El Lobo
El domingo sali¨® en Las Ventas Francisco Campos, El Lobo, novillero autopromocionado y torero/show, una capa con meses de puerta, que teorizaba al personal desde el tendido, antes de ganar la arena, y ten¨ªa un prestigio taurino sin haber dado un paso, como S¨®crates ten¨ªa un prestigio literario Atenas sin haber escrito una l¨ªnea.Francisco Campos, El Lobo, parece que tiene oficio, y si en algo va a fallar es en su exceso de ortodoxia, cuando lo que se esperaba de ¨¦l (como se espera hoy del que surge, pol¨ªtico o poeta) es la heterodoxia. Francisco Campos, El Lobo, tiene una prehistoria de sentadas y cartelones, prosas socr¨¢ticas desde el grader¨ªo y esa estampa tangente del que se tiende al costado de una plaza de toros, como l¨ªnea secante del redondel neomud¨¦jar, a esperar una oportunidad.
Francisco Campos, El Lobo, lleg¨® tarde a todo. Llega tarde a los toros, a la fiesta, a la vida, a la Historia de Espa?a, porque cuando el franquismo necesit¨¢bamos efectivamente un Cordob¨¦s y un Platanito para distraer al personal, empalmar con la Espa?a de Cifesa, m¨¢s taurina que futbolera, y hacer un poco de demagogia con los ¨ªdolos de barro y pesetas surgidos del pueblo, arrancados al pueblo como geranios geniales del tiesto de la raza.
Ahora ya, con la democracia, los alcaldes de izquierdas se sientan a pedir una oportunidad a la puerta del coso de la Moncloa, el pueblo emerge como proletario y no como individualidad, y estos monstruos desarraigados y declas¨¦s le cogen por sorpresa a ese toro enamorao de la luna, que no ve un capa desde ?ngel Teruel, pues los capas, los maletillas y los novilleros de Solana est¨¢n todos en Alemania fabricando tornillos para la socialdemocracia. Me cuenta Jos¨¦ Luis de Vilallonga que le esperaba una vieja lady inglesa y se qued¨® desconcertada al no verle entrar de torero.
-Antes a todos los espa?oles nos cre¨ªan toreros y ahora nos creen emigrantes obreros con boina -le digo.
No se han aclarado en el Mercado Com¨²n de lo que es un espa?ol a navaja y creen que seguimos siendo espa?oles de navaja. Con Jos¨¦ Luis corremos el peligro contrario: que se imaginen que todos los madrile?os que viajan en Metro son nobles de uno ochenta, con puro de Fidel y las sienes plateadas por la luna. Giscard acaba de darnos diez a?os de plazo para que decantemos el tipo nacional, un machihembrado de Vilallonga, Francisco Campos, El Lobo, y Alfredo Landa con boina de emigrante. ?No hab¨ªamos quedado en que si no se entraba en el MC era por lo del General¨ªsimo? Ya est¨¢ claro que no, pero de todos modos al General¨ªsimo vamos a quitarle el nombre de la avenida, a ver si en Europa cogen el detalle.
Francisco Campos, El Lobo, haga lo que haga en la fiesta (y dos cardenales del sacro colegio taurino asistieron al misacantano: Domingo Ortega y D¨ªaz-Ca?abate), nunca superar¨¢ aquel gesto surrealista y nacional de saltar vestido de alamares al c¨¦sped televisado de un partido del siglo. Ir a pedir una oportunidad torera a un campo de f¨²tbol est¨¢ en la misma l¨ªnea de coherencia/ incoherencia espa?ola de ir a pedir una oportunidad patri¨®tica a Argelia, al Sahara, a Marruecos, al Polisario. Bueno, pues hay quien lo ha hecho. Todos los grandes l¨ªderes se salen de fila y buscan una gran victoria internacional (o cosa que lo parezca), cuando en lo nacional les come el coco la oposici¨®n, siquiera sea la oposici¨®n de los alcaldes.
Francisco Campos estaba en la oposici¨®n taurina cuando estaba fuera de la plaza, con el estoque y un bocadillo. Francisco Campos, El Lobo, se liaba a largar desde el tendido, puesto en pie, como la Oposici¨®n en las Cortes, y ahora que le dan una oportunidad opta por la ortodoxia. Ent¨¦rate, Francisco, torero, Lobo, acl¨¢rate que lo que quiere el personal, en la pol¨ªtica corno en los toros, desde los tiempos de don Ram¨®n P¨¦rez de Ayala, es heterodoxia y car¨¢cter.
Luego, descabellar mal o bien es lo de menos. El domingo en Las Ventas, Francisco Campos, El Lobo, novillerete de M¨¢laga, bajo la mirada clemente del Papa y el antipapa de la fiesta, Ortega y D¨ªaz-Ca?abate, rota la tarde en ¨¢ngeles de plomo y grietas de lluvia, hizo una faena para salir del paso. Su programa electoral era m¨¢s brillante que todo eso. Me lo dec¨ªa el parado a la salida: ?A los pol¨ªticos tambi¨¦n les pasa. ?
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