Fricci¨®n Porta-Saporta
Pablo Porta quiere llevar a Raimundo Saporta a su holocausto particular. A porta le sent¨® muy mal convertirse en figura de segundo plano con la organizaci¨®n del Mundial-82. Porta, aunque era partidario de Saporta en el tema, hab¨ªa pensado en una f¨®rmula distinta. Para el presidente de la Federaci¨®n Espa?ola de F¨²tbol el Mundial era cosa propia, puesto que la concesi¨®n de la organizaci¨®n es al ¨®rgano federativo y no al Estado. Lo que ocurre es que un mundial no puede organizarlo una federaci¨®n, y menos la espa?ola.Las fricciones entre Porta y Saporta hab¨ªan de producirse forzosamente. Son dos protagonistas a quienes no gusta el papel secundario. Saporta presum¨ªa de ejercerlo en el Madrid, pero no era cierto. Y, adem¨¢s, don Santiago no era Porta.
La ¨²ltima pirueta de Saporta ha sido querer involucrar a los alcaldes en el tema del Mundial. Su idea era tener como presidente de la comisi¨®n a la m¨¢xima autoridad local. A Saporta le gusta respetar la autoridad. El siempre se ha llevado bien con el poder. Y hasta le gusta acertar con el futuro. Saporta sabe apostar por el ganador. Lo malo del caso presente es que Porta fue el primer jefe de la Uni¨®n del Pueblo Espa?ol que Su¨¢rez tuvo en Barcelona. O sea, que, aunque no en el catorce, s¨ª dio en el trece.
Porta quiere alguna mano libre para el Mundial. El primer dribling parece que lo ha ganado. De Narcis Serra, alcalde barcelon¨¦s, ha dicho: ?Es demasiado importante para esta funci¨®n.? Saporta, que es del baloncesto, ha pedido tiempo.
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