PSOE: crisis de lo viejo y lo nuevo
Diputado del PSOE por Sevilla. Ex secretario de Relaciones Exteriores del PSOE
Bueno es que los representantes del sector del PSOE que gusta autotitularse radical, cr¨ªtico o marxista utilicen las p¨¢ginas de lo que ellos llaman despectivamente en las asambleas internas del partido ?prensa burguesa?. Y es bueno porque contribuye a clarificar posiciones y porque van demostrando d¨ªa a d¨ªa que una de las cr¨ªticas que hac¨ªan, la ausencia de democracia interna y de libertad de cr¨ªtica, no ten¨ªa fundamento.
En los art¨ªculos de G¨®mez Llorente, Bustelo y Castellano en EL PA?S existe un hilo conductor com¨²n: el deseo subconsciente de dar explicaciones por las responsabilidades que puedan caberles en el desaguisado del XXVIII Congreso y una cierta inclinaci¨®n a buscar el entendimiento con el ?otro sector?.
Personalmente he defendido siempre en el seno de la comisi¨®n ejecutiva una pol¨ªtica integradora, de la que han sido testigos los firmantes de los art¨ªculos citados, y saben tambi¨¦n que jam¨¢s he- practicado la adhesi¨®n incondicional a nadie. Perocreo que en este momento de clarificaci¨®n y decantaci¨®n de posiciones todo intento de ?pasteleo? o acuerdo en la c¨²spide para la elaboraci¨®n de una lista de comisi¨®n ejecutiva cara al congreso extraordinario ser¨ªa fomentar una nueva frustraci¨®n en la base, decepcionar a nuestro electorado y s¨®lo aplazar¨ªa la, soluci¨®n de los problemas internos del partido.
Variadas son las cr¨ªticas que se deslizan en los tres art¨ªculos citados: la actitud de Felipe es negativa para el partido, su gesto ha sido ? sospechosamente? elogiado por la derecha, hay un intento de derechizaci¨®n del partido, etc¨¦tera.
Creo sinceramente que Felipe no ten¨ªa otra alternativa el 20 de mayo. La coacci¨®n y el tr¨¢gala al que quer¨ªa someterlo una minor¨ªa era incompatible con un comportamiento socialista. Si Felipe, en aquellas condiciones, acepta ser secretario general, el partido hubiera salido malparado a medio plazo. El propio Bustelo reconoci¨® que se apoyaba en una minor¨ªa cuando, en una intervenci¨®n reveladora, la tarde del 20 de mayo, dice al congreso: ?Yo no reh¨²yo responsabilidades, pero me doy cuenta que el 90% del congreso apoya a Felipe. Si al menos me asegur¨¢is el 20% o el 30% de los votos, estoy dispuesto a encabezar una candidatura para la comisi¨®n ejecutiva.? Sin comentarios.
En cuanto a los elogios, hace falta estar sordo y ciego para no haberse percatado de la conmoci¨®n que produjo en la opini¨®n p¨²blica el discurso de despedida de Felipe. No era la derecha, era todo el pa¨ªs el que se descubr¨ªa ante un comportamiento serio, ¨¦tico y digno del que tan poco estamos habituados en un mundo esc¨¦ptico y desconfiado, sobre todo, con los pol¨ªticos.
El discurso era adem¨¢s, como describe Juan Losada en Pueblo, una pieza de la m¨¢s pura ortodoxia ?pablista?. En efecto, Pablo Iglesias bas¨® su quehacer p¨²blico y privado en la honradez.
Las semanas que ya han transcurrido desde el congreso est¨¢n demostrando que la actitud de Felipe est¨¢ siendo muy beneficiosa para el partido, que comienza a encontrarse a s¨ª mismo. As¨ª, las asambleas y reuniones celebradas en todo el territorio nacional indican un mayor grado de participaci¨®n, de madurez y de responsabilidad, y auguran un congreso extraordinario m¨¢s sereno y riguroso, o al menos as¨ª lo esperamos.
El dilema socialdemocracia-marxismo es falso y nos agrada que en los art¨ªculos comentados no se insista especialmente en ello, porque los firmantes saben (nos conocemos hace a?os) que no es ese el problema. Si lo fuese, podr¨ªa pensarse m¨¢s bien en una repetici¨®n del congreso del partido socialista franc¨¦s (entonces SFIO) de 1946, en el que la demagogia verbalista de Guy Mollet se impone contra el secretario general que condujo el partido durante la resistencia y clandestinidad, Daniel Meyer. Luego, Guy Mollet, primer ministro durante la IV Rep¨²blica, practic¨® no ya una pol¨ªtica socialdem¨®crata, sino conservadora, pero, eso s¨ª, con la coartada permanente de un discurso te¨®rico marxista (al menos, en apariencia) duro y puro. ?Hubiera ocurrido lo mismo en el PSOE de imponerse una ejecutiva ?radical? en el XXVIII Congreso? Nunca lo sabremos, pero personalmente estoy persuadido de que as¨ª hubiera sido.
Con riesgo de ser acusado de esquem¨¢tico, pienso que la crisis del PSOE es la consecuencia de la lucha entre lo viejo, que no termina de morir (el paleomarxismo dogm¨¢tico), y lo nuevo, que no termina de nacer (el marxismo cr¨ªtico de 1980).
El proceso de intenci¨®n por el que se achacaba a la anterior ejecutiva de derechizar el partido (lo curioso es que nunca se ha presentado una pol¨ªtica alternativa a la desarrollada por el equipo saliente) cal¨® en un sector bien intencionado de la base, que sinceramente crey¨® la falsa acusaci¨®n. Si a ello a?adimos la labor de zapa de los trotskistas infiltrados (que los hay, y alguien tiene que decirlo de una vez) y de los frustrados por no haber sido elegidos para algo en las generales o en las municipales comprenderemos un poco el c¨®ctel explosivo del XXVIII Congreso, del que la inmensa mayor¨ªa de la base del partido estaba ajena.
Estoy convencido de que ahora el partido retornar¨¢ a lo que fue siempre, con la superaci¨®n del cuerpo extra?o introducido en el XXVII Congreso, que supone una clara desviaci¨®n, a mi juicio, de lo que ha sido la trayectoria hist¨®rica del PSOE y de lo que es y debe ser el PSOE en 1979.
Pero, sobre todo, el congreso extraordinario debe dejar clara la estrategia, la l¨ªnea pol¨ªtica, la alternativa que el PSOE ofrece a la sociedad espa?ola, en particular a los trabajadores y sectores populares. En ninguno de los art¨ªculos citados se habla de ello, que es lo que en realidad interesa al hombre de la calle.
No quisiera terminar sin referirme a la cr¨ªtica que Pablo Castellano hace a los delegados y militantes, que casi un¨¢nimemente aclamaban a Felipe el ¨²ltimo d¨ªa del congreso. Yo creo que nuestra militancia, nuestro electorado, los trabajadores de este pa¨ªs, se han dado cuenta del patrimonio inestimable que tiene el PSOE con Felipe Gonz¨¢lez. Y no veo por qu¨¦ hay que criticarles. L¨ªderes de esa talla no se dan todos los d¨ªas, de manera que es un motivo de orgullo para los socialistas y no de verg¨¹enza. Siendo, por lo dem¨¢s, perfectamente compatible con la m¨¢s aut¨¦ntica democracia interna. ?O es que confundimos democracia con gobierno de los mediocres? No opongamos, pues, demag¨®gicamente partido caudillista a partido auto gestionarlo, creando un nuevo problema donde no lo hay. ?O es que a Pablo Castellano le molesta que los jampesinos de C¨¢ceres le pregunten si ¨¦l pertenece al partido de Felipe Gonz¨¢lez?
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