Alir¨®n a media voz en Sevilla
El Madrid enton¨® en Sevilla un alir¨®n a media voz gracias al empate alcanzado por el Celta en Gij¨®n. Su derrota en Sevilla fue el justo fruto de un p¨¦simo partido -el peor de la temporada, seg¨²n reconocen los propios protagonistas- que tiene como paliativos la feroz dureza del Sevilla y la marcha del marcador de Gij¨®n, conocida por los madridistas a trav¨¦s del simult¨¢neo. Una y otra cosa restaron al campe¨®n ganas para poner un broche brillante al t¨ªtulo en Sevilla.En el minuto siete de juego, al Madrid ya se le hab¨ªan pasado las ansias de combatir por un buen resultado. Para ese momento Juanito hab¨ªa recibido un par de tarascadas terribles de San Jos¨¦, el p¨²blico sevillista estaba encrespado por la se?alizaci¨®n de un justo penalti contra el equipo de casa -que hab¨ªa servido para poner al campe¨®n en ventaja- y el simult¨¢neo informaba de que el Celta iba por delante en el marcador de Gij¨®n Para entonces, el ¨¢rbitro tambi¨¦n estaba lo suficientemente nervioso como para, en el minuto 11, realizar un doble y absurdo ejercicio de prestidigitaci¨®n: se invent¨® una falta en el ¨¢rea del Madrid, pero la sac¨® de la misma. Al p¨²blico aquello le enfad¨® m¨¢s todav¨ªa, y ni siquiera el hecho de que en esa jugada el Sevilla empatara calm¨® sus ¨¢nimos.
A partir de ese momento, el partido estuvo marcado por una t¨®nica continua: una tremenda dureza del Sevilla y una casi total renuncia del Madrid. Juanito desapareci¨® de la banda derecha y se peg¨® a la izquierda, retrasado al centro del campo, en ?zona-Cruyff?, limitando su participaci¨®n a lanzar balones largos a Santillana y Aguilar, que siempre llegaban en desventaja, con muchas m¨¢s posibilidades de sufrir un estropicio en sus piernas que de recoger un bal¨®n en condiciones. En general, el Madrid jugaba por todo el campo al primer toque, con urgencia excesiva, como si el bal¨®n diera calambre. Nadie asum¨ªa la responsabilidad de retener el juego por unos instantes y esperar el desmarque de un compa?ero. Con ello, el Sevilla se encontraba siempre en dominio de la iniciativa, con el Madrid maniatado en su campo, sin m¨¢s posibilidades que atinar con alg¨²n pase largo.
Por su parte, el Sevilla no sac¨® a las circunstancias todo el provecho posible. Arriba, donde no se pueden dar patadas porque hay que jugar, s¨®lo estuvo discreto. Stielike se aplic¨® concienzudamente al marcaje de Rubio, el jugador con m¨¢s clase de la media sevillista, y eso rest¨® muchas posibilidades de maniobra a los locales. Bertoni y Montero hac¨ªan da?o con su regate, pero el Madrid ten¨ªa gran densidad de gente en el borde de su ¨¢rea, y, a pesar de que todo el peso del partido estaba concentrado ah¨ª, el n¨²mero de apuros no fue demasiado grande en la segunda parte. El Sevilla no tir¨® demasiado y casi siempre mal, y no fue injusto que se llegara al descanso con el empate.
Otra cosa fue la segunda mitad, en la que en principio Jensen acept¨® la responsabilidad de armar el equipo en la media e hizo algunas cosas, a cambio de unos cuantos revolcones. En uno de ellos Sanjos¨¦ acab¨® fuera, por protestar tontamente lo que no admit¨ªa protesta, pero el Sevilla no acus¨® esta baja. Al contrario, la expulsi¨®n encresp¨® m¨¢s al p¨²blico y a los jugadores, que se crecieron, y borraron ya casi completamente del campo al Madrid, que, mientras, segu¨ªa atento al simult¨¢neo, donde contemplaba con gozo el 1-2 del Celta en Gij¨®n, s¨®lo alterado por el empate asturiano a cinco minutos del final. El coraje y el dominio del Sevilla dieron como fruto un gol y varios paradones de Garc¨ªa Rem¨®n, que evit¨® que el alir¨®n se viera acompa?ado de una goleada deshonrosa. En el otro lado, el Madrid s¨®lo lleg¨® a la puerta con claridad una vez, en una buena jugada de Stielike, con cabezazo de Santillana casi sobre la raya, que incomprensiblemente peg¨® en un hombro de Blanco y sali¨® a c¨®rner, ¨²nico botado por el Madrid en todo el partido, lo que da idea del papel¨®n que hizo. Pero antes de terminar el partido ya era campe¨®n, gracias al empate del Celta y a los m¨¦ritos acumulados en jornadas anteriores. Alir¨®n, pues, sin brillo y a media voz, pero es que el Madrid ha cumplido en suficiente n¨²mero de salidas como para renunciar al combate en la ¨²ltima de ellas.
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