El monocultivo del eucalipto se va apoderando de la provincia de Huelva
Para la administraci¨®n y la industria maderera, la fiebre del eucalipto, que ha cambiado la fisonom¨ªa onubense en los ¨²ltimos a?oses s¨®lo una respuesta a la crisis de la agricultura tradicional y a las necesidades econ¨®micas del pa¨ªs. Para ec¨®logos y campesinos, las repoblaciones masivas suponen m¨¢s problemas que ventajas en el futuro pr¨®ximo. Nuestro enviado especial a Huelva, , ha elaborado el siguiente informe.Aunque el eucalipto ya vegetaba en Huelva en ¨¦pocas anteriores a nuestro siglo, es a partir de 1900 cuando empieza a extenderse de forma planificada, y en 1940, cuando adquiere categor¨ªa de verdadero protagonista de los aprovechamientos forestales de la provincia, tras la fundaci¨®n de la brigada de Huelva del Patrimonio Forestal del Estado, que act¨²a tanto de forma directa (compra de tierras) como indirecta, mediante el establecimiento de consorcios con ayuntamientos y propietarios particulares. Su labor ser¨ªa heredada m¨¢s adelante por el Instituto para la Conservaci¨®n de la Naturaleza (Icona).Si en la d¨¦cada de los cuarenta se repoblaron con eucaliptos 9.838 hect¨¢reas, la cifra casi se triplicar¨ªa en los a?os setenta, despu¨¦s de que entrase en funcionamiento la Empresa Nacional de Celulosas Espa?olas, SA (ENCESA), instalada en San Juan del Puerto, y que asegurar¨ªa un mercado consolidado y sin fluctuaciones importantes para colocar la producci¨®n. Ya en 1974 encontramos 93.070 hect¨¢reas con plantaciones de eucaliptos.
Las "cualidades" de un ¨¢rbol
Seg¨²n Dominga M¨¢rquez, profesora de Geograf¨ªa de la Universidad de Sevilla y estudiosa del tema, al que ha dedicado su tesis doctoral, la seguridad de ese mercado y la propia pol¨ªtica de promoci¨®n por parte del Estado, interesado en disminuir el d¨¦ficit de producci¨®n de madera, no explicar¨ªan por s¨ª solas las repoblaciones febriles que se est¨¢n practicando en Huelva. El eucalipto tiene, ciertamente, cualidades, como su adaptaci¨®n a terrenos relativamente pobres, disminuci¨®n de riesgos catastr¨®ficos, dureza y elasticidad de la madera que produce y aprovechamientos secundarios (esencias).Se trata, por otra parte, de un ¨¢rbol de crecimiento r¨¢pido y que rebrota de modo espont¨¢neo tras la corta. Si a todo ello se une la eliminaci¨®n de mano de obra permanente que permite, se comprender¨¢ por qu¨¦ numerosos latifundistas de la provincia han visto en ¨¦l -y la Administraci¨®n les ha abierto los ojos en este sentido- un medio decoroso de desentenderse de alzas salariales y conflictos con los obreros agr¨ªcolas y de no mantener sus propiedades absolutamente ociosas. ?Tienen un dinero seguro y dan la impresi¨®n de preocuparse por sus campos?, denuncia un modesto agricultor de Andevalo.
Un futuro "apoeucal¨ªptico"
Ya ser¨ªa suficiente, para poner entre par¨¦ntesis las ventajas del eucalipto, el que produjese la citada disminuci¨®n de puestos de trabajo en una regi¨®n como la andaluza, que carece de ellos por cientos de miles. Seg¨²n Carlos Navarrete (PSOE), las repoblaciones emplean alguna mano de obra durante la siembra y, doce o quince a?os m¨¢s tarde, en la tala, adem¨¢s de los centenares de puestos fijos de las empresas ENCESA e Ibersilva, ?a cambio de la ruina de miles de obreros agr¨ªcolas y campesinos, que tienen que emigrar, y de la desertizaci¨®n de pueblos enteros?.Pero hay otras consecuencias negativas. El eucalipto es un aut¨¦ntico Atila que destruye cuanto encuentra a sus pies. ?La hoja y la corteza del eucaliptal no se descomponen incorporando nutrientes al suelo, sus esencias provocan una importante acidificaci¨®n y absorbe agua en cantidades ingentes, pudiendo llegar a desecar pozos y arroyos pr¨®ximos?, subraya Dominga M¨¢rquez. Los terrenos colindantes al ¨¢rbol quedan esterilizados, se esquilma la vegetaci¨®n y la fauna desaparece en gran parte (se calcula en un 46%).
Este comportamiento genocida del eucalipto ha sido analizado minuciosamente por Manuel Jes¨²s Florencio, un joven periodista onubense que denuncia, cada vez que puede, la pol¨ªtica de repoblaciones emprendida en esta provincia. En su pueblo de Zalamea la Real (10.000 hect¨¢reas invadidas por eucaliptales), Florencio ha examinado hasta las consecuencias de las plantaciones en las costumbres tradicionales y formas de vida del lugar.
?Nuestro futuro es apoeucal¨ªptico. Van a conseguir que se desertice y se contamine Huelva y que Barcelona nos venda el papel?, declar¨® a EL PAIS Manuel Jes¨²s Florencio, apuntando a la realidad dram¨¢tica que se esconde bajo el porte airoso del eucalipto.
Icona se defiende
Son los peligros de un monocultivo que arrasa los pastos y ocupa tierras que podr¨ªan emplearse en otros menesteres m¨¢s beneficiosos econ¨®mica y socialmente. Ha habido, en efecto, talas masivas de encinas y alcornoques. S¨®lo en la finca Madre del Agua se descuajaron 4.000 encinas y alcornoques, vergonzosamente, de noche, para reemplazarlos por eucaliptales. Ninguno de los cr¨ªticos del eucalipto con los que ha hablado EL PAIS niega que este ¨¢rbol pueda y deba utilizarse, pero s¨ª exigen que se plante en terrenos marginales. Donde no sea posible otro uso agr¨ªcola o ganadero m¨¢s favorable. ?Hay que darle a cada tierra lo que pida?, comentaba un agricultor.Las respuestas oficiales insisten, por el contrario, en que? el eucalipto se viene plantando en zonas de productividad marginal, en suelos ocupados por matorral que nunca fueron cultivados o si un d¨ªa lo fueron tuvieron que abandonarse por su nula rentabilidad. El delegado provincial de Agricultura, replicando a algunas informaciones period¨ªsticas, ha declarado que los encinares productivos son respetados, habi¨¦ndose denegado muchas m¨¢s solicitudes de arranque que las que se han autorizado. El caso Madre del Agua solamente recibi¨® luz verde despu¨¦s de un detenido estudio econ¨®mico.
Tambi¨¦n puntualiza el delegado -enfrent¨¢ndose a una opini¨®n generalizada entre t¨¦cnicos y ec¨®logos- que el eucaliptal no agosta la tierra y que fincas sembradas hace a?os en San Juan del Puerto y Niebla producen hoy buenas cosechas de frutales o cultivos anuales. Gumersindo Borrero, ingeniero de Icona de servicio en Huelva, confirm¨® a este peri¨®dico los razonamientos de la administraci¨®n. Admiti¨® que ?pueden haberse producido arranques de especies nobles para plantar eucaliptos por error, pero no ha sido una pol¨ªtica deliberada por nuestra parte ?.
Para el se?or Borrero, la eclosi¨®n del eucaliptal en Huelva va unida a la crisis de la agricultura y la calidad de los suelos de muchas poblaciones. ?Creo que esta pol¨ªtica forestal ha contribuido a alargar la agon¨ªa de estos pueblos que ya hubiesen desaparecido: hemos retrasado la emigraci¨®n?, coment¨®, poniendo ejemplos de Lucena y Bonares, donde ha sido posible, la transformaci¨®n agr¨ªcola de ciertas fincas tras la primera corta de eucaliptos. ?Hay que pensar, por otra parte, en los miles de millones de pesetas que nos cuestan a los espa?oles las importaciones de madera?, a?adi¨®.
Estos argumentos no los acepta Carlos Navarrete, diputado socialista, que ha presentado una interpelaci¨®n parlamentaria sobre el tema, preguntando por la actitud del Gobierno ante las conclusiones del congreso sobre el eucalipto celebrado en noviembre pasado, ante las exigencias de informaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica sobre los efectos negativos del eucalipto y ante el necesario cambio de mentalidad de algunos funcionarios que no tienen en cuenta estos efectos. El propio Carlos Navarrete indica que se est¨¢ produciendo en Icona una mayor sensibilizaci¨®n sobre el problema.
Fue tambi¨¦n el PSOE onubense el organizador de las Jornadas sobre el Eucalipto, en noviembre de 1978, que constituyeron el punto de partida del actual estado de conciencia que vive Huelva en torno a sus eucaliptales. Aunque el tratamiento del tema fue multidisciplinar, lo m¨¢s llamativo del congreso lo constituyeron las intervenciones directas, testimoniales y emotivas de los campesinos condenados a la miseria por la fiebre del eucalipto.
Para muchos, Huelva es la cenicienta de Andaluc¨ªa, el ?cubo de la basura? donde echan lo que nadie quiere ni soporta: una industria qu¨ªmica asfixiante, un campo de tiro de missiles, una central nuclear o una invasi¨®n de eucaliptos que puede convertir su suelo en un paisaje lunar.
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