La "cumbre" un par¨¦ntesis entre Cracovia y Tokio
Ha costado m¨¢s de dos a?os convocar la reuni¨®n en la cumbre que esta semana celebrar¨¢n Carter y Brejnev en Viena, pero puede que haya merecido la pena. Ambas partes tienen ahora una conciencia m¨¢s clara de sus modestos logros y una apreciaci¨®n m¨¢s realista de sus comunes intereses y divergencias fundamentales.Hace dos a?os, Carter y Brejnev discrepaban sobre el momento y el objeto de esta reuni¨®n. Al comienzo de la Administraci¨®n Carter, Brejnev ten¨ªa prisa por llevar ante una cumbre los problemas sovi¨¦tico- norteamericanos, pero despu¨¦s de algunas vacilaciones -e incluso desacuerdos entre el nuevo Gobierno de Washington-, Carter decidi¨® esperar. Desde entonces se han manejado dos diferentes conceptos de la reuni¨®n en la cumbre.
El primero era que los l¨ªderes de las dos superpotencias deber¨ªan dar prioridad a las relaciones norteamericano-sovi¨¦ticas, ponerse r¨¢pidamente de acuerdo sobre un segundo tratado de limitaci¨®n de armas ¨¦strat¨¦gicas y presidir juntos en Ginebra una conferencia de paz sobre Oriente Pr¨®ximo; todo ello antes de que Carter precisara sus relaciones con los aliados europeos, Oriente Pr¨®ximo, China y Jap¨®n. Este era el proceso preferido por Mosc¨².
El segundo punto de vista de una reuni¨®n Carter-Brejnev pretend¨ªa justamente la inversi¨®n de este proceso negociador: la prioridad de Washington no deber¨ªa ser su agenda con la Uni¨®n Sovi¨¦tica, sino un proyecto global en el cual las negociaciones a alto nivel deberian comenzar con los aliados de la OTAN, negociar el conflicto de Oriente Pr¨®ximo directamente, en vez de con la Uni¨®n Sovi¨¦tica en Ginebra, y entre tanto abordar los problemas econ¨®micos con Jap¨®n y establecer normales relaciones diplom¨¢ticas con China. Esta fue la l¨ªnea adoptada finalmente por Washington.
Carter y Brejnev discutir¨¢n en Viqna, de un modo sutilmente diferentp, no s¨®lo del equilibrio de misiles estrat¨¦gicos, la avanzada tecnolog¨ªa de los computadores y el comercio, sino de la confrontaci¨®n de ideas e incluso de religiones en el Oriente Pr¨®ximo y la Europa del Este.
En una jocosa pregunta sobre el Papa, casi al final de la segunda guerra mundial, Jos¨¦ Stalin inquir¨ªa: ??Con cu¨¢ntas divisiones cuenta?? Ahora, despu¨¦s de la tumultuosa recepci¨®n polaca al papa Juan Pablo, Brejnev conoce la respuesta: algunas.
De hecho, el encuentro del Pont¨ªfice con su propio pueblo y su influencia sobre el resto de la Europa oriental cat¨®lica puede revelarse la m¨¢s importante reuni¨®n en la cumbre de esta d¨¦cada, de la que Mosc¨² no ha de temer la penetraci¨®n del poder militar occidental, sino la de la libertad y la fe.
Hay muy poco, si es que hay algo, que Carter y Brejnev hayan de negociar en Viena a prop¨®sito del tratado de limitaci¨®n de armas estrat¨¦gicas. En realidad, el comunicado de Viena ha sido ya perfilado, con relativamente pocas pretensiones grandilocuentes o esperanzas excesivas, pero hay por discutir algunas cuestiones pol¨ªticas pr¨¢cticas y algunos imponderables.
Carter querr¨ªa persuadir al dirigente sovi¨¦tico y a cualesquiera otros l¨ªderes rusos potenciales que puedan estar en Viena de que las ¨²ltimas dos d¨¦cadas de este siglo estar¨¢n probablemente dominadas por la agitaci¨®n, y puede ser que incluso por el caos, que ni Mosc¨² ni Washington pueden controlar o manipular con ¨¦xito en detrimento del contrario.
Esto significa, espec¨ªficamente, moverse con sumo cuidado desde la ratificaci¨®n de las SALT II hacia la fase, m¨¢s delicada y peligrosa, de un tratado SALT III; reconocer que la normalizaci¨®n del comercio sobre la base de naci¨®n m¨¢s favorecida posiblemente no puede ser separada de las pol¨ªticas militar y de emigraci¨®n sovi¨¦ticas, incluso si Carter deseara hacerlo, que no es el caso, y, finalmente, ponerse de acuerdo sobre las obligaciones especiales de los dos m¨¢ximos poderes nucleares, proclamadas frecuentemente y usualmente ignoradas en la construcci¨®n de un orden mundial m¨¢s estable.
Puede ser un signo de los cambios en los dos ¨²ltimos a?os; sin embargo, el hecho de que la cumbre de Viena parece haber decrecido en importancia, casi para converfirse en un par¨¦ntesis entre la cumbre religiosa de Cracovia y la de los m¨¢s importantes pa¨ªses industrializados occidentales, que se celebrar¨¢ en Tokio a finales de este mes.
Viena, sin embargo, dar¨¢ a Carter la ¨²nica cosa que parece realmente necesitar para discutir confiadamente con otras naciones: una apreciaci¨®n del car¨¢cter de los l¨ªderes sovi¨¦ticos. Y en Viena se va a encontrar no s¨®lo con Brejnev, sino con Kossiguin, que tuvo un papel sorprendente mente activo y preponderante durante la reciente visita a Mosc¨² del presidente franc¨¦s.
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