John Mayall y su lamentable actuaci¨®n barcelonesa
El concierto que John Mayall vino a ofrecer el pasado jueves en Barcelona fue un poco como la final de la Recopa: malo, pero emocionante.De hecho, el Palacio de los Deportes respiraba un fuerte ambiente triunfalista que hizo crisis cuando apareci¨® en el escenario el supuesto Padre del Blues Blanco enrollado en una bandera blaugrana que m¨¢s parec¨ªa un bat¨ªn de ba?o
El padre (que a sus 46 a?os va de abuelete chocheante) sorprendi¨® al personal bailoteando alrededor de sus m¨²sicos como una mariposa de flor en floral tiempo que parec¨ªa no enterarse de nada y demostrando, una vez m¨¢s, lo que es un mito sin m¨¢s base que un par de buenas canciones y mejor ojo para escoger m¨²sicos. Porque el concierto result¨® en un aburrimiento importante y m¨¢s parec¨ªa un ensayo poco serio que una actuaci¨®n ante muchos miles de cotizantes en taquilla (seiscientas pesetas).
Lo emocionante era ver c¨®mo la gente se colaba ?por el techo! del palacio, asistir a la semielectrocuci¨®n del guitarra James Quill Smith y, sobre todo, comprobar cu¨¢nto iba a aguantar el respetable semejante engendro. El respetable se decidi¨® a desfilar no sin antes pedir otra: un tipo a mi lado dec¨ªa: ?Es una plasta, pero que trabaje?.
La traca final de tan fausta noche tuvo lugar cuando unos cuantos nos dirigimos al prestigioso club musical Zeleste para asistir a la actuaci¨®n sorpresa y gratuita que iba a ofrecer Magazine, uno de los m¨¢s prestigiosos grupos ingleses, que hab¨ªan ca¨ªdo por Barcelona en plan promocional. Llegamos al club sin tiempo para escuchar a Sisa, pero con el suficiente como para asistir a una escena incre¨ªble: los t¨¦cnicos zelestiales se negaban a retocar un poco la instalaci¨®n de sonido alegando la enorme dificultad que representa enchufar y desenchufar unos cuantos aparatos. En el paroxismo de la alucinaci¨®n, el manager de los ingleses lleg¨® a ofrecerles el pago de su trabajo con tal de poder tocar. Pero no hubo manera, y Zeleste, Barcelona y los que all¨ª estaban perdieron la oportunidad de ver a uno de los mejores grupos brit¨¢nicos de hoy y ahora, tocando por la cara y encima pagando. Buenas vibraciones, buena marcha, buen rollo, nada de esto pod¨ªa aplicarse ante actitudes -tan sumamente cerriles y que consiguen desprestigiar a¨²n m¨¢s el rock hispano. Antes de entrar, el subjefe de Virgin preguntaba qu¨¦ tal ir¨ªa Sisa en su sello; despu¨¦s no.
Babelia
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