La prensa y su problema
Altos representantes de la prensa declaran sobre la misma, y con bastante acierto, que ¨¦sta no se ve afectada por los otros medios informativos en la crisis actual que ella sufre. Que sobre la misma gravitan otras causas, como la precipitaci¨®n y la falta de atenci¨®n de las gentes, el encarecimiento y otros desajustes actuales. Pero, de todas formas, hacen hincapi¨¦ en que la prensa tiene su vida propia y asegurada.Y esto es cierto, pero salvo ciertas condiciones, ya que su irregular vitalidad actual no radica tanto en las causas externas, tan consabidas y aireadas, sino en motivos internos: amaneramiento, inercia e incertidumbre en general, ya que no me refiero a nadie en particular.
A¨²n prevalece el criterio superfluo (por lo obvio) para sus principales razones de ser y de actuar, como son la moderaci¨®n, la objetividad y la imparcialidad. Y, sin embargo, estas premisas tienen mucho de r¨ªgido y anodino. El verdadero. periodismo, el reflexivo y opinante, el de enjundia filos¨®fica y de opini¨®n valiente, ir¨¢ contra toda apariencia hip¨®crita o verdad amanerada. Y no aquel que quiere quedar bien con todo el mundo, y que, por eso mismo, resulta inoperante, aburrido y aletargador.
Por eso, si la prensa quiere contar con el inter¨¦s, apoyo y entusiasmo de cada vez mayor n¨²mero de espa?oles, debe dejar de ir detr¨¢s de la opini¨®n y del pensamiento de un pueblo y decir despu¨¦s lo que ?conviene ?, sino ir delante, marcar la pauta y abrir camino.
En tiempos pasados, la prensa dijo lo que ?conven¨ªa?, y ten¨ªa la venta asegurada sin m¨¢s y autom¨¢ticamente. Pero si ahora quiere preciarse de s¨ª misma y vender, tiene que intervenir, aunque se ?equivoque? a veces. Precisando, criticando, censurando y diciendo, en una palabra, ?aqu¨ª estoy yo?.
De todas maneras, dar f¨®rmulas concretas para su mejora de salud ser¨ªa pedante, entre otras cosas, porque es una cuesti¨®n de sustancia y fondo, que no de forma. Ahora bien, sea como fuere, el periodismo b¨¢sico, profundo y reflexivo debe hacer frente a la opini¨®n vulgar, que no popular, y tirar por tierra aquello que dec¨ªa con sarcasmo Lope de Vega: ?El vulgo es necio, y puesto que lo paga, es justo hablarle en necio, para darle gusto. ?
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