Vida y muerte de Utamaro
Afirmaba Edmundo de Goncourt que, siendo las japonesas gorditas y peque?as, Utamaro las sol¨ªa pintar como altas diosas rodeadas de estrellas.No se sabe muy bien las razones que llevaron a este artista singular a dibujar fundamentalmente figuras femeninas. Se ha afirmado que la muerte de una mujer muy querida para ¨¦l decidi¨® su destino pict¨®rico, pero el caso es que este gran artesano del color y el amor, seguramente el m¨¢s conocido de Jap¨®n en Occidente, s¨®lo parece interesarse a partir de cierto momento por una serie de estampas y retratos que la mujer se?orea y domina. Maestro a los pocos a?os reconocido por diversas generaciones, sol¨ªa conceder m¨¢s importancia a la indumentaria que al rostro. Educado en Edo, la actual Tokio, el a?o 1790, vino a ser fundamental en su vida, pues habiendo decidido el Gobierno una reforma de costumbres rigurosa, conden¨® sus dibujos por fr¨ªvolos cuando no lascivos.
El mundo er¨®tico de Utamaro
Direcci¨®n: Akio Jissoji. Gui¨®n: Akio Jissoji y Masaru Takesue. Fotograf¨ªa: Masao Nakabori. M¨²sica: Hirose. Int¨¦rpretes: Shin Kisida. Shingo Yamashiro. Isao Bito. Mikio Narita. Jap¨®n. Dram¨¢tica. Local de estreno: Minicine 3.
Buscaba un ideal de belleza
Utamaro, que, por cierto, era gordo y feo, no como se nos ofrece en su pel¨ªcula, buscaba en sus figuras femeninas no la realidad que cada d¨ªa pod¨ªa descubrir en torno, sino un ideal de belleza que le redimiera en cierto modo de su propia fealdad y del mundo de rufianes, rameras, c¨®micos y ladrones en que su vida transcurr¨ªa. Sus ¨²ltimos tiempos agriaron su car¨¢cter a pesar del ¨¦xito. Su soberbia le llev¨® a la soledad; su ira, a delatar a sus imitadores, y un mal d¨ªa de 1804 fue encarcelado por dibujar al gran h¨¦roe militar Hideyoshi rodeado de sus cinco concubinas.En esta biograf¨ªa cinematogr¨¢fica que se nos ofrece, como en su pintura, est¨¢ la realidad como pretexto para servir al mito con pericia. Subrayando su vena er¨®tica se nos ofrece un Utamaro bello h¨¦roe, aunque callado y temeroso, capaz de enfrentarse a los demonios del esp¨ªritu y la carne. Realizada ?a la americana?, esta pel¨ªcula cuya m¨²sica incluso se inspira en la de las grandes producciones occidentales, sirve, sin embargo, para ilustrar al gran p¨²blico acerca de la vida y obra de este hombre singular, gracias a una buena fotograf¨ªa, no exenta de efectismos, La realizaci¨®n es correcta, barroca a ratos, cuando nos describe el peque?o universo de burdeles, mercados y teatros; simple y eficaz cuando se mueve en interiores. En la versi¨®n que se nos da es de lamentar no se hayan respetado los di¨¢logos originales. Los rostros, el arte, la actitud de los actores, este Jap¨®n del siglo XVIII casan mal con nuestro castellano, sobre todo en momentos que se evidencian claramente intraducibles.
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