Estados Unidos, por cuarta vez con consecutiva, gan¨® la Copa Federaci¨®n
Estados Unidos gan¨® por octava vez -cuarta consecutiva- la Copa Federaci¨®n de Tenis. En la final de la XVII edici¨®n, que se celebr¨® en las pistas del Club de Campo, venci¨® a Australia por tres victorias a cero. Tracy Austin se impuso a Kerry Reid, por 6-3 y 6-0. Chris Evert gan¨® a Elianne Fromboltz, por 2-6, 6-3 y 8-6, y la pareja Billie Jean King-Rosemarie Casais venci¨®, por 3-6, 6-3 y 8-6, a Wendy Turnbull y Kerry Reid. Chris Evert, que gan¨® el segundo individual a Fromholtz en el encuentro que protagoniz¨® la jornada, consigui¨® su 122 victoria consecutiva. Tracy Austin no perdi¨® un solo set en todo el torneo. Su Majestad la Reina Sof¨ªa entreg¨® el trofeo a Vicki Berner, capitana norteamericana.
El tenis-fuerza de las norteamericanas pudo en la final con el tenis de clase, exquisita t¨¦cnica y gran estrategia de las autralianas, que quiz¨¢ por esto fueron m¨¢s aplaudidas, pese a que salieron derrotadas. En el primer encuentro, Tracy Austin, que empez¨® con el servicio y sus dos primeros golpes fueron para hacer una doble falta, aburri¨® a la veterana Kerry Reid. Fue un caso claro de que en el deporte actual las facultades f¨ªsicas, la potencia y la fuerza ganan. De ah¨ª que los diecis¨¦is a?os de la norteamericana acabaran con todo el tenis que pueda tener la raqueta de la australiana a sus 31 a?os.Empez¨® dominando Kerry Reid, que jug¨® de la ¨²nica forma que se puede hacer con la Austin. Bolas a uno y otro lado de la pista y a la menor oportunidad una dejada, casi siempre perfecta, que en principio surti¨® efectos positivos para la australiana. Pero fue s¨®lo en principio, porque pronto la Austin empez¨® a llegar a todas las bolas y sus golpes hac¨ªan estragos. Reid insisti¨® una y otra vez en colocar unos golpes casi perfectos y fuera del alcance de cualquiera, menos de la jovencita de las coletas, que siempre llega a tiempo de meter la raqueta.
Tenis de primer¨ªsima calidad
A las tres de la tarde, con las gradas abarrotadas de p¨²blico, dio comienzo el segundo individual, que enfrent¨® a las n¨²meros uno de las dos grandes potencias mundiales en tenis femenino. Chris Evert era la favorita y casi nadie dudaba de su triunfo. Dianne Fromholtz sali¨® a la pista dispuesta a demostrar lo contrario y con un tenis muy cerca de la perfecci¨®n trajo de cabeza a la estrella norteamericana. Esta nada pudo hacer ante los golpes maestros de su rival, que adem¨¢s hizo gala de una perfecta estrategia. Ante el asombro de todos, Evert perd¨ªa su primer set del torneo por un rotundo e inapelable 6-2. Fromholtz caus¨® las delicias del p¨²blico, que pudo saborear las mieles de un juego exquisito y lleno de belleza. La australiana dio una aut¨¦ntica lecci¨®n y dej¨® bien claro en qu¨¦ consiste el verdadero tenis.Chris Evert, fr¨ªa, calculadora y sin inmutarse, no se amilan¨® y empez¨® a prodigar un tenis blando y continuas series de globos que evidentemente la beneficiaban y la permit¨ªan sumar tantos. Incomprensiblemente, Fromholtz cay¨® en la trampa y aguant¨® demasiado este juego cuando era evidente que as¨ª llevaba siempre las de ganar la norteamericana. Con el intercambio de golpes es imposible vencer a la Evert, y la australiana tan s¨®lo a veces se arriesg¨® -es todo un riesgo, porque la norteamericana siempre ?te pasa?- a subir a la red y levantar al p¨²blico de los asientos, al mismo tiempo que arranc¨® fuertes y prolongadas ovaciones.
El p¨²blico se puso a favor de Dianne Fromholtz, entre otras, por tres cosas: la australiana cae m¨¢s simp¨¢tica, su tenis gusta m¨¢s y adem¨¢s su triunfo aseguraba un partido de dobles decisivo, que hubiera supuesto una suculenta guinda al antol¨®gico partido que se vio entre la Evert y la Fromholtz. Nada de esto influy¨® lo m¨¢s m¨ªnimo en la norteamericana, que no entiende nada m¨¢s que de triunfos. Y los consigue como un martillo pil¨®n, golpe a golpe. Nunca se va abajo, no pierde los nervios, no la influye el marcador, no da una bola por perdida y cuando parece tener todo en contra sabe ganar el tanto decisivo. Es lo que diferencia a una campeona de otra que no lo es. Tampoco el perder el servicio influye para nada en ella, porque, como la Austin, juega mejor con el servicio en contra. El saque es lo m¨¢s flojo en las norteamericanas, que sin embargo tienen un resto terror¨ªfico.
Por ¨²ltimo, en el doble, las campeonas de Wimbledon, las autralianas Tumbull y Reid, no pudieron con la pareja norteamericana King-Casals en un largo encuentro que ya nada decid¨ªa, pero en el que se pudieron ver cosas de mucha calidad. La entrega del trofeo tuvo lugar antes del partido de dobles. El equipo vencedor gan¨® 40.000 d¨®lares -unos 2.800.000 pesetas-, y el finalista, la mitad.
El juez ¨¢rbitro y los dineros
El cap¨ªtulo econ¨®mico ocupa lugar importante dentro del mundo del tenis y el tema del medio mill¨®n de pesetas que le cuesta a la organizaci¨®n el juez ¨¢rbitro fue muy debatido en las pistas del Club de Carripo. El se?or Dereck Hardwick lleva, adem¨¢s, la etiqueta de amateur y desinteresado. ?l medio mill¨®n se debe a los gastos de viaje y estancia suyos y de su esposa. No es mala profesi¨®n esa de dedicarse a ser juez ¨¢rbitro sin cobrar, con todo pagado, peque?os vicios incluidos. Viene esto a cuento porque quiz¨¢ la actuaci¨®n del juez ¨¢rbitro fuera uno de los puntos negros de esta Copa Federaci¨®n. Ya se denunci¨® en EL PA?S la arbitrariedad e injusticia que supuso el orden de las semifinales, en las que sali¨® claramente perjudicado el equipo de Checoslovaquia. Nadie puede impugnar nada, porque parece que la figura del juez ¨¢rbitro es intocable y nadie le pide cuenta de sus decisiones, por absurdas que sean.El domingo, en el transcurso de la final, y ante la duda de si una bola de Fromholtz, fue o no buena, sali¨® a la pista y lo ¨²nico que consigui¨® fue hacer re¨ªr a la gente, ya que el buen se?or miraba en un sitio que nada ten¨ªa que ver con donde hab¨ªa botado la pelota. Por mucho que cobren, las jugadoras demostraron que lo ganan mejor.
En la Copa Federaci¨®n las estrellas del tenis mundial demostraron tambi¨¦n que es justo el que el dinero haya llegado a los torneos femeninos, porque son capaces de brindar tanto espect¨¢culo como los hombres. S¨®lo existe la l¨®gica diferencia de fuerza y potencia, pero poca hay en la t¨¦cnica y estrategia, mientras que es evidente que se gana en belleza, por razones obvias. Una competici¨®n femenina como la que se ha visto estos d¨ªas justifica perfectamente el dinero que se mueve y el hecho de que las multinacionales patrocinen y se pongan en medio. La publicidad y el deporte cada vez tendr¨¢n que estrechar m¨¢s sus relaciones.
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