Puntualizaciones sobre la crisis de la CNT
Sindicato de Informaci¨®n y Artes Gr¨¢ficas de la CNT, MadridPara empezar, dir¨¦ que los criterios aqu¨ª expuestos son personales, aunque bastante representativos de la opini¨®n general en CNT, seg¨²n creo. Luego, acepto que lo que ocurre en CNT, como en otras organizaciones o partidos, pueda interesar a todo el mundo, y sea por tanto noticiable. Bajo esta premisa habr¨ªa que aceptar la serie de art¨ªculos aparecidos en EL PA?S, debida al corresponsal Alfons Quint¨¢. Se dice que la regla de oro del periodismo es la objetividad m¨¢xima posible. S¨¦ que esto no es f¨¢cil. Reunir datos y hechos aislados no es dificil, pero ya lo es m¨¢s interpretarlos rectamente. Aqu¨ª es donde Alfons Quint¨¢ falla rotundamente. Otra regla de oro es que la parte enjuiciada pueda replicar, y esto es algo que CNT no puede hacer siempre por el trato discriminatorio de que es objeto. Mientras se desarrollaban los hechos, descritos a su manera por Quint¨¢, el comit¨¦ nacional de CNT, reunido los d¨ªas 28 y 29 de abril en Barcelona, daba un comunicado que ha sido ignorado por los medios de informaci¨®n.
Recojo un p¨¢rrafo del breve comunicado: ?La consideraci¨®n de que la expulsi¨®n de catorce compa?eros de la FL de Barcelona pueda ser motivo para la desaparici¨®n de la CNT es tan gratuita como irreal y responde ¨²nicamente a un intento m¨¢s de desprestigiar a la Confederaci¨®n. Asimismo, la delirante clasificaci¨®n que se hace entre grupos puros y grupos reformistas es tan infantil que no resiste el m¨¢s ligero de los an¨¢lisis. Tambi¨¦n es falsa la identificaci¨®n entre pasotas y anarquistas por un lado y entre sindicaleros y anarquistas, por otro. En ese sentido hay que remarcar que los expulsados no representan en ning¨²n momento la l¨ªnea anarcosindicalista de la CNT, puesto que desde su fundaci¨®n ¨¦sta se representa a s¨ª misma.?
No entrar¨¦ en la discusi¨®n de los hechos que sirven de base al trabajo de Quint¨¢. Algunos de ellos son reales y est¨¢n ah¨ª. Me gustar¨ªa que no estuvieran, como el expediente de expulsiones, y antes, los actos que han dado lugar a las mismas. Hubiera deseado el di¨¢logo aclaratorio, y la rectificaci¨®n honrada de errores, si ¨¦stos exist¨ªan. Como digo, el autor de la serie baraja algunos hechos ciertos, esgrime algunas verdades, otras medias verdades y, por fin, no pocas falsedades. Aqu¨ª la falsedad acaso sea m¨¢s bien tergiversaci¨®n, interpretaci¨®n arbitraria de los hechos, delirante en ciertos puntos, como dice el comit¨¦ nacional. Si escribo estas l¨ªneas es para poner de relieve esa tergiversaci¨®n, ofensiva tanto para el militante cenetista como para el lector. Para empezar, replicar¨¦ a las consideraciones hist¨®ricas a que se entrega Quint¨¢.
CNT-FAI-Treintismo
Aqu¨ª hay unas generalizaciones muy inexactas de Alfons Quint¨¢. Seg¨²n ¨¦l, la oposici¨®n fa¨ªsmo-treintismo, ocurrida despu¨¦s de la publicaci¨®n del Manifiesto de los Treinta en 1931, se corresponder¨ªa hoy con la dicotom¨ªa de anarcosindicalistas y reformistas frente a marginales-libertarios, puros, pasotas y, de alg¨²n modo,fa¨ªstas.
En cuanto a la forma hist¨®rica de esta oposici¨®n, he de decir que la FAI particip¨®, en efecto, activa y en ocasiones excesivamente, contra el treintismo, un sector anarcosindicalista moderado, con ciertos sobreentendidos posibilistas, como luego se demostrar¨ªa por la pr¨¢ctica de Angel Pesta?a al crear a?os despu¨¦s el Partido Sindicalista. Entre otras cosas, esto demostr¨® que Pesta?a no pod¨ªa ser (con Peir¨®) ese l¨ªder capaz de estructurar el sindicato (anarcosindicalista) moderno, masivo y eficaz, que dice Alfons Quint¨¢ en su primer art¨ªculo. Tambi¨¦n demostr¨® que los anarcosindicalistas y anarquistas (adem¨¢s de los fa¨ªstas) que se opusieron al Manifiesto tuvieron buen olfato sobre aquellos sobreentendidos. Quint¨¢ comete aqu¨ª el error de meter en el mismo saco a Pesta?a y Peir¨®, que hab¨ªan sostenido antes y despu¨¦s del Manifiesto, suscrito por ambos, enconadas pol¨¦micas. Lo que en este caso conviene puntualizar es que no fue s¨®lo el faismo quien se opuso al treintismo, sino, ante todo y fundamentalmente, el sector anarcosindicalista mayoritario que compon¨ªa el cuerpo de la Confederaci¨®n. Este mismo cuerpo mayoritario, en realidad la Confederaci¨®n misma, convoc¨® el congreso de Zaragoza en 1936, y a ¨¦l concurrieron los sindicatos treintistas de oposici¨®n, separados en 1932 e integrados en una Federaci¨®n Sindicalista Libertaria. En ese congreso se dio la reintegraci¨®n de los escindidos, en algunos casos expulsados, lo que lleva a pensar en la inutilidad final de ciertas actitudes, cuando las motiva la pasi¨®n o el impulso irreflexivo. Tantas historias para luego volver a reunirse todos en la casa com¨²n...
La falta de exactitud de Quint¨¢ tanto como la tergiversaci¨®n es a¨²n mayor cuando Alfons contrapone hoy al sector ?anarcosindicalista-ref¨®rmista? una inefable y pintoresca conglomeraci¨®n a la que denomina ?frente Apache?. En esta conglomeraci¨®n de far-west se incluye desde grupos del exilio hasta puros, marginados, pasotas, etc¨¦tera. La FAI juega en la panor¨¢mica de Quint¨¢ un papel confuso: tan pronto no est¨¢ implicada en el ?frente Apache? como se la hace responsable de los hechos.
Para esclarecer un poco este problema convendr¨ªa analizar los sectores apuntados por el autor de la serie. Porque adem¨¢s, perplejos, algunos compa?eros empiezan a preguntarse, a la vista del desmadre clasificatorio, d¨®nde deben considerarse ubicados en este momento, si entre los ?Apaches? o entre los anarcosindicalistas a punto de ser expulsados en todo el pa¨ªs.
El sector anarcosindicalista
Es el que aparece como opuesto al sector puro en el an¨¢lisis de Quint¨¢. Aqu¨ª el sofisma es ya de ¨¦poca. En realidad, en la CNT no hay ning¨²n sector puro. En todo caso, lo puro en CNT no puede ser sino lo que hay en ella de esencial. La pureza de CNT ser¨ªa su esencialidad. El anarcosindicalismo es la pureza y la esencialidad de CNT, de toda ella. Por presentar en sus esquemas organizativos, en sus principios, medios y fines, una s¨ªntesis de las ideas-fuerza del anarquismo con la realidad del sindicalismo, la CNT es, por su propia naturaleza, anarcosindicalista. Anarcosindicalismo y CNT se equivalen, lo que quiere decir que anarcosindicalistas y cenetistas se equivalen esencialmente. He dicho esencialmente. Siempre hubo, hay y habr¨¢ en CNT gente no anarquista, e incluso s¨®lo difusamente anarcosindicalista, o gente sin m¨¢s que se limita a simpatizar con alguno de los postulados, ideas o pr¨¢cticas de la organizaci¨®n. De aqu¨ª que hubiera en otro tiempo una distinci¨®n, como la hay hoy, entre el afiliado-simpatizante y el militante. El primero es aquel (o aquella) a quien le gusta por algo la CNT y se siente bien en ella. El segundo es la persona identificada con la esencia de la CNT, con su raz¨®n de ser y su car¨¢cter. El militante no posee estatus de privilegio, llega naturalmente a esa condici¨®n de militante ?a fuerza de militar?.
Por lo dicho, a la inmensa mayor¨ªa de afiliados y militantes de la CNT le ha parecido sumamente arbitraria la forma en que Quint¨¢ presenta los problemas que en este momento pueda tener la CNT catalana, e incluso la de todo el pa¨ªs. Desde el planteamiento de Alfons ser¨ªa el propio anarcosindicalismo el que estar¨ªa siendo erradicado y expulsado de la CNT, dejando a ¨¦sta en poder de una tendencia pura que se presenta como mayoritaria. Claro que toda la culpa no es de Quint¨¢. Parte de ella puede estar en los amigos que sin la suficiente reflexi¨®n han tomado la bandera o el s¨ªmbolo anarcosindicalista, el que pertenece a todos los militantes, a toda la Confederaci¨®n, para defender posturas, las que sean, correspondientes a un grupo dentro de la CNT. Desde el punto de vista del cinismo pol¨ªtico, es comprensible que dentro de la CNT haya o pueda haber grupos subrepticios y submarinistas de todo tipo cuyo entrismo se proponga copar o desorganizar a la CNT desde dentro, fen¨®meno detectado en diversas ¨¦pocas y hoy mismo en la organizaci¨®n. Pero que haya una pr¨¢ctica subrepticia anarcosindicalista dentro de la CNT eso es algo que, en el mejor de los casos, bate cualquier r¨¦cord del absurdo. Algo kafkiano, a lamentar por todos. Ello ha causado una irritaci¨®n que ha contribuido, como siempre, a impedir que se llegue a soluciones por el di¨¢logo. Yo creo, como afirma el comit¨¦ nacional en su nota, que ?desde su fundaci¨®n la l¨ªnea anarcosindicalista de la CNT la representa la CNT?. Ha querido decir toda la CNT.
Porque en el problema de tendencias y corrientes tipificadas pintorescamente por Quint¨¢, yo dir¨ªa que, m¨¢s que corrientes o tendencias, en CNT lo que hay son grupos que, salvo excepciones, no discrepan en cosas esenciales, por lo que podr¨ªan convivir juntos, sino en la apreciaci¨®n de hechos, situaciones y alternativas concretas. Por supuesto que estas discrepancias existen dentro de un orden que va desde la discrepancia superficial a la discrepancia seria, a partir de la cual puede darse una fractura de la organizaci¨®n. Este punto es importante e ilustra el proceso de ruptura de Pesta?a con la organizaci¨®n, iniciado desde 1927. En 1929, al definir a la CNT como puro continente -susceptible, pues, de recibir cualquier contenido-, Pesta?a est¨¢ manifestando el posibilismo que le conducir¨¢ en l¨ªnea recta al Partido Sindicalista, inaceptable por la CNT. Apreciaciones dispares en este momento dentro de la CNT se dan sobre el cometido que debe asumir la organizaci¨®n en sus luchas, es decir, si ¨¦stas deben limitarse, fundamental y prioritariamente, al mundo de las relaciones industriales, entre los trabajadores, y a la alternativa de transformaci¨®n radical de la sociedad, o si bien, asumiendo esto ¨²ltimo, tales luchas deben extenderse a todos los frentes pol¨ªticos, sociales y econ¨®micos. En el aspecto pr¨¢ctico el problema de los convenios tambi¨¦n est¨¢ suscitando fuertes discrepancias.
Puros, existenciales e integrales del ?frente Apache?
En lo que antecede creo haber demostrado que la atribuci¨®n de ?puros? a cierto sector de la CNT no tiene sentido. La corriente existencial o vivencial, aludida por uno de los militantes a quien Quint¨¢ se refiere con frecuencia, existe, no s¨®lo en CNT, sino en la sociedad actual. Es en verdad una corriente importante que tenemos muy en cuenta en nuestros planteamientos generales. Pero en CNT es muy minoritaria, incluso en Catalu?a. Por consiguiente, no es ni puede ser la corriente mayoritaria de CNT la que ha impuesto decisiones en los plenos regionales de la organizaci¨®n en aquella regi¨®n hasta el d¨ªa 8 de mayo. Alfons Quint¨¢ transcribe una opini¨®n del ya citado militante, por cierto amigo m¨ªo, seg¨²n la cual sin los ?pasotas? la CNT habr¨ªa firmado el pacto de la Moncloa. Lo cual es una simpleza, y dicho amigo dista mucho de ser precisamente un memo. Recu¨¦rdese que ya en 1976, cuando el pasotismo se advert¨ªa en CNT, s¨®lo de modo muy perif¨¦rico, la organizaci¨®n hab¨ªa rechazado el ofrecimiento de De la Mata para dialogar, y el posterior ofrecimiento del mismo, en su calidad de ministro de Relaciones Sindicales, para ir a la OIT dentro de la delegaci¨®n obrera, precisamente por el car¨¢cter h¨ªbrido e interclasista de ese organismo. Aqu¨ª empieza la CNT a marcar su postura contra el pacto, la cual ser¨ªa refrendada en todos los plenos nacionales de la organizaci¨®n.
Los ?puros? a que alude Alfons Quint¨¢ defender¨ªan la necesidad de una CNT m¨¢s existencial, capaz de integrar y organizar, seg¨²n entiendo, el caudal de fuerza revolucionaria impl¨ªcita en la marginalidad. De un modo u otro, esta actitud, tambi¨¦n sensible al activismo revolucionario, ser¨ªa vecina del concepto de CNT integral, es decir, CNT para todos los quehaceres sociales y pol¨ªticos, no s¨®lo los econ¨®micos y sindicales. Esta idea conlleva la f¨®rmula de CNT-movimiento en lugar de la f¨®rmula de CNT-sindicato revolucionario. De nuevo encontramos aqu¨ª la gradaci¨®n que va de la discrepancia perif¨¦rica a la discrepancia seria. Esta ¨²ltima, en el caso del integralismo, puede llevar a una mutaci¨®n cualitativa de fondo, lo que pr¨¢cticamente har¨ªa desaparecer a la CNT tal como la entendemos hoy la mayor¨ªa de sus militantes, en favor de un movimiento de corte integral. Aceptamos que esto, incluso en el l¨ªmite, siguen siendo todav¨ªa debates entre anarcosindicalistas, s¨®lo que ahora por mi parte considero que el integralismo ya no ser¨ªa anarcosindicalismo. Pienso tambi¨¦n, lapidariamente, que el integralismo har¨ªa desaparecer a la CNT sin m¨¢s, sin asegurarse ¨¦l mismo una supervivencia. Tambi¨¦n este va a ser un tema para el pr¨®ximo congreso. En ¨¦ste, buena parte de las delegaciones. sugerir¨¢n probablemente la f¨®rmula de potenciar el movimiento libertario en sus diversas facetas especializadas, para hacer frente al reto que nos presenta el integralismo social.
Otra cuesti¨®n a debate: los convenios colectivos
Tampoco este tema ser¨ªa objeto de la polarizaci¨®n de debates entre los ?puros? y los anarcosindicalistas que nos presenta Alfons Quint¨¢. En general, hoy la CNT est¨¢ aceptando los convenios, pero, contestatar¨ªamente, rechazando intermediaciones y laudos, intentando aplicar su m¨¦todo de acci¨®n directa. El hecho de los convenios origina por s¨ª mismo una diversidad de interpretaciones y matizaciones dentro de la militancia anarcosindicalista, como en la historia las origin¨® el tema de las federaciones de industria. Aqu¨ª tambi¨¦n cada hecho concreto puede adquirir una significaci¨®n filos¨®fica.
No hay duda que el convenio tiene una hondura bastante m¨¢s considerable de lo que parece, por encajar de lleno en el marco que el sistema prepara para la integraci¨®n acelerada de la clase obrera. En s¨ªntesis, la nueva expresi¨®n: ?trilateralidad?, expresar¨ªa el predominio de los empresarios, el Estado y las burocracias sobre los trabajadores. Se est¨¢n forjando los hilos de una instrumentalizaci¨®n absoluta de la clase obrera, una verticalizaci¨®n de los sindicatos, una consolidaci¨®n del pacto social, una trivializaci¨®n de las huelgas, las cuales, si el proceso no se interrumpe, acabar¨¢n convertidas en acci¨®n burocr¨¢tica y mec¨¢nica, desprovista ya de toda significaci¨®n trascendente a ojos de los trabajadores, en el proceso autom¨¢tico de concertaci¨®n hacia el que se camina. Todo ello dentro del proceso general de normativizaci¨®n y regimentaci¨®n de la sociedad. Si tal proceso culmina, s¨®lo habr¨¢ autonom¨ªa, poder de decisi¨®n y acci¨®n directa, para cada una de las cumbres que componen la trilateralidad. Al fin, por encima y al margen de los trabajadores, las c¨²spides empresariales y sindicales decidir¨¢n sobre todas las cuestiones econ¨®micas, sociales y pol¨ªticas que afectan a los ciudadanos-trabaj adores. Caminamos hacia la lubrificada, silenciosa e inexorable Ordenaci¨®n descrita en la impresionante premonici¨®n orwelliana de 1984, de manera que s¨®lo quedar¨ªan dos opciones: resignarse o resistir y romper los f¨¦rreos encuadramientos. Es nada menos que la problem¨¢tica esencial del verdadero socialismo. De modo que a esta luz el problema tiene miga y por ello el debate va a ser profundo dentro de CNT y en ocasi¨®n de su pr¨®ximo congreso. Porque yo pienso que el congreso se celebrar¨¢, contribuyendo a que puedan a¨²n repararse determinados errores y motivarse muchas reincorporaciones. Yo pienso, Alfons Quint¨¢, que la CNT no permitir¨¢ que se la a¨ªsle de los trabajadores. As¨ª, con este esp¨ªritu, la organizaci¨®n superar¨¢ una vez m¨¢s las dificultades que ha encontrado en el curso de toda su diflicil historia.
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