El desgaste espa?ol
Le Monde?(...) Numerosos son los que temen que alg¨²n general, cansado del desorden del ambiente y de las provocaciones continuas contra las fuerzas del orden, renueve por su cuenta el golpe de Estado de julio de 1936, como preconiza d¨ªa tras d¨ªa el diario El Imparcial ( ... ).Un colega comunista, parad¨®jicamente m¨¢s sereno, admite el peligro de una evoluci¨®n del r¨¦gimen hacia la derecha -como en Portugal, dec¨ªa-, pero los cambios operados en los dos ¨²ltimos a?os en la cabeza del Ej¨¦rcito, donde no hay m¨¢s que hombres del Rey o del primer ministro, Adolfo Su¨¢rez, excluyen cualquier veleidad de caudillismo ( ... ).
Queremos creerle, pero hay que recordar que en Chile, antes del golpe de Pinochet, todo el mundo cre¨ªa en la lealtad del Ej¨¦rcito. El mismo Santiago Carrillo no deja de pensar que el Ej¨¦rcito es uno de los factores dominantes de la vida espa?ola ( ... ).
Nadie discute que hay gente en Espa?a que ha decidido propagar el desorden para liquidar el r¨¦gimen democr¨¢tico. En primera fila figuran los separatistas vascos de ETA, cuyas reivindicaciones plantean al poder un problema casi insoluble, porque van m¨¢s all¨¢ de lo que permite la Constituci¨®n ( ... ). El Rey, como repite a todos sus visitantes, se muestra decidido a oponerse a toda soluci¨®n que pon ga en peligro la Constituci¨®n que el cuerpo electoral aprob¨® masiva mente en diciembre y de la que es garant¨ªa. De otra forma, correr¨ªa peligro la existencia misma de Es pana, debido a los movimientos autonomistas, cuando no separatistas, que se manifiestan de Catalu?a a Canarias, pasando por Galicia y Andaluc¨ªa ( ... ).
El que ETA se beneficie de apoyos exteriores, sobre todo libios, que mantenga contactos estrechos con el IRA, a quien entregar¨ªa explosivos m¨¢s f¨¢ciles de sustraer en Espa?a que en el Ulster, a cambio de armas autom¨¢ticas compradas a los sovi¨¦ticos, es de notoriedad p¨²blica ( ...).
Ahora bien, el Estado no est¨¢ suficientemente pertrechado para hacer frente a esa amenaza. Cualesquiera que sean las especulaciones sobre su lealtad, las fuerzas del orden, y especialmente los 60.000 hombres de la Guard¨ªa Civil, est¨¢n mal preparados para esta tarea ( ... ).
Desde la entrada en vigor de la Constituci¨®n, ya no es el Rey, sino el presidente del Gobierno, quien ejerce el poder. Y es sobre Adolfo Su¨¢rez sobre quien se concentran todos los ataques. Director de la televisi¨®n con el Caudillo, Su¨¢rez es ante todo un pol¨ªtico que, por dos veces en un a?o, ha ganado las elecciones. Esta doble investidura es suficiente para el soberano, para que no se plantee el problema de su sucesi¨®n. Y no es casualidad el que don Juan Carlos exprese, a quien quiere escucharle, su confianza en los dos vicepresidentes del Gobierno elegidos por Su¨¢rez: no s¨®lo el teniente general Guti¨¦rrez Mellado, que garantiza la lealtad del Ej¨¦rcito, sino tambi¨¦n Abril Martorell, el muy discutido dir¨ªgente de la econom¨ªa ( ...).?
14 de junio
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