Los sucesos de Tudela y el Estatuto de Guernica
S?LO EL resultado de una encuesta (por cierto, ?en qu¨¦ terminaron las iniciadas sobre Montejurra, Vitoria, Pamplona y Renter¨ªa?) podr¨¢ dilucidar las circunstancias en que sorprendi¨® la muerte a Gladis del Estal y aclarar cu¨¢l de las dos contrapuestas versiones de ese tr¨¢gico suceso es la correcta. Pero s¨ª pueden plantearse algunas preguntas.?Era realmente necesario enviar a la Guardia Civil a enfrentarse con los restos de una manifestaci¨®n ecol¨®gica disuelta por la Polic¨ªa Nacional? ?Corresponde a las Fuerzas de Orden P¨²blico defender con las armas la opci¨®n pronuclear del Gobierno y de las compa?¨ªas el¨¦ctricas frente a unos ciudadanos que, con raz¨®n o sin ella, rechazan esa fuente de energ¨ªa y se manifiestan, como otros muchos hombres y mujeres en el mundo entero, en favor de soluciones alternativas? ?Y es prudente echar mano de esos procedimientos intimidatorios en Tudela, precisamente en el momento en que las constructivas actitudes del PNV permiten albergar ciertas esperanzas para una soluci¨®n pac¨ªfica del conflicto vasco y una salida, negociada y a plazo medio, para Navarra?
La circunstancia de que los asesinos contin¨²en abatiendo en cobardes celadas, como el lunes en Madrid, a miembros de las Fuerzas de Orden P¨²blico no puede ser motivo ni para silenciar las dudas a este respecto. El asesinato de oficiales de las Fuerzas Armadas y de n¨²meros de las fuerzas de seguridad no puede ser esgrimido para exigir silencio a quienes piensan que los excesos de los encargados de mantener el orden p¨²blico, sobre todo si dan lugar a que mueran ciudadanos indefensos, deben ser investigados para establecer las responsabilidades correspondientes.
Una larga y dolorosa experiencia demuestra, hasta la saciedad, que la neutralidad de una parte de la poblaci¨®n vasca y las simpat¨ªas de los electores de Herri Batasuna frente a los cr¨ªmenes de ETA hunde sus ra¨ªces en la atroz confusi¨®n que unifica en un mismo fen¨®meno la necesaria y justa persecuci¨®n de los asesinos y delincuentes por los servicios policiales y la represi¨®n generalizada. La muerte, el domingo, de la muchacha ecologista constituye, adem¨¢s de un hecho doloroso en el aspecto humano, uno de esos errores pol¨ªticos que derrumban en un instante los trabajos de pacificaci¨®n construidos durante meses. Condenable sin paliativos es tambi¨¦n, por incivilizada, la actitud de aquellas airadas personas que obligaron a la poblaci¨®n a encerrarse en sus casas ante el vandalismo desatado en las calles.
El mismo d¨ªa en que Gladis del Estal perd¨ªa la vida, la gran mayor¨ªa de los ayuntamientos de Vizcaya, Guip¨²zcoa y Alava ratificaban, en Vitoria, su adhesi¨®n al Estatuto de Guernica. El PNV fue el gran protagonista de la jornada, de la que s¨®lo estuvieron ausentes el partido del Gobierno y la coalici¨®n que apoya a ETA-militar. La deserci¨®n de UCD, que acumula torpeza tras torpeza en su pol¨ªtica vasca, es un negro presagio del futuro que aguarda al proyecto de Estatuto pasado ya por la Mesa del Congreso a la comisi¨®n. Como ha indicado el senador Unzueta, hay que ser ciego para no ver que la aprobaci¨®n del Estatuto de Guernica puede abrir una posibilidad de paz y vida democr¨¢tica en Euskadi.
Los asesinatos perpetrados por ETA en Madrid el 25 de mayo, y el despechado boicot de Herri Batasuna a la asamblea plebiscitaria de Vitoria prueban que el Estatuto de Guernica a quien de verdad amenaza es al independentismo violento y radical, que teme verse desplazado, arrinconado y aislado cuando las instituciones de autogobierno vasco entren en funcionamiento. ?Necesita el Gobierno y su partido un argumento m¨¢s convincente para sumarse a la ratificaci¨®n del Estatuto de Guernica? Sus ministros y juristas, tan pr¨¢cticos y realistas para orillar la evidente inconstitucionalidad del decreto-ley de seguridad ciudadana y para encomendar al Tribunal Constitucional competencias que no est¨¢n en el articulado de la norma fundamental, se aprestan, al parecer, para una cacer¨ªa de brujas en el texto del Estatuto que sospeche de cada coma nefastos y oscuros prop¨®sitos separatistas. ?No ser¨ªa m¨¢s prudente y correcto invertir la direcci¨®n de esa hermen¨¦utica y buscar las interpretaciones favorables a la constitucionalidad del Estatuto? En cualquier caso, es preciso dialogar antes que cerrar una v¨ªa como esta y tomar conciencia de la necesidad de buscar cuanto antes una salida pol¨ªtica a la cuesti¨®n de Euskadi.
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