Guerra a la izquierda en el madrile?o barrio de SaIamanca
Tal y como se han puesto las cosas, a la gente con ideolog¨ªa de izquierda, a los llamados rojos, les resulta bastante dif¨ªcil vivir en el barrio de Salamanca.El territorio comprendido en los alrededores de las calles de Alcal¨¢, Ortega y Gasset, Serrano y General Mola, de Madrid, en cuyos edificios se instal¨® hace ya un siglo la burgues¨ªa profesional, mercantil y funcionarial de la ¨¦poca, ha pasado a ser denominada zona nacional madrile?a, por obra y gracia de grupos de personas que han elegido sus calles para manifestarse de cuando en cuando, con el objetivo de salvar el honor de la raza espa?ola, tan mancillado -seg¨²n ellos- desde que se perdi¨® el imperio y desde que falleci¨® el General¨ªsimo.
Son los mismos que han invadido determinadas cafeter¨ªas para planear asaltos a la facultad de Derecho, visitas a determinados cines o incendios de las librer¨ªas rojas.
Esto cuando no obligaban a todas las personas que tranquilamente tomaban un caf¨¦ a entonar, brazo en alto, el Cara al Sol.
Ellos han convertido tambi¨¦n las aceras de la calle de Goya en mercado donde instalan el tenderete y venden insignias, llaveros, revistas o libros editados por Fuerza Nueva:
?Compren, se?ores, compren Almas ardiendo, de Le¨®n Degrelle, o la Biograf¨ªa apasionada de Jos¨¦ Antonio, o La Rusia que yo conoc¨ª, o, si no, la ¨²ltima novedad de Blas Pi?ar: Combate por Espa?a. Y as¨ª, se?oras y se?ores, solamente as¨ª, se dar¨¢n cuenta de que nuestra patria se ha convertido en un nido de traidores, en un solar devastado por los secuaces de la democracia y por las mil cabezas de la hidra marxista. As¨ª, y afili¨¢ndose a nuestro partido, evitaremos que la ira de Dios caiga sobre nosotros y empujaremos a todos los comunistas a los infiernos, que es donde deben estar. ?
Discursos como ¨¦ste y algunos otros acompa?ados de profec¨ªas mesi¨¢nicas sobre las tragedias que suceder¨¢n si se rompe la unidad familiar con leyes que permitan el divorcio y herej¨ªas similares, leyes progresistas elaboradas por esos dem¨®cratas traidores que fueron votados por todo el pa¨ªs a excepci¨®n de 370.000 personas (este es el n¨²mero de votos obtenido por Uni¨®n Nacional en las pasadas elecciones), pueden o¨ªrse por la calle de Goya junto a los puestos de venta ambulante, recubiertos con banderas nacionales o falangistas, en los d¨ªas en que los muchachos ultraderechistas est¨¢n en plena actividad.
Sin embargo, a pesar de todo esto, la gran mayor¨ªa de los habitantes del barrio de Salamanca son personas pac¨ªficas, tranquilas, que repudian como el que m¨¢s todo este tipo de actos, todas estas manifestaciones pol¨ªticas de quienes se creen due?os de la zona y lo que han conseguido ha sido convertir uno de los barrios m¨¢s agradables de Madrid en un lugar donde, nada m¨¢s anochecer, las cafeter¨ªas est¨¢n vac¨ªas y nadie sale a pasear, ni siquiera con el buen tiempo.
Las noches vac¨ªas del barrio
De no salir por la noche, a no ser que sea en grupos de dos o tres, y de no frecuentar determinadas cafeter¨ªas saben bastante los militantes y simpatizantes de los partidos de izquierda que han implantado sus sedes en plena zona nacional.Para acondicionar el local central del Partido Comunista de Espa?a, situado muy cerca de donde tienen su sede los de Fuerza Nueva, se ha invertido una buena parte del presupuesto en instalar una puerta blindada, en vigilantes, en un circuito cerrado de televisi¨®n para controlar las entradas y salidas, para reforzar con medidas de seguridad propias la presencia de la polic¨ªa. Desde que se instalaron all¨ª, poco despu¨¦s de su legalizaci¨®n, han tenido muy pocos problemas con el vecindario. Tan s¨®lo han recibido algunas llamadas telef¨®nicas an¨®nimas en las que el comunicante, primero, les insultaba; despu¨¦s, les anunciaba una muerte feroz, y al final, colgaba. En otras ocasiones la airada voz anunciaba la colocaci¨®n de una bomba, pero siempre se trat¨® de falsas alarmas. Quiz¨¢ sean los del PCE los menos molestados de entre todos los partidos de izquierda situados en el barrio de Salamanca.
Antes llamaban m¨¢s, amenazaban m¨¢s; ahora parece que quienes desear¨ªan que los comunistas nunca hubieran sido legalizados ya se han resignado a tenerles all¨ª. De cuando en cuando parece que no pueden contenerse y entonces s¨ª se deciden a visitarles. Como ocurri¨® el fat¨ªdico s¨¢bado 26 de mayo, pocos minutos despu¨¦s de que un artefacto explosionara en la cafeter¨ªa California 47 y acabase con la vida de ocho personas, hiriendo a otras cuarenta. Un centenar de personas se dirigi¨® ante las puertas de la calle de Castell¨®, 36, donde tiene su sede central el PCE, y comenz¨® a gritarles: ?Rojos, asesinos, vosotros hab¨¦is sido los culpables.?
De todas maneras -cuentan algunas de las personas que habitualmente trabajan en la sede comunista-, para ellos la vida no es nada c¨®moda en este barrio. ?Procuramos no salir nunca a comer por la zona, porque las miradas de determinadas personas nos resultan demasiado hostiles, y otras veces tememos la agresi¨®n de determinados grupos. Nunca se nos ocurre llevar alg¨²n distintivo del partido, pero aun as¨ª, todas las precauciones son pocas.?
No hace mucho, Santiago Carrillo, secretario general del PCE, habl¨® de trasladar la sede a otro barrio, pero el cambio ser¨ªa costoso y, de momento, el tema no se ha planteado. De cualquier forma, los dirigentes m¨¢s populares del PCE han tenido alg¨²n leve incidente por el barrio. A Santiago Carrillo le grit¨® una se?ora col¨¦rica: ??Ya no te acuerdas de Paracuellos??, a pocos metros del n¨²mero 36 de la calle de Castell¨®.
Sin embargo, quien con m¨¢s motivos evita salir sola por las noches en la zona nacional es Pina L¨®pez Gay, secretaria general de la Joven Guardia Roja, agredida por unos desconocidos el pasado mes de febrero. La Joven Guardia tiene sus locales en la calle de Vel¨¢zquez, en el mismo centro del barrio, y Luis, que va all¨ª todos los d¨ªas, cuenta c¨®mo a veces reciben an¨®nimos verdaderamente originales, aunque no por ello menos preocupantes. ?Nos llaman mucho por tel¨¦fono para insultarnos y amenazarnos con que nos van a hacer esto o lo otro. Por carta tambi¨¦n intentan intimidarnos. La ¨²ltima que recibimos era muy escueta: una hebra de lana en forma de horca y, debajo, la explicaci¨®n: "As¨ª va a ser vuestra muerte, rojos, hijos de p..." Al principio nos cabre¨¢bamos?, dice Luis. ?Ahora, ya empezamos a estar hartos y no hacemos caso de estas cosas. Nosotros pensamos que los autores o son gente de mente retorcida y que odian ferozmente a toda la izquierda o son ni?os bromistas sin otra cosa que hacer. Sin embargo, desde lo de Pina nos lo tomamos m¨¢s en serio.?
Lo de Pina fue muy desagradable: la acorralan unos individuos por la calle, la insultan porque encima de ser roja va y es guapa y le propinan unos cuantos golpes y navajazos en la cara. Desde entonces, Pina nunca coge el tel¨¦fono, aunque sabe que muy a menudo le llaman para recordarle que le volver¨¢n a hacer lo mismo en cuanto la cojan. ?Por eso?, dice Pina, ?siempre que tengo que salir por esta zona voy acompa?ada de un par de t¨ªos cachas, lo suficientemente fuertes como para hacer frente a cualquiera.? Para Pina es muy doloroso tener que vivir medio escondida, cuando -dice ella- el Gobierno deber¨ªa evitar que estas bandas anden por esta zona como si fuese de su propiedad.
Tal vez la sede preferida por los fachas sea la provincial de la Organizaci¨®n Revolucionaria de Trabajadores (ORT), situada en la calle de Montesa, a juzgar por lo que cuenta Carmen: ?Aqu¨ª vienen continuamente a hacernos pintadas en las aceras y en la fachada, siempre con lo mismo: "Rojos, vais a morir", y al lado, los autores dibujan una enorme cruz gamada, para que no quede ninguna duda sobre la ideolog¨ªa de quienes amenazan.?
"A vosotros,
En la provincial de ORT suelen guardar los an¨®nimos. El ¨²ltimo debe pertenecer, a juzgar por la letra, a un chaval de menos de veinte a?os: ?A vosotros, rojos apestantes, cobardes, ladrones, me gustar¨ªa meteros un tiro en la sien derecha. Pero no un tiro normal, sino un tiro de cerca, muy cerca, para ver c¨®mo perfora la bala vuestras cabezas de mosquito ... ? Los an¨®nimos incluyen al final gritos alusivos a Dios, a Cristo Rey, a la patria y a Francisco Franco, y s¨®lo as¨ª suelen saber si se trata de grupos organizados o de fachas espont¨¢neos.La gente que trabaja en la sede provincial de la ORT tiene una inclinaci¨®n, como dice Carmen, a no pasar por determinadas calles y a no tomar el caf¨¦ con leche de media tarde en otro bar que no sea La Diligencia, enfrente de su local, ?porque all¨ª son muy majillos y ya nos conocen?. A pesar de todo, no piensan trasladarse a otro barrio: ?Aqu¨ª no hay tranquilidad y hay que tener mucho cuidado en ocultar nuestra ideolog¨ªa, y esto es bastante chocante en un sistema de democracia plena, pero estamos bien aqu¨ª; por cuatro fascistas exaltados tampoco nos vamos a marchar. Ya nos hemos acostumbrado, y hasta que no nos pase nada gordo ... ?
rojos apestantes..."
La sede central de la ORT tambi¨¦n est¨¢ situada en zona nacional, pero en una calle con menos connotaciones que la de Goya o N¨²?ez de Balboa. Ellos est¨¢n en el 49 de Conde de Pe?alver y nunca han sido molestados en serio: solamente han recibido llamadas amenazantes. Jos¨¦ Folguera, encargado de prensa de este partido, asegura que ?es una l¨¢stima la fama que le han dado a este barrio una minor¨ªa de fascistas violentos, porque estas calles est¨¢n llenas de trabajadores pac¨ªficos que viven sin molestar a nadie?.
Amenazas
Otro grupo pol¨ªtico implantado en el barrio y que tambi¨¦n se queja de ?estar sufriendo agresiones verbales?, aunque no tenga nada que ver con los anteriores, es el de Fuerza Nueva, en N¨²?ez de Balboa. Sus vecinos pol¨ªticos aluden a ellos directa o indirectamente como los autores de sus agresiones, pero los de Fuerza Nueva aseguran que ?aqu¨ª llaman todos los d¨ªas y nos amenazan, lo que pasa es que yo no puedo dar m¨¢s explicaciones, porque para eso est¨¢n los jefes?, dijo la telefonista del partido. Pero los jefes no estaban y no se pudo obtener m¨¢s informaci¨®n.Las agrupaciones socialista y comunista del barrio tambi¨¦n tienen problemas. Normalmente, los actos vecinales que organizan tienen escaso eco: van s¨®lo sus militantes y rara vez acude alg¨²n vecino sin vinculaci¨®n pol¨ªtica, aunque en el barrio viven m¨¢s de 250.000 personas. Los responsables de las agrupaciones piensan que ello obedece m¨¢s al miedo de la gente del barrio que a la falta de inter¨¦s. En ambas sedes, tanto la del PSOE como la del PCE, reciben cada d¨ªa llamadas anunciando bombas o an¨®nimos detallando lo que les van a hacer por rojos. Otras veces aseguran que les han incendiado el coche s¨®lo por llevar un adhesivo con una ikurri?a o una senyera en el cristal. ?En este barrio hay mucho miedo?, explica Juan, uno de los miembro de la agrupaci¨®n comunista del distrito. ?Nosotros hemos repartido, buz¨®n por buz¨®n, unas cartas en las que exigimos la adopci¨®n de medidas por parte del Gobierno para que cesen de una vez las conductas vand¨¢licas de bandas de la extrema derecha por nuestras calles. Veremos el caso que nos hacen.? Y, mientras tanto, la hoz y el martillo siguen siendo clandestinos por las calles del barrio de Salamanca, a casi cuatro a?os de la muerte del general.
a Fuerza Nueva
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