Catolicismo y matrimonio civil

En consideraci¨®n a la carta del sacerdote Tom¨¢s Sobrino sobre el matrimonio civil de cat¨®licos, escribimos al diario de su digna direcci¨®n con la esperanza de que nos sean publicadas algunas puntualizaciones sobre el tema.Somos un joven matrimonio, cat¨®licos sobre el papel, que a su debido tiempo decidimos contraer matrimonio civil. Primero, le dir¨ªamos a este sacerdote que no se alarme que otras personas piensen diferente que ¨¦l, y que se alarme m¨¢s por la injusticia que supone el obligar a las personaspor el simple hecho de nacer, a profesar una determinada ideolog¨ªa; segundo, la consecuencia l¨®gica de la falta de respetos a la persona engendra, o bien un odio hac¨ªa esa determinada ideolog¨ªa, o bien una indiferencia total hacia ¨¦sa; tercero, resulta parad¨®jico ver c¨®mo en Polonia, pa¨ªs de definici¨®n atea, el pueblo sea fervoroso cat¨®lico, mientras que en Espa?a, pa¨ªs cat¨®lico por definici¨®n, los cat¨®licos lo seamos en su mayor¨ªa en el papel, ?no pasar¨¢ lo mismo, pero al rev¨¦s? Cuarto, como condici¨®n de cat¨®licos sobre el papel, no nos importa lo que pueda decir el Episcopado italiano sobre los cat¨®licos que profesan el matrimonio civil, ya que si no apostatamos voluntariamente es porque voluntariamente tampoco nos ha pedido nadie permiso para ser cat¨®licos.

Respecto al tema de que no es posible admitir en los sacramentos de la penitencia y de la comuni¨®n eucar¨ªstica a las personas que se encuentran en nuestra situaci¨®n, diremos que s¨®lo pisamos la iglesia para o¨ªr conciertos y admirar sus bell¨ªsimas obras de arte. Es decir, nos da igual su carga ideol¨®gica.

El concubinato entre la Iglesia y el Estado durante muchos siglos ha supuesto el peor de los males de una ideolog¨ªa: la indiferencia y la necesidad de pagar una p¨®liza de bautismo para hacer el ingreso de bachiller.