU, el OVNI no sabe de pol¨ªtica; el espacio, inconcreto, apasionante y misterioso, volver¨¢ a ser el hogar del OVNI. Y ya tenemos el primer elemento de la futura teolog¨ªa- UFO.
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