El desbarajuste del siglo
Como esto siga as¨ª, aqu¨ª se va a armar algo muy gordo, y en tal caso la empresa que este a?o debuta en Las Ventas lo pasar¨¢ mal si no toma las de Villadiego. Despu¨¦s de la suspensi¨®n del domingo esper¨¢bamos que el lunes habr¨ªa normalidad (la normalidad que puede preverse en espect¨¢culo tan complicado como es una corrida de toros), pero se torci¨® la fiesta por culpa de una sucesi¨®n de imprevistos e incoherencias, que desemboc¨® en el desbarajuste del siglo.Hubo toros cojos; m¨¢s que cojos, tullidos desahuciados; nunca hab¨ªamos visto tanto inv¨¢lido descarado en una misma corrida de toros. Pero ?qu¨¦ compra y c¨®mo compra esta empresa? ?C¨®mo se hace el examen veterinario? Y si la empresa compra g¨¦nero bueno y, los veterinarios act¨²an como es debido, ?qu¨¦ clase de personal hay en esta plaza que desgracia las reses en los corrales, es de suponer que por impericia al moverlas?
Plaza de Las Ventas
Segunda de feria. Cinco toros de Ram¨®n S¨¢nchez, bien presentados, con casta, manejables, blandos de patas. Hiri¨® a un caballo el primero. El tercero, cojo, sustituido por uno de S¨¢nchez Rico, manso y manejable. El sexto, de S¨¢nchez Rico tambi¨¦n, derrengado, sustituido por otro de P¨¦rez Angoso, cornal¨®n, que hiri¨® a un caballo, pero estaba a¨²n m¨¢s cojo. Andr¨¦s V¨¢zquez: Dos pinchazos y estocada (silencio). Bajonazo (pitos). Sebasti¨¢n Cort¨¦s: Bajonazo infame (bronca y almohadillas). Golletazo, pinchazo, rueda de peones, marronazo, estocada baja y dos descabellos (protestas). Macandro, que confirm¨® la alternativa: Tres pinchazos, estocada y, descabello; la presidencia le perdon¨® un aviso (palmas y saludos). Dos pinchazos y estocada corta ca¨ªda (aplausos y salida a los medios).
Y va de l¨ªo: equivocaron al primer sobrero, que era para Sebasti¨¢n Cort¨¦s, pero tuvo que torearlo Macandro, pues no se trataba de tal sobrero, sino del sexto toro. El aludido sobrero, cuando sali¨®, resulta que no se ten¨ªa en pie y fue devuelto al corral. En su lugar sali¨® un perezangoso, el cual tambi¨¦n renqueaba -m¨¢s a¨²n, si me apuran- y se recrudeci¨® el esc¨¢ndalo. Iba largu¨ªsimo el festejo, y llegadas las sombras del crep¨²sculo, tuvieron que encender los focos. Se trata de una luz espl¨¦ndida, tan potente, que aviva los colores hasta hacerlos deslumbrantes. Pero en esto, ?zas!, se fundieron los plomos. La gente no pod¨ªa aguantar m¨¢s. Parte del grader¨ªo estall¨®, lanzando con furia almohadillas y botes de cerveza. Los gritos de protesta, que no hab¨ªan parado en toda la tarde, alcanzaron tonos y figuras irreproducibles. A pesar de la bronca, el presidente no devolv¨ªa el toro, y le dijeron lo que nunca habr¨ªa querido o¨ªr. Y en esto, Sebasti¨¢n Cort¨¦s en la arena, absolutamente espantado, dando el mitin. Ha reaparecido en Madrid con mucha recomendaci¨®n (si no, ?de qu¨¦?), pero con ninguna responsabilidad, menos valor y a¨²n menos recursos, y sus dos trasteos consistieron en la odisea de quien debe torear y malditas las ganas que tiene de hacerlo.
El desbarajuste, las cojeras, el ambiente de camorra que prendi¨® en seguida en el tendido, y sobre todo la falta de profesionalidad de algunos espadas, impidieron que se lidiara como es debido la corrida de Ram¨®n S¨¢nchez, muy bien presentada y de interesante comportamiento. A algunos de los toros los asesinaron en varas. Un consumado lidiador como es Andr¨¦s V¨¢zquez, no debi¨® permitir que al quinto lo deshiciera el picador en tres puyazos interminables. Toro que se arrancaba de largo, con, alegr¨ªa, aunque protestaba al sentir el hierro, debi¨® lucirlo y cuidarlo, a¨²n con m¨¢s raz¨®n porque era noble y pudo dar muy buen juego para la muleta. Como es natural, acab¨® tan agotado que no ten¨ªa un pase.
Mejor lidia tuvo el segundo, que era bravo, pero tambi¨¦n se le castig¨® con exceso y no pudo resistir toda la faena de muleta de Andr¨¦s V¨¢zquez; la inici¨® muy bien, con espl¨¦ndidos ayudados por alto y por bajo, pases de la firma y cambi¨® de mano, para seguir con un derechazo impresionante. Ah¨ª se acab¨® el toro, y la torer¨ªa del diestro -variado y eficaz en los muletazos de recurso- no pudo sacarle otro partido. Hemos dicho torer¨ªa, y ¨¦ste es, en efecto, el sello del maestro zamorano. Cuando dibujaba la media ver¨®nica. y lo hizo muchas veces, no cab¨ªa m¨¢s aroma de torero a carta cabal.
El ramons¨¢nchez que abri¨® plaza, un imponente ejemplar muy bien armado, ten¨ªa genio y al tiempo era prob¨®n y le faltaba fijeza. Macandro, que ven¨ªa con evidentes deseos de triunfar, se la jug¨® en una faena de pocas calidades, pero emocionante por el peligro que hab¨ªa en cada pase. Al de S¨¢nchez Rico, en cambio, no lo entendi¨®, s¨®lo en una serie de naturales le encontr¨® la distancia remat¨® casi todos los pases con engachones. En ese toro -que no era nadie, a pesar de su presencia y su mansedumbre- tuvo el triunfo al alcance de la mano.
En fin, la corrida termin¨® y ya es historia. Pero lo que permanece es el ambiente de acritud por una feria mal planteada, que encima ha empezado con esc¨¢ndalos. Hay quienes piden al p¨²blico calma y cordura, y nos parece bien, pero antes hay que pedir esa calma y sobre todo esa cordura a muy concretos responsables del montaje y buen orden del espect¨¢culo para que 16 del domingo y lo de ayer no vuelva a repetirse.
Hacerse el sordo
Cuando un toro dobla las patas que parece se le quiebran, y el p¨²blico protesta hasta armar el esc¨¢ndalo, el presidente no puede hacerse el sordo; cuando la organizaci¨®n de una feria suscita las m¨¢s duras cr¨ªticas y, una vez en marcha, provoca la indignaci¨®n del p¨²blico, el empresario tampoco puede hacerse el sordo. En realidad, este es un problema de m¨¢s alto nivel, que la autoridad debe resolver, si es que no hay sordera nacional. Los taurinos est¨¢n muy acostumbrados a que las broncas y los disgustos pasen una vez arrastrado el ¨²ltimo toro, pues el p¨²blico se va a casa y los ingresos, en pesetas de curso legal, quedan intactos para beneficio, precisamente, del responsable de los des¨®rdenes. Ya es hora de que, para estos casos, se proceda a la intervenci¨®n de taquillas y sanciones que se vean.
Babelia
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