Voto obligatorio en B¨¦lgica y doble elecci¨®n en Luxemburgo
?No hay ning¨²n pa¨ªs europeo que no tenga un problema regional?, declara a EL PAIS Leo Tindemans, ex primer ministro belga en dos ocasiones y hombre ?fuerte? del Partido Socialcristiano flamenco. Su opini¨®n centra el tono de una campa?a electoral en un pa¨ªs triling¨¹e, que acoge al mayor n¨²mero de instituciones comunitarias (comisi¨®n, consejo, comit¨¦s econ¨®mico y social), sin que ello origine un inter¨¦s especial del ciudadano belga por la Europa comunitaria.Los belgas, y los bruselenses en particular, conocen muy bien el barrio del Berlaymont, sede del imponente edificio de trece pisos, asentado sobre una estructura en forma de un tr¨¦bol de cuatro hojas, que alberga a los pocos populares ?eur¨®cratas?, criticados, con o sin raz¨®n, por sus sueldos importantes y otras ventajas sociales. Los funcionarios de la CEE viven en la capital belga sin demasiada comunicaci¨®n con una poblaci¨®n aut¨®ctona que no ignora que Bruselas es la sede -provisional- de las Comunidades Europeas. ?Son por ello los belgas m¨¢s europeos que los franceses, alemanes, holandeses o italianos? Las estad¨ªsticas demuestran casi lo contrario. Tambi¨¦n para los belgas Europa, la Europa comunitaria, es una idea abstracta, excepto el Berlaymont, y los autom¨®viles con matr¨ªculas EUR de los funcionarios que lo ocupan. De ah¨ª que tambi¨¦n en B¨¦lgica el eurovoto sea, ante todo, un voto con marcado s¨ªmbolo de pol¨ªtica nacional interna. Lo que est¨¢ en juego son trece esca?os para los flamencos, con posible mayor¨ªa socialcristiana, y otros once esca?os para los valones, donde podr¨ªan ganar los socialistas. Los bruselenses, tercera regi¨®n de este pa¨ªs, podr¨¢n escoger entre candidatos flamencos o franc¨®fonos, sin olvidar las particularidades del partido pol¨ªtico bruselense del FDF, que preside la hija de uno de los padres de la actual Europa comunitaria, Antoinette Spaak. ?Mi padre titul¨® sus memorias Combates inacabados. Tengo el sentimiento de continuarlos ... ?, declara la hija de Paul-Henry Spaak.
Karel van Miert, candidato y presidente del Partido Socialista flamenco, opina que ?la Europa actual no responde a los problemas de la poblaci¨®n, afectada por el desempleo y la contaminaci¨®n?. Los liberales, en Bruselas, presentan como candidato a Luc Beyer, uno de los periodistas m¨¢s populares de la televisi¨®n franc¨®fona. Esperan que gane posiciones gracias a la postura m¨¢s radical que les permite su estatuto de partido pol¨ªtico en la oposici¨®n. No faltan las listas de candidatos ecologistas ni de la extrema izquierda, defensora de una campa?a centrada en el eslogan ?Europa, no?, en se?al de protesta contra lo que califican de ?Europa de las multinacionales? y de ?Comunidad del gran capital?. Partidos, estos ¨²ltimos, con ¨ªnfimas posibilidades de contar con representantes en el nuevo Parlamento Europeo.
El doble voto luxemburgu¨¦s
Dos papeletas de color distinto, para dos urnas diferentes, ser¨¢n las caracter¨ªsticas del elector en el Gran Ducado de Luxemburgo, que acudir¨¢ a las urnas para elegir Parlamento nacional y parlamentarios europeos. Con un ¨ªndice de desempleo m¨ªnimo - 1 % de la poblaci¨®n-, el Gran Ducado de Luxemburgo cuenta entre los ?para¨ªsos? min¨²sculos del continente europeo, si se juzga a partir de su nivel de vida y de sus ventajas fiscales, bien conocidas de las grandes sociedades internacionales: m¨¢s de cien bancos, de todos los or¨ªgenes -para una poblaci¨®n de 350.000 habitantes-, tienen su sede en Luxemburgo gracias a las facilidades de orden fiscal que les acuerda el Gobierno.
Luxemburgo alberga tambi¨¦n varios organismos comunitarios. El secretariado permanente del Parlamento Europeo, compartido con Bruselas y Estrasburgo; el Tribunal de Justicia, el Banco Europeo de Inversiones y el Instituto de Estad¨ªstica de las Comunidades Europeas se reparten el espacio en la colina de Kirchberg, en las cercan¨ªas de la capital luxemburguesa.
Por vez primera en su historia pol¨ªtica, los luxemburgueses conocen los sondeos electorales. El 33 % es favorable a la continuidad de la coalici¨®n gubernamental actual entre liberales y socialistas.
Pero nadie excluye un avance de los democristianos, dirigidos por Pierre Werner, actualmente en la oposici¨®n, despu¨¦s de cincuenta a?os de permanencia inalterada en el poder. Para ganar tiempo y ahorrar dinero, los luxemburgueses unen los dos votos: el nacional y el europeo. Una lecci¨®n de eficacia, en ¨¦poca de crisis, como recuerda su actual presidente de Gobierno y ministro de Asuntos Exteriores, el liberal Thorn, al comentar que ?el empuje que ten¨ªa la construcci¨®n europea se rompi¨® en un momento en que la coyuntura econ¨®mica internacional permit¨ªa todav¨ªa creer en lo imposible. ?Se rompi¨® en una ¨¦poca en que el crecimiento econ¨®mico de la d¨¦cada de los 60 deber¨ªa haber estimulado a los pol¨ªticos europeos a derribar barreras en pro de un avance hacia una Comunidad Europea con mayor entidad y fuerza ante los grandes desaf¨ªos que hoy debe afrontar: energ¨ªa, desempleo, contaminaci¨®n, renovaci¨®n industrial, desequilibrio regional, falta de cohesi¨®n ante los grandes problemas pol¨ªticos internacionales. Luxemburgo, en plena pol¨¦mica con franceses y belgas para conservar parte de sus instituciones europeas, acoger¨¢ algunas sesiones mensuales del nuevo Parlamento, como ejemplo de peque?o pa¨ªs con gran sentido ?comunitario?, impuesto por sus dimensiones y su tradici¨®n de cooperaci¨®n con sus vecinos, como ilustran su pertenencia al Benelux (B¨¦lgica, Holanda y Luxemburgo), embri¨®n de la actual Comunidad Europea, y su uni¨®n econ¨®mica y financiera con B¨¦lgica.
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