El fallo de abril
Abril ha significado, a la luz de los datos facilitados por el Instituto Nacional de Estad¨ªstica, un fracaso de las previsiones gubernamentales en materia de crecimiento de los precios para el presente a?o. La tasa inflacionaria del 5,2% para el primer cuatrimestre convierte en un objetivo ut¨®pico el intento de quedar por debajo del 6,5 % para el per¨ªodo enero-junio, tope fijado en la cl¨¢usula de salvaguardia del decreto-ley de rentas y salarios dictado por el Gobierno en diciembre del pasado a?o.Todo hace prever que, a partir del pr¨®ximo mes de julio, aquellos convenios colectivos suscritos con arreglo al decreto ley que fij¨® unos incrementos m¨¢ximos para los salarios entre el 11 y el 14 % pueden ser renegociados. Queda as¨ª de manifiesto el error que supuso establecer una cl¨¢usula de salvaguardia en una norma dictada unilateralmente y, sobre todo, la torpeza de maximizar los logros de una pol¨ªtica antiinflacionaria, ¨²nicamente estructurada en torno a una pol¨ªtica monetaria rigurosa, un control no pactado del crecimiento de los salarios y un intento de contener los precios con m¨¦todos intervencionistas y arbitristas.
Tradicionalmente, el Gobierno ha intentado demostrar que todas sus medidas, e incluso sus inhibiciones, estaban justificadas por el objetivo irrenunciable y prioritario de homologar el crecimiento de nuestros precios al de las restantes econom¨ªas europeas. Abril hace fracasar el intento.
Un proceso de contenci¨®n de las tasas inflacionarias no puede sustentarse exclusivamente en una obsesiva contemplaci¨®n del ¨ªndice de precios, de tal modo que el intervencionismo tradicional de nuestro sistema econ¨®mico vaya corrigi¨¦ndose a medida que el INE facilita este o aquel dato. Eliminar, o cuando menos reducir, las tensiones inflacionistas de un sistema econ¨®mico constituye una tarea ardua y dif¨ªcil, para la que es imprescindible estructurar un modelo de pol¨ªtica econ¨®mica, dise?ar un marco de actuaciones, definir unas medidas y posteriormente aplicarles hasta sus ¨²ltimas consecuencias. Lo que carece de sentido es pretender contener las alzas de precios por la v¨ªa de la intervenci¨®n directa, ya sea a trav¨¦s de la Comisi¨®n de Precios o el BOE,
Tras muchos meses de ol¨ªmpico desprecio, los responsables de la pol¨ªtica econ¨®mica gubernamental comenzaron a obsesionarse por la evoluci¨®n del ¨ªndice de precios, en un intento de magnificar sus pretendidos aciertos, a medida que dicha magnitud iba rebaj¨¢ndose.
Abril nos ha demostrado la esterilidad y las posibles consecuencias de una pol¨ªtica elaborada desde una torre de marfil. Curiosamente, el rigor con que se han perseguido algunos precios controlados y se ha pretendido aplicar otras recetas, practicando un intervencionismo en la pol¨ªtica econ¨®mica, est¨¢ ausente a la hora de racionalizar el gasto p¨²blico y hacerlo productivo, asimilable y aceptable para un contribuyente al que cada d¨ªa se le pide m¨¢s transparencia, m¨¢s impuestos y m¨¢s sacrificios.
La pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno se ha centrado ¨²nicamente en los aspectos monetarios, sin duda muy importantes, pero que por s¨ª mismos no permiten superar la crisis ni propiciar la transformaci¨®n de las estructuras industriales y econ¨®micas con las que Espa?a inici¨® la democracia.
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