La Junta Suprema de Carlos III
El 8 de julio de 1787, Carlos III establec¨ªa la Suprema Junta ordinaria y perpetua de Estado. Quer¨ªa el rey constituir un instrumento de su Gobierno para transmitir ?la herencia que me ha parecido dexar a mis amados vasallos, reducida a perpetuar en ellos y su gobierno y constituci¨®n la sucesi¨®n progresiva de las luces y m¨¢ximas que he adquirido? (I, p., 423). Ser¨ªa esta instituci¨®n una pieza b¨¢sica en la gesti¨®n de Floridablanca, hasta que, con su ca¨ªda, en 1792, se reactivase (en la feliz palabra de Escudero) el anterior Consejo de Estado, de venerables ra¨ªces austr¨ªacas.Dentro del horizonte del despotismo ilustrado, como lo se?alan sus frases, el monarca ataba un nudo importante en un tejido institucional que hab¨ªa venido tram¨¢ndose desde antiguo. Precisamente los tres primeros cap¨ªtulos de este libro, inteligente por tantos conceptos, informan al lector del camino recorrido por lo que hoy llamamos Administraci¨®n central, desde nuestros austrias hasta casi cumplido el siglo XVIII. La investigaci¨®n acometida por el profesor Escudero hace recordar al leer sus frutos que, como siempre en estos temas, existen aqu¨ª tres planos en los que valorar lo acontecido.
Jos¨¦ Antonio Escudero
Los or¨ªgenes del Consejo de Ministros en Espa?a. Editora Nacional Madrid, 1979. Vol I, 711 p¨¢gs.; vol. 11, 882 p¨¢gs.
Primero: la lineal y directa serie de vicisitudes en la lucha por el poder inmediato. Si de las pugnas entre ministros nos hab¨ªa informado ya en otra obra anterior, no menos importante (Los secretarios de Estado y del despacho, 4 vols., Madrid, 1969), presenciamos ahora, cosa nueva, los esfuerzos del propio rey, Felipe V, para deshipotecarse de la tutela de Luis XIV, nada lejana a la insolencia, como puede leerse, por ejemplo, en una carta de ¨¦ste (I, p. 35).
Segundo: el funcionamiento de una mec¨¢nica institucional de lo que es, en este particular caso, ¨®rgano de Gobierno dirigido y controlado por el monarca, que se articula en el ?ensamblaje de tres resortes caracter¨ªsticos.... rey, consejos y secretarios?. Sobre este esquema se trazar¨¢n y sustituir¨¢n reformas, cuyo esp¨ªritu m¨¢s general parece haber sido siempre el intento de lograr unos medios de actuaci¨®n afines al genio particular de quien en cada momento concreto alcanzaba, o cierto predominio, o predominio cierto en los enfrentamientos a que alude el plano anteriormente citado. As¨ª, la Junta Suprema de Estado nacer¨¢ inmediatamente como fruto del ascenso de Floridablanca, desplaz¨¢ndose entonces al veterano Consejo de Estado; y se extinguir¨¢, restaur¨¢ndose el Consejo, pero tambi¨¦n con retoques, cuando Aranda consiga desbancar a Floridablanca.
Tercero: el nudo conceptual de principios jur¨ªdico-pol¨ªticos que act¨²a como raz¨®n ¨²ltima de ser-el-Estado (quiero decir, la esencia, o estructura permanente del ser, de la forma pol¨ªtica a la que llamamos Estado) en el per¨ªodo cuyo estudio se acomete. Esos conceptos, dogmas o principios en cada momento vigentes necesitan de la mec¨¢nica institucional para hacerse realidad en la vida diaria. Pero la instituci¨®n, conviene no olvidarlo, es eso, mec¨¢nica, instrumento, motor. Y con un mismo aparejo institucional pueden realizarse principios jur¨ªdico-pol¨ªticos muy diferentes, o incluso contradictorios entre s¨ª.
Si nos atuvi¨¦semos s¨®lo a este ¨²ltimo plano, estimo, para decirlo en forma elemental, que podr¨ªa meterse para este tema en el mismo saco, a Alfonso X o Jaime I siglo XIII) y a Carlos III (siglo XVIII). No se me oculta lo tremendo de la frase, pero que tampoco olvide nadie que ambos momentos tienen de com¨²n, y eso es lo que importa subrayar aqu¨ª y ahora, el concepto de la potestad real, y en cambio les es ajeno el principio de la soberan¨ªa popular.
La perduraci¨®n de conceptos b¨¢sicos, de dogmas jur¨ªdico-pol¨ªticos como esos, propios del antiguo r¨¦gimen, persistencia registrable bajo formas variadas, se dar¨¢ en Espa?a hasta la ?Gloriosa?, en 1868, seg¨²n mi opini¨®n. Por eso creo necesario preguntar si esta Junta de Carlos III, cuyos precedentes, acaeceres y din¨¢mica estudia tan ejemplarmente el profesor Escudero, puede ser leg¨ªtimamente situada en los or¨ªgenes del Consejo de Ministros, t¨¦rmino que inmediatamente nos hace apelar a tecnicismos propios de aquel sistema jur¨ªdico en el que la soberan¨ªa nacional es principio constitutivo que articula representatividades, partidos pol¨ªticos, parlamentos, y, en fin, gabinetes. Ah¨ª ya no se trata de ?aconsejar?, ?descargar? ni ?despachar? con el rey para que gobierne lo mejor posible. Se intenta que gobierne la naci¨®n misma y si es mon¨¢rquica su Constituci¨®n, se espera que el rey garantice a todos la participaci¨®n que la norma suprema les otorga en ese Gobierno.
El autor sit¨²a la Junta en ?los or¨ªgenes? del Consejo de Ministros. Y el plural es aqu¨ª fundamental, no simple matiz estil¨ªstico. Gobernar es resolver. Y existe un aspecto resolutivo de las instituciones que es su facies m¨¢s caracter¨ªstica en el segundo de los planos que m¨¢s arriba he citado. Aspecto que encierra el sentido funcional de toda instituci¨®n. Se resolver¨¢ conforme a los principios que informan al sistema, pero cuando ¨¦stos cambien, se seguir¨¢ resolviendo aunque sea en sentido diferente. La instituci¨®n es as¨ª instrumento de resoluci¨®n, y en definitiva de poder, poder que es dirigido conforme a los conceptos a los que ese poder mira. Pero hagamos abstracci¨®n de hacia d¨®nde se mira para afirmar el hecho primario de que la instituci¨®n, en cuanto puro y desnudo instrumento, est¨¢ ah¨ª, va a ser empleada, va a funcionar.
Si, conforme a lo dicho, los ingredientes de mec¨¢nica funcional y de esp¨ªritu dogm¨¢tico han de distinguirse y contarse a la hora de establecer un diagn¨®stico sobre los or¨ªgenes (y no es propio decir el origen) del Consejo de Ministros, Jos¨¦ Antonio Escudero acierta en identificar el primero de esos elementos y su participaci¨®n en los or¨ªgenes) del Consejo de Ministros, como antecedente de ¨¦ste.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.