Oleada de peque?os y divertidos negocios en Estados Unidos
A diferencia de lo ocurrido con ocasi¨®n de otros recientes fallos tecnol¨®gicos, como el accidente nuclear de Harrisburg o los defectos estructurales del avi¨®n DC-10, los norteamericanos se est¨¢n tomando la ca¨ªda del Skylab con excelente buen humor, cuando no con abierto pitorreo.Desde hace semanas ha florecido una oleada de peque?os negocios relacionados con el laboratorio espacial, que se desintegrar¨¢ ma?ana sobre la Tierra, Por un par de d¨®lares, puede encontrarse de casi todo: una camiseta con una diana y la leyenda ?Blanco oficial del Skylab?, un casco de tipo prusiano ?anti-Skylab? y un ?equipo de supervivencia?, que incluye el consabido casco de pl¨¢stico y una bolsa del mismo material, para recoger los escombros...
Algunos van todav¨ªa m¨¢s lejos, como unos j¨®venes de Montgomery, capital del estado de Alabama, que han puesto a la venta botes de spray repelente a los fragmentos de la nave espacial. Los fabricantes aseguran que su invento funciona y si no fuera as¨ª se muestran dispuestos a devolver el dinero a quien reclame.
L¨®gicamente, la canci¨®n de moda, que escala puestos en el hip-parade con la misma rapidez con que el ingenio espacial se acerca a la Tierra, se llama Skylab is falling. Docenas de peri¨®dicos y emisoras de radio organizan concursos y prometen premios al primer afortunado que lleve un trozo de Skylab.
El buen humor llega hasta el Congreso y el representante dem¨®crata por Oreg¨®n, James Waver, propon¨ªa recientemente que se declarara a esta semana la semana del Skylab, con las consiguientes celebraciones. ?Motivo? El congresista lo explica as¨ª: porque nos cost¨® 2.600 millones de d¨®lares poner en ¨®rbita al Skylab y, con un poco de suerte, nos va a salir gratis el devolverlo a la Tierra.
Las apuestas no pod¨ªan faltar en este pa¨ªs con un asunto semejante. En algunos bares, pueden clavarse alfileres en un globo terr¨¢queo por dos d¨®lares, con rebaje de cinco para eljuego de tres. Otros con mayor grado de sofisticaci¨®n han dividido el globo en cuadrantes y admiten apuestas a cada uno de los cuadrados marcados por meridianos y paralelos. Quien gana, se lleva todas las apuestas. Con una excepci¨®n, por otra parte l¨®gica: si un jugador recibe personalmente el impacto del Skylab, gana autom¨¢ticamente, aunque haya apostado a otro punto del globo.
Aunque esta es la t¨®nica general, no falta quien se lo toma en serio. El tel¨¦fono que mantiene la NASA con informaci¨®n actualizada sobre la trayectoria y la posible hora de ca¨ªda del ingenio espacial est¨¢ bloqueado con llamadas. Aseguran que una se?ora de Nueva Jersey, tras mucho consultar con los pacientes empleados de la NASA, se fue a Oslo, porque en los pa¨ªses n¨®rdicos es pr¨¢cticamente imposible que se produzca la lluvia de fragmentos met¨¢licos.
Ante estos casos de p¨¢nico, el director de la NASA se vio obligado a recomendar que quien realmente se sienta amenazado busque refugio en s¨®tanos o en pisos bajos de edificios, asegurando que eso ser¨¢ suficiente. Aun as¨ª, diversas compa?¨ªas han cursado p¨®lizas de seguros, como Lloyds, de Londres, que, al parecer, hizo una de un mill¨®n de d¨®lares. Un peri¨®dico del sur de Estados Unidos regalaba ese tipo de seguro a los lectores que enviasen el inevitable cup¨®n.
El hecho de que el presidente Carter lleve varios d¨ªas fuera de la Casa Blanca, encerrado en el retiro veraniego de Camp David, ha motivado los chistes de rigor. Y lo mismo ocurre cuando se especula con los posibles lugares de impacto del Skylab. En algunos sistemas de apuestas, los puntos considerados ?calientes?, como pueden ser Mosc¨², Ir¨¢n, Cuba o El Vaticano, reciben premio doble.
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