Ar¨ªstides Maillol, en Perpi?¨¢n
La gran exposici¨®n antol¨®gica del escultor Ar¨ªstides Maillol (1861-1944), que se celebra en la noble fortaleza de los Reyes de Mallorca (SS XIII-XIV), en la capital del Rosell¨®n -esa parte de Catalu?a que el arbitrario Tratado de los Pirineos agreg¨® a Francia pero que se resiste a aceptar la horma parisi¨¦n-, es un t¨ªpico ejemplo de la pol¨ªtica descentralizadora que en el campo de las artes se lleva a cabo en muchos pa¨ªses europeos. Los tradicionales focos de concentraci¨®n art¨ªstica siguen ejerciendo su hegemon¨ªa, pero ciudades provincianas o n¨²cleos de inter¨¦s art¨ªstico o tur¨ªstico entran en concurso para atraer un determinado n¨²mero de p¨²blico y ofrecer nuevos alicientes dentro de su marco urbano. El caso de Perpi?¨¢n con la exposici¨®n Maillol es un t¨ªpico ejemplo de esta alternativa. Las razones tienen aqu¨ª tambi¨¦n un peso. Maillol vivi¨®, estudi¨® y muri¨® en Perpi?¨¢n, se sinti¨® rosellon¨¦s hasta los tu¨¦tanos y se identific¨® con el paisaje mediterr¨¢neo de su Banyuls natal hasta transportarlo a su propia obra como pocos otros escultores del siglo lo han hecho.Nos atrevemos a calificar esta muestra como una de las exposiciones del a?o en el calendario europeo por la respuesta que el p¨²blico ha dado a la misma. Gentes venidas de Francia y de Espa?a, entusiastas de la escultura y profanos de las artes, acuden a reverenciar las masas compactas y los rotundos vol¨²menes del gran Maillol. La civilizaci¨®n de las autopistas ha facilitado este encuentro que genera numerosos viajes en una magna operaci¨®n pol¨ªtico-cultural que el Consejo Municipal de Perpi?¨¢n ha programado para despedir con todos los honores a su m¨¢xima gloria local. Porque todo lo que pueda tener de descentralizador esta manifestaci¨®n, en parte financiada por los organismos culturales del Estado, supone a largo alcance una reafirmaci¨®n de la fagocitante capitalidad parisiense. Maillol y sus 180 obras, propiedad en el momento actual -en su mayor¨ªa- de la ¨²ltima modelo del artista, Dina Vierny, pasar¨¢n a formar parte de un museo monogr¨¢fico que se inaugurar¨¢ en 1981 en Par¨ªs para reforzar a¨²n m¨¢s el patrimonio de la capital gala y poner al escultor rosellon¨¦s en igualdad de circunstancias que su amigo y rival Rodin.
Perpi?¨¢n (Francia)
Palacio de los Reyes de Mallorca.
Seg¨²n todos los expertos, esta es la m¨¢s importante exposici¨®n de Ma¨ªllol nunca presentada, ya que, incluso, supera la organizada en 1961 por el museo de Arte Moderno de Par¨ªs en ocasi¨®n de su primer centenario y las posteriores de Nueva York y Tokio. Grandes esculturas, peque?as estatuas, pinturas, dibujos, grabados, cartones de tapicer¨ªa y revistas manuscritas contribuyen a darnos una imagen cabal y coherente de este artista v¨ªsceral que se libr¨® a la escultura cuando ten¨ªa cuarenta a?os -a mitad de su vida-, siendo ¨¦sta la que le proyectar¨ªa internacionalmente y la que abrir¨ªa una nueva puerta dentro de la estatuaria del siglo por unir los valores del clasicismo y las inquietudes de la modernidad. Entre los cl¨¢sicos, Maillol pasa por moderno. Entre los modernos, se le descubre demasiado clasicismo. Esta dualidad es su secreto y la nota caracter¨ªstica de su pl¨¢stica.
El contacto con las obras empieza ya en los jardines, con el impresionante tel¨®n de fondo del Canig¨®. El aire, figura en homenaje al aviador Jean Mermoz; El monumento a C¨¦zanne, tra¨ªdo de Par¨ªs; El dolor, y ya dentro del patio de armas La Mediterran¨¦e, junto a otra noble pieza, la no menos importante La nuit, emplazada en el peque?o patio de la Reina. Este es el primer contacto, estrat¨¦gicamente estudiado, para que el espectador ?in crescendo? vaya penetrando en Maillol. En las salas altas se ha distribuido el resto de las obras. Primero conocemos su ¨¢gil y experto dibujo, casi exclusivamente entregado a la anatom¨ªa femenina, una serie de pinturas de juventud entre simbolistas y ?nabis?, realizadas cuando comparti¨® su estancia parisina con Gaugin, apuntes, croquis y alguna talla utilitaria. Ya dentro de la Loggia se han dispuesto los bronces de tama?¨® natural, que en su m¨¢s absoluta desnudez y sin peanas de realce, son expuestos en un equilibrado juego de distribuci¨®n. La falta de los debidos r¨®tulos indicativos -defecto que capitaliz¨¢bamos en exclusiva para los pa¨ªses subpirenaicos- crea cierta dispersi¨®n y nos obliga a ir cat¨¢logo en mano si es que estamos dispuestos a pagar ochenta francos, que los vale.
Piezas tan destacadas como L?Ile de France, V¨¦nus au Collier, Llaction enchain¨¦e, Baigneuse, Eve ¨¢ la Pomme, Harmonie, Torse de V¨¦nus, Dina, Flore, Debussy, etc¨¦tera, completan la visi¨®n del Maillol monumental que saludamos al acceder a la vetusta fortaleza. En otras salas, como el antiguo comedor de la Reina, hay piezas de distintos tama?os, estatuillas, maquetas, dibujos, que nos plantean en una vasta panor¨¢mica lo que represent¨® para la escultura el maillolismo.
Maillol ha llegado a crear un arquetipo de mujer, una mujer mediterr¨¢nea, de corte catal¨¢n, ?ben plantada?, que llega a transformarse en una s¨ªntesis de armon¨ªas.
Son muchos quienes oponen la obra de Rodin, su gran contempor¨¢neo, a la de Maillol. Su misma amistad es un buen ejemplo de la diversidad de talantes que les movi¨®. Si Rodin tiende a la tradici¨®n n¨®rdica, Maillol reivindica la mediterr¨¢nea con toda su riqueza de contenidos, desde la Grecia prehel¨¦nica al cubismo. En la mujer, con su dinamismo, con su fuerza sensual, con su potencia f¨ªsica y racial, plasma todo su ideario, desde el empuje revolucionario de L'Action Enchain¨¦e, en el monumento al socialista Blanqui, a la quintaesencia de la femenidad La M¨¦diterran¨¦e, ambas dignas de la perfecci¨®n de Miguel Angel. Maillol abre una puerta que seguir¨¢n Clar¨¢, Casanovas, Manolo y tantos escultores que se percataron que arquitectura y volumen, dominio t¨¦cnico y formal, simplicidad y pureza van estrechamente unidos y se confunden.
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