El calendario legislativo

LA POL?MICA iniciada anteayer en el Congreso acerca del calendario legislativo nos ha devuelto, como en un mal sue?o, a esas trifulcas de tono menor de la anterior legislatura en las que las arrogancias de unos son replicadas con comentarios supuestamente mordaces de los otros que no alcanzan siquiera la categor¨ªa de chascarrillo. El se?or Arias Salgado afirm¨®, que los debates en el Pleno se realizar¨¢n cuando convenga al Gobierno y que el orden de presentaci¨®n de los proyectos de ley del Ejecutivo no ser¨¢ negociado con el resto de los grupos parlamentarios. El se?or Guerra, por su parte, confundi¨® una vez m¨¢s la iron¨ªa con la sal gruesa al apuntar la posibilidad de que el proyecto de ley org¨¢nica de UCD para la formaci¨®n del Tribunal Constitucional haya sido entregado, para su revisi¨®n, al juez instructor que hizo posible la fuga del se?or Lerdo de Tejada.Es una impresi¨®n bastante generalizada que la abstenci¨®n electoral y el despego de la opini¨®n respecto a la vida p¨²blica tienen parcialmente su origen en la falta de adecuaci¨®n de un amplio sector de la llamada clase pol¨ªtica a las funciones para las que han sido elegidos o designados sus componentes. El cansancio que suscitan las tormentas en un vaso de agua escenificadas en los pasillos del palacio de la carrera de San Jer¨®nimo por los representantes de los grupos parlamentarios, es tanto m¨¢s preocupante cuanto que contribuyen a ocultar, tras una cortina de, impertinencias inanes, inmadurez y gusto por el protagonismo, cuestiones de gran importancia que afectan a los intereses de todos los espa?oles y de cuya soluci¨®n deben responder solidariamente congresistas y senadores.

Del examen de los art¨ªculos de la Constituci¨®n acerca de la elaboraci¨®n de las leyes, se desprenden conclusiones muy claras e inequ¨ªvocas sobre el ¨¢mbito de la iniciativa legislativa. Por lo dem¨¢s, la actual composici¨®n del Congreso, en el que UCD no tiene la mayor¨ªa, pero donde tampoco es f¨¢cil que el resto de los diputados se pongan de acuerdo para imponer una proposici¨®n de ley parlamentaria, asegura al Gobierno que sus proyectos de ley copen por entero la fuente de alimentaci¨®n de las Comisiones y los Plenos. No se trata, as¨ª, pues, de discutir la s¨®lida base jur¨ªdica de ese pr¨¢ctico monopolio de la iniciativa legislativa por el Gobierno, sino de considerar la conveniencia pol¨ªtica de que la secuencia temporal de la presentaci¨®n de los proyectos sea consultada con el resto de los grupos parlamentarios.

La inexistencia de obligaci¨®n para hacerlo no significa, en modo alguno, la consagraci¨®n de un derecho. Seguramente, la opini¨®n expresada por otros grupos parlamentarios sobre la estructura del calendario legislativo podr¨ªa resultar de utilidad al propio Gobierno.

Por lo dem¨¢s, mucho nos tememos que no resulte innecesario recordar al Gobierno y a las Cortes el volumen y el peso de las tareas legislativas que han de ser llevadas a cabo en los pr¨®ximos meses. Los simples ciudadanos tienen derecho a exigir, tanto por sus votos como por sus impuestos, que el Gobierno, los congresistas y los senadotes trabajen de firme para cumplir con sus deberes y para justificar sus t¨ªtulos y emolumentos. Esto es, que elaboren, discutan y aprueben las leyes necesarias para colmar el vac¨ªo jur¨ªdico en el que nos moveremos, mientras la Constituci¨®n no sea plenamente desarrollada.