El futuro est¨¢ en el "puente espacial"
Ma?ana, d¨ªa 21 (seg¨²n el horario norteamericano, el hecho ocurri¨® siendo todav¨ªa el d¨ªa 20), se cumplen diez a?os de la llegada del hombre a la Luna. Diez a?os, pues, desde que Neil Armstrong, nacido en una granja de Ohio (Estados Unidos), pronunci¨®, con voz sorprendentemente tranquila, su famosa frase: ?Es un peque?o paso para un hombre, pero un salto gigantesco para toda la Humanidad. ? En estos dos lustros transcurridos, la NASA ha dejado de interesarse en la Luna, Armstrong anuncia autom¨®viles por televisi¨®n y los supuestos progresos cient¨ªficos de la carrera espacial entablada por norteamericanos y sovi¨¦ticos han tenido un aprovechamiento fundamentalmente militar. En este primer cap¨ªtulo, nuestro corresponsal en Nueva York, Juan Gonz¨¢lez Yuste, informa sobre los proyectos de la NASA.
Diez a?os despu¨¦s de la llegada del primer hombre a la Luna, el programa espacial norteamericano, carente de los fondos y de la popularidad de anta?o, aparece completamente desinteresado de nuestro sat¨¦lite. Altos funcionarios de la NASA declaraban recientemente que no existen planes de enviar astronautas a la Luna durante toda la d¨¦cada de 1980.En realidad, desde que, en julio de 1975, se efectuara con ¨¦xito el acoplamiento en el espacio de una c¨¢psula Apolo norteamericana con una Soyuz sovi¨¦tica, la NASA no ha tenido un programa de vuelos tripulados, y los que se prev¨¦n para los pr¨®ximos cuatro o cinco a?os est¨¢n exclusivamente destinados a las pruebas y perfeccionamiento del Space Shuttle, o transbordador espacial, e ignoran por completo la Luna.
La exploraci¨®n del sistema solar continuar¨¢ a un ritmo moderado, mediante sondas espaciales no tripuladas, que tan excelentes resultados han venido dando en los casos del Viking, que aterriz¨® en Marte en 1976; el Pioneer, que fotografi¨® Venus, y el m¨¢s reciente Voyager, que ha logrado descubrir la existencia de un anillo alrededor de J¨²piter y volcanes activos en sus sat¨¦lites. Los dos Voyager a¨²n en el espacio llegar¨¢n a las proximidades de Saturno el a?o que viene y, si todo sale seg¨²n lo previsto, se acercar¨¢n a los confines del sistema solar despu¨¦s de enviar, en 1986, informaci¨®n sobre el planeta Urano.
Pero despu¨¦s de los 25.000 millones de d¨®lares (m¨¢s de bill¨®n y medio de pesetas) que cost¨® poner doce hombres en la Luna, con el espectacular proyecto Apolo, que fuera aprobado por Kennedy y realizado en los a?os de Richard Nixon, la NASA parece decidida a gastar el dinero de los contribuyentes en aventuras m¨¢s provechosas econ¨®micamente y, en especial, en el proyecto del transbordador oferry espacial, que costar¨¢ s¨®lo 10.000 millones de d¨®lares (650.000 millones de pesetas), pero que tendr¨¢ inmediatas ventajas econ¨®micas e incluso algunas posibilidades de autofinanciaci¨®n.
Transbordador espacial
El Space Shuttle, que, seg¨²n el programa primitivo, deb¨ªa comenzar a volar a mediados del a?o que viene, es, en t¨¦rminos generales, un transbordador capaz de orbitar la Tierra, tras ser impulsado por dos cohetes, y regresar despu¨¦s a la superficie terrestre por sus propios medios, aterrizando como un avi¨®n normal.
Con un aspecto similar al del avi¨®n DC-9, pero con ala en delta, el primer prototipo del Shuttle ha realizado ya con ¨¦xito una serie de pruebas de vuelo en la atm¨®sfera y aterrizado despu¨¦s de haber despegado encima de un Boeing 747, de donde se desprendi¨® en vuelo.
El Columbia ser¨¢ el primero de los cuatro transbordadores proyectados por la NASA. Verdadera revoluci¨®n en el programa espacial, los Shuttles permitir¨¢n efectuar entre cincuenta y sesenta vuelos anuales, una vez est¨¦n los cuatro en funcionamiento. Cada aparato puede llevar a bordo hasta siete personas y una considerable cantidad de carga. Una vez en el espacio, orbitar¨¢ la Tierra cada hora y media y se convertir¨¢ en un excelente punto de observaci¨®n para los cient¨ªficos.
Las posibilidades que abre el transbordador espacial son pr¨¢cticamente ilimitadas. Cada nave ser¨¢ lanzada al espacio con dos cohetes, que, una vez proporcionado el impulso necesario, caer¨¢n en paraca¨ªdas al oc¨¦ano y podr¨¢n volver a ser utilizados, abaratando considerablemente los costes de lanzamiento. Despu¨¦s de cumplir sus misiones en el espacio, el Shuttle efectuar¨¢ su reentrada en la atm¨®sfera, soportando las altas temperaturas provocadas por la fricci¨®n, y aterrizar¨¢ en Cabo Kennedy o en una base espacial de California, equipada con una pista algo m¨¢s larga que las utilizadas por los avionesjumbo.
La puesta en ¨®rbita de sat¨¦lites ser¨¢ una de las grandes utilidades del transbordador espacial. Cada uno puede llevar a bordo c¨®modamente hasta cinco sat¨¦lites de tama?o medio y, una vez en ¨®rbita terrestre, soltar su carga, ahorrando as¨ª enormes gastos de lanzamiento para cada sat¨¦lite. Adem¨¢s, el Shuttle podr¨¢, en el futuro, capturar en el espacio sat¨¦lites, para reparaciones o, lo que es m¨¢s importante, con fines militares,
El Pent¨¢gono y la CIA se, han venido interesando cada vez m¨¢s por el proyecto de transbordador espacial, hasta el punto de que parte del programa est¨¢ siendo financiado con fondos militares y se ha impuesto protecci¨®n y grandes medidad de seguridad en algunas de las factor¨ªas donde se desarrolla el Shuttle. En una ¨¦poca en que la guerra nuclear estar¨ªa diri gida mediante sat¨¦lites de comunicaciones, encargados de transmitir ¨®rdenes a los submarinos y bombarderos estrat¨¦gicos, la potencia que consiga destruir los sat¨¦lites militares del rival dejar¨¢ a ¨¦ste literalmente ciego y mudo. Por ello los sovi¨¦ticos siguen con abierto recelo el programa Shuttle, que califican de cobertura de un proyecto militar.
Pero aparte de la clara finalidad militar, que no desaprovechar¨¢n los estrategas del Pent¨¢gono, y de las evidentes posibilidades de espionaje electr¨®nico que ofrece el Shuttle, su utilidad se extiende a otros muchos campos. Por ejemplo, algunas empresas qu¨ªmicas y farmac¨¦uticas est¨¢n interesadas ya en realizar cierto tipo de reacciones qu¨ªmicas con gravedad cero o en el vac¨ªo absoluto del espacio.
Otras compa?¨ªas piensan que un equipo de t¨¦cnicos suyos, do tado con sofisticados medios de detecci¨®n por radar, podr¨ªa hacer en pocos d¨ªas detallados mapas de recursos minerales ocultos en la Tierra, midiendo la intensidad con que se refleja la luz solar. Lo mismo puede aplicarse para la detecci¨®n de bancos de pesca, vigilancia de cosechas, bosques y un interminable etc¨¦tera.
La NASA ha dicho abiertamente que cuando el Shuttle est¨¦ completado, piensa alquilar espacio en cada aparato a empresas privadas y precio previsiblemente exorbitante, con lo que se reducir¨¢n parcialmente los costes del programa del transbordador espacial. Varias empresas se han apresurado a reservar espacio en los primeros ferrys espaciales, principalmente para buscar gas natural y petr¨®leo desde las alturas, pero tambi¨¦n m¨¢s de un director de cine ha anunciado su intenci¨®n de alquilar ?espacio en el espacio?, mediante este programa de la NASA llamado Getaway Special.
En 1983, cuando los transbordadores hayan efectuado ya una treintena de vuelos, si todo sale de acuerdo con lo programado, la NASA tiene intenci¨®n de poner en ¨®rbita un telescopio, en lo que se anuncia ya como una revoluci¨®n en la astronom¨ªa s¨®lo comparable a la provocada por Galileo.
Al no existir la interferencia de la atm¨®sfera, el telescopio espacial permitir¨¢ escrutar rincones insospechados del universo y proporcionar¨¢ informaci¨®n esencial para comprender la naturaleza e incluso las dimensiones reales del mismo. Docenas de nuevos, planetas, imposibles de ver hasta ahora, aparecer¨¢n ante los ojos de los astr¨®nomos, que podr¨¢n asimismo investigar la existencia de los agujeros negros, uno de los m¨¢s fascinantes misterios del universo.
Las posibilidades y los proyectos son inagotables. Un laboratorio espacial, construido por la Agencia Europea del Espacio, podr¨ªa ser puesto en ¨®rbita durante la d¨¦cada de los ochenta, con la ayuda del Shuttle. La incorporaci¨®n de ¨¦ste de generadores solares permitir¨¢ no s¨®lo prolongar su permanencia en el espacio, al suministrarle energ¨ªa, sino que puede ser un excelente campo de pruebas para un proyecto tan ambicioso que parece ut¨®pico: la captaci¨®n de energ¨ªa solar en el espacio y su env¨ªo a la Tierra, mediante microoridas, para su utilizaci¨®n industrial.
Evidentemente, todos estos pasos conducen hacia la creaci¨®n de una estaci¨®n espacial permanente, que or6ite la Tierra constantemente y en la que los astronautas, cient¨ªficos, astr¨®nomos, etc¨¦tera, sean relevados por tripulaciones de refresco a bordo del Shuttle. Neil Arrnstrong, el primer hombre en pisar la Luna, declaraba hace unos d¨ªas que el establecimiento de esta estaci¨®n espacial permanente debe ser el pr¨®ximo objetivo de la NASA.
Anticip¨¢ndose a lo que se anuncia ya como una realidad m¨¢s o menos pr¨®xima, los astutos productores de la serie cinematogr¨¢fica de James Bond han centrado la acci¨®n de su ¨²ltima pel¨ªcula, Moonraker, en el transbordador espacial y la estaci¨®n parmanente.
Aunque TWA y Pari¨¢ni ya no aceptan reservas para viajes a la Luna, como comenzaron a hacer en los momentos de euforia, tras el ¨¦xito del Apolo 11, el proyecto Shuttle ofrece posibilidades no s¨®lo para las empresas comerciales, muchas de las cuales ya han pagado dep¨®sitos de 100.000 d¨®lares (unos seis millones y medio de pesetas) para tener derecho a cierto espacio en el transbordador, sino tambi¨¦n para los tour operators, que podr¨¢n ofrecer emocionantes vacaciones en el espacio a todo aquel que pueda pag¨¢rselo.
Por la relativamente m¨®dica cantidad de 130 millones de pesetas, la NASA estar¨¢ en condiciones de ofrecer el alquiler, en t¨¦rminos similares a los de compa?¨ªas de vuelos charter, del transbordador espacial. Para una empresa interesada en el espacio, este precio puede suponer un ahorro en lanzamientos de sat¨¦lites si los coloca en ¨®rbita con el Shuttle. Si lo que quiere es realizar alg¨²n tipo de experimentos, la NASA cobrar¨¢ 3.000 d¨®lares (unas 200.000 pesetas) por poner en el espacio un peso aproximado de cien kilogramos.
A medida que el proyecto se desarrolla, y especialmente despu¨¦s del ¨¦xito obtenido en las pruebas del verano de 1977, las peticiones que recibe la NASA son m¨¢s numerosas y m¨¢s ex¨®ticas. Una de las ¨²ltimas, que fue rechazada, fue la de una pareja que pretend¨ªa comprar dos billetes en el transbordador, para casarse en el espacio.
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