Batalla literaria en una plaza de Madrid
Una batalla campal, de car¨¢cter dial¨¦ctico, se celebr¨® entre escritores y p¨²blico, en la plaza de Gabriel Mir¨®, de Madrid, el pasado mi¨¦rcoles. Bajo un toldo verde, con algunas claraboyas, mirados con curiosidad por los ni?os del lugar, y con suspicacia por los doscientos espectadores que presenciaron el animado show, los novelistas Juan Garc¨ªa Hortelano, Juan Benet, F¨¦liz de Az¨²a, Juan Jos¨¦ Mill¨¢s, Vicente Molina-Foix y Javier Mar¨ªas y el editor Jaime Salinas, de Alfaguara, respondieron y se hicieron entre s¨ª las preguntas m¨¢s dispares, cuyos temas oscilaron entre el f¨²tbol y el sexo, pasando por el automovilismo de derechas.
La velada, que dur¨® hasta que se puso el sol tras el palacio Real, fue organizada para quitarle acartonamiento a los actos culturales, que a esa hora protagonizas o te protagonizan en la capital de Espa?a. El acartonamiento no existi¨® gracias al vino y a los canap¨¦s dispuestos en las mesas situadas en la vieja plaza, pero falt¨® la inspiraci¨®n, porque, como dijo Juan Benet en un momento del coloquio callejero, las claraboyas dejaban ver la luz, pero no eran traspasadas por ese tr¨¢nsito. La lluvia, anunciada oportunamente por el propio Benet, contribuy¨® a darle emoci¨®n a esta ri?a literaria y bullanguera.La tarde empez¨® bien, como en los toros, sin amagos. Isaac Montero fue encargado de responder si el sexo ten¨ªa mucho que ver en la obra de Vicente Molina-Foix. ?El sexo, no?, dijo Montero, quien a?adi¨® que lo que s¨ª estaba en el fondo de la obra de Molina era una parte esencial del aparato genital. Por esos derroteros sigui¨® la tarde, porque acto seguido Juan Jos¨¦ Mill¨¢s, que le otorgaba cierta virtud al hecho de sentarse en una esquina, calific¨® de mis¨®gino, pero no machista, a Juan Garc¨ªa Hortelano. Siempre buscando la virtud en las esquinas, Javier Mar¨ªas declar¨®, orgulloso, que se hab¨ªa abstenido en las recientes elecciones generales. M¨¢s adelante dio otro elemento para analizar su sentido de la solidaridad social: si se hubiera producido una hecatombe en el lugar del coloquio, no se hubiera detenido a salvar a ninguno de sus colegas. Le hubieran asaltado excesivas dudas como para tomar una decisi¨®n r¨¢pida, as¨ª que el autor de Traves¨ªa del horizonte hubiera huido en solitario.
Juan Benet y Juan Garc¨ªa Hortelano estuvieron afortunados, as¨ª como Jaime Salinas, que fue un flem¨¢tico maestro de ceremonias. Benet, al que sus amigos llaman don Juan, declar¨® no frecuentar la que alguien llam¨® literatura al uso. Con respecto a la cr¨ªtica espa?ola, manifest¨® que ?no existe ning¨²n cr¨ªtico de car¨¢cter, digamos inventor, que lleve al agua de su molino la creaci¨®n literaria?. En Espa?a ocurri¨® en otras ¨¦pocas todo lo contrario. Ortega y Gasset, dijo Benet, ten¨ªa una talla que los escritores a quienes criticaba no daban en absoluto.
Juan Garc¨ªa Hortelano fue el encargado de hacerle a Juan Benet una pregunta esot¨¦rica. ?Escribe el autor de Volver¨¢s a Regi¨®n con el volante a la derecha? Qu¨¦ tonter¨ªa, manifestar¨ªa Hortelano. ?En la literatura no se Pone el volante ni a la derecha ni a la izquierda, sino en el subjuntivo.?
A Garc¨ªa Hortelano le hicieron una pregunta que le puso feliz: ?Le hubiera gustado escribir El miedo del portero al penalti? ?Pues claro que s¨ª. Y no lo hubiera titulado as¨ª. Hubiera ido m¨¢s lejos y hubiera hablado del terror del portero al penalti. Lo que pasa en este pa¨ªs no es que se fallen novelas. El grave problema es que han comenzado a fallarse penalties.? Cuarenta a?os lleva Garc¨ªa Hortelano ocultando su sabidur¨ªa futbol¨ªstica. Ante audiencia tan selecta, el autor de El gran momento de Mary Tribune tuvo oportunidad de desquitarse.
Fue un d¨ªa feliz para este autor, aficionado desde siempre al Atl¨¦tico de Madrid. Alvaro Pombo le ofreci¨® una ocasi¨®n para atajar un penalti. ?En uno de sus cuentos, se?or Hortelano, aparece un personaje tumbado en la playa al que dan un recado. Entonces, el protagonista describe "el cuerpo ret¨®rico de la alemana". Es esta?, pregunt¨® Pombo ?una frase machista o bien qu¨¦? Donde dice ret¨®rico, ?no querr¨¢ decir metaf¨®rico??. Hortelano, aficionado reprimido, admirador de Gento, extremo izquierda desperdiciado en aras de la narrativa, fue categ¨®rico: ?Si pone ret¨®rico debe decir ret¨®rico.?
El momento culminante de la tarde fue cuando un espectador quiso jugar a d¨²os y le pregunt¨® a Vicente Molina-Foix, reciente autor de La comuni¨®n de los atletas, con qui¨¦n de los escritores sentados har¨ªa el amor, un viaje y una novela. Un viaje, claro, con su maestro Juan Benet, ?porque tiene un coche con un volante a la derecha?. Una novela, con Garc¨ªa Hortelano, maestro de los di¨¢logos, ?y el amor? ?Para evitar suspicacias har¨ªa una cama redonda.?
La tarde termin¨® como el rosario de la tarde. Intervinieron, en una especie de coda, S¨¢nchez Drag¨® y Fernando Savater. Savater se neg¨® a hablar porque no le pagaban para ello, y S¨¢nchez Drag¨® llam¨® marisabidilla a una espectadora que se hab¨ªa declarado pobre e inculta.
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