?Finis Catalonie?
Ante la ignorancia enciclop¨¦dica que demuestra Francisco Umbral en la presentaci¨®n del escritor Jim¨¦nez Losantos, creo que se impone volver a recordar, fuera de Catalu?a, y cada quinquenio, el genocidio que el franquismo impuso a Catalu?a desde 1939.Seg¨²n el se?or Umbral, en Catalu?a hay ?lucha de clases, y no de lenguas?, y nosotros, de oprimidos y vejados, pasamos a ser opresores. ?C¨®mo se puede tergiversar la historia reciente! Ya durante la guerra civil el odio contra Catalu?a fue factor de unificaci¨®n de las clases sociales y de las tendencias pol¨ªticas en la zona franquista. Eljerarca falangista J. M. Fontana Tarrats se quej¨® de que, en el frente, a los catalanes ?s¨®lo nos admit¨ªan casi como unos Quisling?. Y, adem¨¢s, ?pretend¨ªan poco menos que una guerra total contra Catalu?a?. Y en 1939 el fascismo, vestido con el chaqu¨¦ imperial del nacionalismo castellano, redujo por decreto el catal¨¢n al ? uso familiar y privado ?.
Fueron entonces prohibidas centenares de revistas en catal¨¢n (incluidas las hojas parroquiales y el calendario de los campesinos) y, por supuesto, todos los peri¨®dicos. La, consigna la dio Luis de Galinsoga: ?Si queremos ser dignos de esa redenci¨®n y honrar a quien nos ha redimido, todos los espa?oles debemos hacer tres cosas: pensar como Franco, sentir como Franco y hablar como Franco, que hablando, naturalmente, en el idioma nacional, ha impuesto su victoria.? (La Vanguardia Espa?ola, 8 de junio de 1939.)
La represi¨®n, cultural y ling¨¹¨ªstica -aparte la pol¨ªtica-, quiso llegar hasta las ra¨ªces de Catalu?a con voluntad genocida. Por ejemplo, el doctor Torrent, obispo en funciones de Barcelona, indicaba a los sacerdotes que, accediendo a la petici¨®n de las autoridades, ?en los actos de culto p¨²blico que se celebren en sus respectivos templos no se use otra lengua vern¨¢cula (sic) que la lengua espa?ola?. (Bolet¨ªn Oficial del Obispado de Barcelona, 15 de marzo de 1939.)
Y ante el finis Catalonie llegaron la reacci¨®n y la clandestinidad. Poetas de juegos forales, como Saperas o Tor, publicaron, ya en 1939, varios libros clandestinos en catal¨¢n, pero con fecha atrasada Algunos p¨¢rrocos, como Joan Bonet Balt¨¢, reeditaban, sin ning¨²n permiso, el catecismo catal¨¢n. En una imprenta de Melilla, soldados barceloneses imprim¨ªan op¨²sculos po¨¦ticos de Costa y Llobera o Maragall (a?o 1942). Sagarra tradujo a Shakespeare en verso y unos mecenas le publicaron, a partir de 1945, siete grandes vol¨²menes en papel de hilo, pero con fecha de 1938. Espri¨² edit¨® su primer libro de poes¨ªa, Cementiri de Sinera (1946), tambi¨¦n clandestinamente. Hasta las estampas de primera comuni¨®n o las participaciones de boda se hac¨ªan sin permiso de censura, que no las autorizaba. Las esquelas ten¨ªan que salir preceptivamente en castellano. En 1947 se publicaron en catal¨¢n un libro de Vercors y una biograf¨ªa de Roosevelt, naturalmente sin pie de imprenta. La normalizaci¨®n de las traducciones al catal¨¢n no se consigui¨® hasta 1963, gracias a Robles Piquer. En 1948, como gran excepci¨®n, Ib¨¢?ez Mart¨ªn en persona autoriz¨® la edici¨®n de bibli¨®filo de L'Odissea, de Homero, en versi¨®n de Carles Riba...
Creo que no hace falta continuar con m¨¢s pruebas. Los comentarios de Francisco Umbral sobre el tema de D'Ors, Pla, etc¨¦tera, merecen cap¨ªtulo aparte.
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