La gratuidad de la ense?anza preescolar
Una de las conclusiones del VII Congreso de Ense?anza no Estatal, organizado recientemente en Segovia por la Confederaci¨®n Espa?ola de Centros de Ense?anza (CECE), hace referencia a la necesidad de que la educaci¨®n preescolar tenga car¨¢cter gratuito, aunque no se establezca su obligatoriedad.Tradicionalmente se ha venido vinculando el concepto de obligatoriedad con el de gratuidad, y el art¨ªculo 27 de la Constituci¨®n mantiene esta tradici¨®n al afirmar en uno de sus apartados que ?la ense?anza b¨¢sica es obligatoria y gratuita?.
Para todos los int¨¦rpretes del texto constitucional la palabra ?b¨¢sica? tiene un sentido absolutamente flexible, por lo que ha de entenderse que si en la actualidad se refiere a la ense?anza general b¨¢sica y concretamente a la educaci¨®n del ni?o entre seis y catorce a?os, en el futuro este per¨ªodo podr¨¢ ampliarse tanto por arriba como por abajo.
Se sabe que ya actualmente el Gobierno abriga la intenci¨®n de ampliar este per¨ªodo de ?ense?anza b¨¢sica? hasta los diecis¨¦is a?os. Lo que ya resulta mucho m¨¢s dudoso es que UCD tenga el prop¨®sito de hacer esta ampliaci¨®n hacia abajo. Por el contrario, tanto el anterior como el actual ministro de Educaci¨®n han manifestado en repetidas ocasiones su oposici¨®n y la de su partido a la idea de convertir en obligatoria la ense?anza preescolar en contra del criterio general de toda la izquierda pol¨ªtica.
La posici¨®n de UCD se basa en el firme convencimiento de que antes de los seis a?os el ni?o debe permanecer y ser educado en el seno de la familia. La educaci¨®n preescolar, seg¨²n este principio, estar¨ªa reservada para los ni?os privados de un ambiente familiar normal y, en todo caso, como sustituci¨®n o ayuda de la madre que trabaja. Se ha llegado incluso a definir la ense?anza preescolar como un mal menor, y los argumentos en contra de su generalizaci¨®n se apoyan en las experiencias negativas de pa¨ªses muy desarrollados en los que se aprecia una vuelta atr¨¢s en este terreno. Ya hay quien considera que la actual crisis de valores humanos es un fruto directo de la prematura escolarizaci¨®n de los ni?os, la responsabilidad de cuya educaci¨®n debe restituirse plenamente a las madres.
Ocurre, sin embargo, que en Espa?a quienes m¨¢s y mejor escolarizan a los ni?os de cuatro y cinco a?os son precisamente las familias de m¨¢s alto nivel econ¨®mico, trabaje o no la madre fuera de casa.
Un razonamiento demasiado simplista, al hilo de los anteriores argumentos, tendr¨ªa que llevamos a la conclusi¨®n de que los ni?os ?privados de un ambiente familiar normal? abundan mucho m¨¢s entre las clases altas que entre las bajas, lo que, por otra parte, nada tendr¨ªa de particular.
Por otra parte, los mismos significados representantes de la Administraci¨®n admiten, un tanto contradictoriamente, que la falta de igualdad de oportunidades se pone de manifiesto muy en primer t¨¦rmino en el hecho de que las clases m¨¢s modestas carecen de una educaci¨®n preescolar y que, consecuentemente, es necesario incrementar la oferta de puestos escolares en este nivel para las zonas sociales m¨¢s deprimidas, a fin de iniciar as¨ª una pol¨ªtica de ?correcci¨®n social?.
La contradicci¨®n es palpable porque se contrapone el valor de la educaci¨®n en familia frente al contravalor de la educaci¨®n en la escuela y, al mismo tiempo, se admite que el ¨¦xito escolar depende directamente de una buena educaci¨®n preescolar que, en coherencia con aquella filosof¨ªa, jam¨¢s deber¨¢ ser obligatoria.
Es muy de temer que sobre esta contradicci¨®n se asiente, en realidad, una pol¨ªtica de deliberada ambig¨¹edad que pueda amparar indefinidamente la declinaci¨®n de las responsabilidades del Estado en este ¨¢mbito.
Al principio del presente curso, los periodistas fuimos testigos de c¨®mo el entonces titular del Ministerio de Educaci¨®n y Ciencia, I?igo Cavero, respond¨ªa en plena calle a una madre que reclamaba angustiada una plaza para su hijo de cinco a?os, que ?puesto que la ense?anza preescolar no estaba reconocida como obligatoria por la ley, su petici¨®n no pod¨ªa ser presentada como una exigencia?, aunque era voluntad de la Administraci¨®n atender, dentro de sus posibilidades, a la creciente demanda social de puestos escolares en este nivel educativo.
El problema reside precisamente ah¨ª, en el hecho de que nunca pueda plantearse la educaci¨®n preescolar como una exigencia por no existir una ley que establezca expl¨ªcitamente su gratuidad, aunque esta gratuidad no comporte necesariamente la obligatoriedad, de la misma manera que a nadie se le ocurre exigir que los estudios universitarios lleguen a ser alg¨²n d¨ªa obligatorios, si bien es una aspiraci¨®n general el que puedan llegar a ser gratuitos.
En cualquier caso no deja de ser curioso que comience a hablarse de la conveniencia de que los p¨¢rvulos vuelvan a ser educados en el seno de la familia, precisamente en el momento en que las clases sociales m¨¢s modestas reclaman con mayor insistencia una ense?anza preescolar semejante a la que tradicionalmente han venido disfrutando los ni?os de las clases sociales privilegiadas. Resulta que son precisamente quienes no dudan de que sus hijos tienen que recibir una buena educaci¨®n preescolar, si es posible en dos idiomas, los que m¨¢s se escandalizan ante la actual crisis de valores y la desnaturalizaci¨®n de las madres.
La propuesta, pues, del VII Congreso de Ense?anza no Estatal es perfectamente razonable por el momento, aunque cabe preguntarse a qu¨¦ clase social beneficiar¨ªa en mayor proporci¨®n la gratuidad de la educaci¨®n preescolar que se imparte en los colegios de la Confederaci¨®n Espa?ola de Centros de Ense?anza.
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